iruñea - Fue el máximo perjudicado por aquella maldita riada que se llevó a sus padres y a dos hermanos. Él pudo salvar la vida agarrándose a un árbol y un voluntario le sacó del río. El iruindarra Sergio Murillo regresará hoy a Biescas, invitado por el Ayuntamiento, a un acto que, para su gusto, llega “un poco tarde”, pero lo hará con el objetivo de “cerrar el libro. Ya se ha construido el parque memorial. No hace falta que nos entrevisten más, porque cada vez que hay un aniversario es un trago amargo para nosotros. Lo que ocurrió es algo que no se puede olvidar, pero creo que es momento de pasar página”.
Sergio tiene hoy 36 años, está casado y tiene tres hijos. Trabaja como arquitecto y, como él mismo afirma, sigue adelante. “Vivo una vida normal, con mi trabajo, con mi familia. Pero aquello no se olvida. Me acuerdo perfectamente de lo que pasó hace veinte años”. En aquel momento, Sergio fue acogido por una tía, “Pilar, que era hermana de mi padre, junto con su marido y sus hijos, en Orkoien. Tenía toda la vida por delante, como cualquier otro chico de 16 años: cursar estudios, tener pareja, hacer viajes, tener sueños, ambiciones... No contaba con el apoyo de mi familia, pero tuve el apoyo de mi otra familia”.
Aquella riada, resume hoy, “me quitó lo evidente, la familia. Fue como un palazo, no sabes cuánto te va a doler. Te vas dando cuenta de que tienes huesos rotos, hematomas... Me dolió, pero no me di cuenta. Cuando pasaron las primeras navidades, cuando tienes un problema y no sabes cómo afrontarlo, cuando ves que se acabó jugar con tus hermanos pequeños, fue cuando fui consciente de lo perdido. Durante los primeros años hubo momentos muy tristes”.
Además del duelo, Sergio emprendió una batalla judicial de la mano de su abogada Elena Melero que también estuvo plagada de decepciones. “Recorrimos todo el camino judicial que se puede seguir en España, hasta el Constitucional. Durante esos años nos sentimos desamparados, contrariados, con esa sensación de frustración de qué mal funciona esto, de qué poca vergüenza...”. Incluso acudieron a Estrasburgo. “Fuimos con la sensación de que estábamos luchando contra nuestro país, buscando Justicia fuera. Es un momento duro y dramático. No teníamos ninguna certeza de lo que iba a pasar, pero cuando estuvimos en la vista oral la sensación fue muy buena, nos escucharon, algo que no ocurrió siempre aquí”.
“Sin rencores”, afirma, sus agradecimientos son para “la gente anónima que participó en el rescate, amigos, familiares... También a la prensa, porque no ha dejado que este caso se olvide, pero es momento de descansar”, concluye. - J. M. S.