Gasteiz - Que las diaconisas existieron en los primeros tiempos de la Iglesia es un hecho. El propio San Pablo habla de ellas. “Os recomiendo a Febe, nuestra hermana, diaconisa en la Iglesia de Céncreas. Recibidla en el Señor de una manera digna de los santos y asistidla en cualquier cosa que necesite de nosotros, pues ella ha sido protectora de muchos, incluso de mí mismo” (Romanos 16, 1-2).
También está documentado que en el siglo III en Siria había diaconisas que ayudaban al sacerdote en el bautismo, en la época en la que esta inmersión implicaba sumergirse en el agua con el cuerpo desnudo. Incluso en el siglo IV se habla del rito de consagración de las diaconisas y se declara que es distinto del de los hombres.
Las dudas aparecen en el papel que tenían estas mujeres. “¿Cuáles fueron estas mujeres diáconos. ¿Tenían ordenación o no? Está poco claro eso. ¿Cuál fue el papel de esas diaconisas entonces?”, se cuestionó el propio Papa Francisco el pasado mes de mayo antes de anunciar la constitución de una comisión para arrojar algo de luz sobre este tipo de cuestiones. “Sería bueno para hacer que la Iglesia aclare este punto”, argumentó el sumo pontífice. - A. Salazar