zumaia - La mar se cobró una nueva vida ayer al mediodía, cuando un velero naufragó en las proximidades de la playa de Santiago de Zumaia. Según testigos del suceso, una ola de unos 3 metros golpeó en la popa de la embarcación, la hundió con la proa orientada hacia el fondo y quedó destrozada tras chocar contra las rocas. Como consecuencia del impacto, los tres tripulantes cayeron al agua, uno de los cuales, vecino de Orozko, de 68 años, falleció mientras un joven surfista trataba de sacarlo de una peligrosa zona donde rompen las olas. Ya en el propio arenal, los servicios de emergencia trataron de reanimar al hombre, aunque sin éxito. Los otros dos navegantes, residentes en Zarautz, resultaron heridos, aunque su vida no corre peligro.
El joven Julen Yeregi arriesgó su vida para tratar de sacar con vida a dos de los tres tripulantes. Lo consiguió con el primero, pero el segundo falleció en sus brazos. “Lo he sacado de la zona de oleaje y luego he ido a por el otro. Lo he arrastrado entre las olas para sacarlo de la zona donde rompen, pero ha muerto”, explica este joven, que ayer acudió a la playa zumaiarra a acompañar a niños del colegio Maria eta Jose, donde da clases como profesor en prácticas.
En ese momento, Julen disfrutaba de un baño con su tabla de surf. “Estábamos en el agua y, desde fuera, nos han silbado para que mirásemos hacia adelante. Nos hemos dado cuenta de que había un velero. Había volcado, y he visto tres bultos en el agua; se veían unos chalecos”, detalla.
Deriva Sin pensárselo dos veces, Julen se puso de acuerdo con otro compañero, Xabier Alberdi, para repartirse el rescate. Primero sacaron a dos tras alejarlos del oleaje. “Le he dado mi tabla a la primera persona para que se agarrase, ya fuera del peligro. Luego, he ido a por la que estaba en peores condiciones, justo en la zona donde rompía la ola”, recuerda. Julen fue al rescate del tercer tripulante, que flotaba a la deriva en un torbellino de oleaje pertrechado del chaleco salvavidas. El hombre tenía un fuerte golpe en la cabeza, pero mantenía la consciencia y gritaba. El joven lo alcanzó, pasó su brazo por su cuerpo y comenzó a alejarlo de la zona más delicada. Sortearon dos olas pasando bajo ellas. “Ya estábamos bastante cerca de las rocas. Y hemos tenido suerte porque no ha venido otra ola grande. Poco a poco hemos ido saliendo; el hombre seguía consciente, pero se ha levantado un poco la mar, hemos pasado por debajo y se le ha cambiado el color; ya no respondía. No he podido hacer más”, señala Julen, quien también trabaja en el bar Zalla de Zumaia.