Bilbao - La trama de las posibles sustracciones de recién nacidos, un asunto candente entre 2011 y 2013 cuando la asociación SOS Bebés Robados Euskadi acaparaba titulares en los medios de comunicación y concitaba el interés general, se reavivó ayer tras conocerse que la Fiscalía de Bizkaia investiga el supuesto caso de un bebé que habría sido robado en 1963. Según fuentes del ministerio público, una familia que reside en Palencia ha denunciado la desaparición de un bebé nacido hace 53 años en el hospital de Cruces.

La investigación se ha abierto por la Fiscalía vizcaina después de que el lunes recibiera las diligencias incoadas por el ministerio público en Palencia, ya que la niña, presuntamente desaparecida, nació en el centro hospitalario vizcaino. La familia interpuso denuncia en el Cuerpo Nacional de Policía por el supuesto robo del bebé nacido hace más de medio siglo. Los familiares de la niña tienen el certificado de su defunción, pero no tienen conocimiento de que fuera enterrada ni se les facilitó documentación que certificara que fue así.

Este caso se sumaría a las innumerables denuncias de hurtos de bebés que hunden sus raíces en el franquismo. Los recién nacidos eran presuntamente sustraídos en clínicas de todo el Estado y a los padres se les decía que habían muerto al nacer o a las pocas horas. Según los denunciantes, los bebés eran entregados a otras parejas tras falsificar los documentos necesarios, tanto el certificado de defunción, como la nueva inscripción de nacimiento con otra identidad y otros padres, que pagaban por ello.

Sin embargo, en noviembre de 2012, Juan Calparsoro, fiscal superior del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, declaró ante el Parlamento de Gasteiz que “en ninguno de los procedimientos incoados en Euskadi se había podido acreditar la existencia de delito, es decir, la sustracción del recién nacido, ni siquiera con indicios razonables”. Y eso que las autoridades vascas colaboraron con, al menos, los firmantes de 303 denuncias.

La Ertzaintza incluso creó un grupo de trabajo para investigar posibles sustracciones en los hospitales vascos entre 1950 y 1993. Así, en 2013, la Ertzaintza consideró que, conforme a sus investigaciones, “no se puede hablar de que existiera una trama delictiva dedicada al robo de bebés”. La Policía vasca admitió que quizá pudieron “existir algunos casos de adopciones irregulares en la década de los setenta pero que, en todo caso, fueron voluntarias” y apuntó que sería “difícil” que no hubiera salido antes a la luz la existencia de una trama delictiva organizada.

No obstante, investigadores como el sociólogo Francisco González de Tena, autor del libro Nos encargamos de todo. Robo y tráfico de niños en España, continúa manteniendo que “todo apunta a que durante un periodo de tiempo no inferior a quince años (1965-1980) estuvo operativa en Bilbao una red organizada para sustraer neonatos a parturientas y darlos en adopción irregular, cuando no claramente ilegal”.