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Cuando tragar es un desafío diario

Para algunas personas, la hora de la comida puede ser un infierno. Porque aunque tragar, un paso natural de la digestión, sea un acto reflejo, puede resultar una tortura si existen problemas incluso para pasar el agua

Cuando tragar es un desafío diarioDEIA

I ZASKUN Apaolaza vivió la terrible tragedia de sufrir un accidente de tráfico y entrar en coma, pero cuando despertó y creyó haber superado lo peor se encontró, de la noche a la mañana, con un daño secundario que nunca hubiera imaginado. No podía tragar y la hora de la comida se convirtió en una pesadilla. “El accidente me provocó una lesión cerebral que me impedía movilizar correctamente la musculatura de la cara y la boca”, declara esta joven de Beasain de solo 32 años.

“La primera vez que me intentaron dar un yogur no podía tragar y se me quedaba retenido, como atascado, en la boca. Al principio tenía una sonda por la nariz y me alimentaba por ahí, ya que por la boca era imposible tragar nada”, relata Izaskun, recordando aquellos momentos tan duros y sin poder olvidar que durante mucho tiempo, su garganta no ha podido pasar casi nada.

El trastorno de Izaskun Apaolaza tiene un nombre poco conocido pero más frecuente de lo que parece: disfagia. Pacientes que han sufrido alteraciones neurológicas, enfermos con esclerosis múltiple, ciudadanos que han padecido un ictus, gente de edad avanzada, personas con alteraciones neurodegenerativas... Todos ellos pueden llegar a padecer este trastorno que se caracteriza porque dificulta o impide el paso de los alimentos líquidos o sólidos hacia el estómago.

La disfagia ocurre cuando los órganos implicados en la deglución no funcionan correctamente por problemas en la zona de la faringe, esófago o enfermedades neurológicas. Estas enfermedades alteran con frecuencia el proceso natural de deglución y las consecuencias para la salud pueden ser muy graves, ya que se pueden producir en atragantamientos, o en malnutrición, entre otras situaciones.

La severidad de este síntoma puede conllevar desde una dificultad moderada hasta la total imposibilidad para la alimentación por vía oral. Se calcula que afecta a alrededor del 50% de los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular. Y además el envejecimiento de la población hace que dolencias como la disfagia adquieran cada vez mayor protagonismo.

Pero Izaskun Apaolaza descubrió un mundo nuevo y un remedio casi prodigioso para su problema gracias al Servicio de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni de Arrasate que desarrolla un programa en neurorrehabilitación que ayuda a controlar este trastorno.

Y es que, en el caso de Apaolaza, todo fue consecuencia del traumatismo craneoencefálico que sufrió al tener el accidente de coche. “La lesión neurológica me produjo una parálisis de las cuerdas vocales, pérdida de movilidad en la cara, en la lengua, en los labios, en el velo del paladar, dificultades para toser y también poca fuerza respiratoria por lo que comer me resulta muy difícil”, explica ahora con calma y cierta resignación.

A pesar de lo que les suele suceder a otros pacientes, Izaskun perdió un poco de peso pero no demasiado. y tampoco se sentía especialmente cansada. Actualmente Apaolaza vive su problema con normalidad. “Hago las sesiones de logopedia -los logopedas son el personal médico que más le han ayudado- y todos los días como un poco como terapia. Eso sí, la comida que ingiero tiene que tener una textura determinada como por ejemplo puré, flan, yogur o mousse”, dice esta beasaindarra.

trabajar el paciente En su recuperación y rehabilitación ha sido clave la labor del terapeuta Manuel Bermúdez, que sabe como nadie tratar a los pacientes para poder mejorar su dolencia. “Por un lado, utilizamos técnicas de compensación modificando la posición postural del paciente si es necesario antes de ingerir alimentos colocándole en una correcta alineación de cabeza y tronco. Recurrimos a maniobras compensatorias, la más utilizada es el descenso de barbilla, para lograr una deglución más segura”, señala Bermúdez.

Pero también se hace necesario cambiar los hábitos alimenticios. “Realizamos modificaciones en la dieta variando tanto la consistencia de los alimentos como la viscosidad de los líquidos. Modificamos el volumen y la velocidad de presentación del alimento trabajando contrastes de sabores”, indica.

Para conseguir que el paciente pueda ir superando este trastorno, emplea asimismo otras técnicas. “Son métodos de rehabilitación miofuncional de la musculatura orofacial afectada a través de masajes específicos para incrementar movilidad y sensibilidad así como ejercicios de gimnasia orofacial o praxias.

Manuel Bermúdez, que lleva muchos años trabajando con estos pacientes en el Servicio del Aita Menni, tiene claro que una de sus prioridades es mejorar la calidad de vida de estas personas. “Se debe cuidar en extremo la dieta del paciente para mantener un estado nutricional adecuado que mejore su calidad de vida, así como las condiciones del entorno que faciliten la máxima concentración controlando tiempos de ingesta, horarios? Si la disfagia imposibilita la alimentación por la boca, la persona afectada deberá alimentarse por una sonda gástrica buscando la máxima seguridad en la alimentación”, explica.