DONOSTIA - La ingeniería no fue su primera opción sino el lugar a donde llegó tras conseguir la diplomatura en Terapia Ocupacional bajo el convencimiento de que la informática podía ayudar a las personas. Actualmente es la directora técnica de Saludnova, empresa tecnológica ubicada en Donostia que aplica la informática al ámbito de la salud. El suyo es un caso de convivencia de vocación social y tecnológica cada vez más instalada tanto en mujeres como en hombres. “Antes -señala- lo importante era sobrevivir, ahora lo tenemos superado y todos queremos dar algo más”.
¿Cuántas chicas había en su clase en la Facultad?
-Tengo el recuerdo de que cuando hice Terapia había muchas chicas y muy pocos chicos y cuando hice ingeniería informática fue justo al revés. Éramos menos chicas pero terminamos casi todas y fuimos las que mejores notas sacamos.
¿Por qué sería bueno que tanto chicos como chicas dejaran de verse como consumidores de tecnología para protagonizar las soluciones? ¿La elección de la carrera tiene un componente social?
-Sí. De hecho las mujeres necesitamos que nuestro trabajo nos llene socialmente. Las ingenierías no están vistas como carreras sociales y en el fondo, es un ámbito con mucha proyección social. Todo progreso existe gracias a la evolución cimentada en los avances tecnológicos. Sin embargo, no se percibe la rama más social de las ingenierías y es fácil aplicar una ingeniería a algo social. Yo lo tuve muy claro desde que entré en la carrera y creamos la empresa, utilizar la tecnología para ayudar a las personas. Cuando estás en Bachillerato y tienes que empezar a elegir, tenemos una visión de las ingenierías como si fueran cacharrerías y siempre se puede sacar la parte social, pero se peca de esta falta de información.
Pero si las ingenierías tienen un perfil social para atraer matriculaciones de mujeres, ¿no estamos cayendo en el estereotipo? ¿Una mujer no puede tener únicamente un perfil muy técnico al margen del desarrollo social?
-Pero es que la parte social nos influye no solo a las mujeres sino también a los hombres. Cuando estás trabajando te gusta saber que lo que estás haciendo sirve para algo y ese componente social está adquiriendo mayor importancia. Antes lo importante era sobrevivir, ahora lo tenemos más superado y queremos dar algo más. Eso nos está cambiando la forma de trabajar, es muy importante que lo que hagas esté bien hecho pero también es fundamental que sirva para algo. Creo que es un sentimiento que no tiene género.
Las mujeres están afianzadas en el ámbito científico, pero ¿y los referentes?
-Es cierto que hay más referentes masculinos pero creo que sí que existen mujeres que han destacado. Yo tuve la suerte de tener un referente en ese sentido en mi grupo de investigación universitario dirigido por Arantza Illarramendi, catedrática, decana de la Facultad de Informática, la primera mujer en recibir el premio a la Informática del año. A nivel de investigación, está en lo máximo. No gozan de popularidad, pero están ahí.
¿Sigue siendo una carrera marcada por los estereotipos, tanto a la hora de la elección como en el ámbito laboral?
-Sí, la informática sigue siendo un mundo muy friki, o así se nos considera, y cuando piensas en un friki piensas en un chico. Y es que las chicas nos relacionamos de otra forma, somos más de salir, necesitamos más el contacto social, ese aislamiento las mujeres informáticas no lo tenemos e igual por eso no entramos en el estereotipo. En cuanto al género, nunca he tenido la sensación de vivir una situación de estereotipo de género, quizás justo lo contrario, que te digan “no pareces informática”.
¿Y cómo tiene que parecer una informática?
-Yo siempre respondo que una cosa es ser un friki y otra cosa es ser un ingeniero informático. Una persona que se dedica a los videojuegos no tiene que ser un ingeniero informático pero mucha gente todavía lo unifica. En todo caso, no hay carreras ni para mujeres ni para hombres, cada uno tiene que perseguir su vocación.
¿Las ‘carreras duras’ siguen siendo terreno masculino o es una sensación equivocada la de situar la ingeniería como una carrera de alta exigencia?
-Eres tú quien haces que una carrera sea exigente, es lo que te exijas tú, no creo que las ingenierías sean más exigentes que una abogacía. Las personas que tienen que dedicarse a la ingeniería tienen que tener una vocación de solucionar cosas y eso habría que fomentarlo desde el aula, explotar nuestra capacidad de inventiva, que no sabe de géneros.
Por ejemplo, ¿hablar al alumnado de los fines de las matemáticas más que de sus aspectos meramente formales?
-De hecho, ya se está planteando dar las matemáticas de una forma más manejable. Muchas de las decisiones que tomamos son por lógica, y fomentar que los niños y niñas se den cuenta de que los conocimientos de lógica y matemáticas son intrínsecos y que nos van a ayudar en nuestro día a día merece un esfuerzo. El miedo a las matemáticas, aunque se te den bien, es un miedo derivado de un mal enfoque.