Luis Javier Pérez

“El concepto de intransigente y racista es absolutamente falso”

Militante jeltzale desde los tiempos de la clandestinidad, Luis Javier Pérez se refiere a Sabino Arana como “el padre de la nación vasca” y destaca “su compromiso, visión y casi mesianismo, su capacidad, en los pocos años que tuvo de vida, de crear una estructura ideológica y política capaz de perdurarle no solo a él, sino de superarle y de transformarse en el eje vertebrador de los vascos en el siglo XXI”.

Periodista de profesión, censura “la imagen que, por utilizar los términos que se usaban en el siglo XIX, los enemigos de la patria han creado sobre él. El concepto de racista e intransigente es absolutamente falso”, afirma y denuncia que “ha habido una política organizada para destruir su imagen, pero no solo entre el nacionalismo español, sino en parte del nacionalismo vasco que piensa que se pueden medir las cosas del siglo XIX con la vara del siglo XXI”. Invocado su propio espíritu crítico, Pérez señala que Arana “se equivocó en su percepción de quiénes eran vascos. Él se basa en un nacionalismo de etnia, de sangre, cuando la patria se tiene que basar en los ciudadanos que estén convencidos de que existe como tal. El gran éxito del PNV, a partir de los años 20, es modificar esa visión y acabar convirtiéndose en uno de los creadores de la democracia cristiana europea”, opina.

Tatiana Muñoz

“Unamuno profesaba una gran admiración hacia él”

Dice Tatiana Muñoz que gracias a Sabino y a su hermano Luis se despertó en Euskadi la conciencia de país. “Hizo germinar la semilla de nuestro sentimiento nacional”, subraya y recuerda el leitmotiv de su trayectoria: Euzkotarren aberria Euzkadi da. Como persona, admira su “tenacidad”. “Se dedicó en cuerpo y alma al pueblo vasco y a dotarle de una simbología que fue cuajando con mucha rapidez: himno, ikurriña, el Partido...”, cita.

Presidenta de la junta municipal de Sabindarrak, de Bilbao, rescata un par de “historias” de esas que los más veteranos cuentan por decenas en los batzokis. “Unamuno profesaba una profunda admiración hacia Sabino Arana, llegando a escribir que todavía no había llegado la hora de su entero reconocimiento. Incluso Unamuno y Arana, junto con Resurrección María de Azkue, se disputaron la Cátedra de Lengua Vasca de Bilbao”, cuenta.

Tras conminar a los críticos a “contextualizar” sus escritos, explica que se le tacha de “xenófobo porque usaba la palabra raza, un término que prácticamente era sinónimo de nación”. “Hay mucho interés por desprestigiar a la persona”, y con ella su legado, “pero los hermanos Arana nos enseñaron que podemos ser vascos, sin necesidad de ser franceses o españoles”, sostiene esta periodista, para quien “debemos continuar con su legado, adaptándolo a la realidad de cada momento y evolucionando a medida que la sociedad avanza”.

Iratxe Ruiz de Agirre

“Su pensamiento sigue vigente hoy día entre los nacionalistas”

A pesar de los años transcurridos, Iratxe Ruiz de Agirre considera que “el pensamiento que tenía Sabino Arana sigue vigente hoy en día entre los nacionalistas” y reitera que no hay que “sacar del contexto histórico las palabras que utilizaba”. “No hay que hacer una anacronía, hay que entenderlo dentro del momento que vive”, suscribe esta técnica en gestión de museos, quien, sin embargo, admite que el nacionalismo nada tiene que ver con la sangre. “Más que en el Rh o en unas características físicas, va en el sentimiento”, afirma.

Al “padre del nacionalismo vasco” le aplaude por “idear la ikurriña, un símbolo importante para representar la unión de una ideología, de una forma de vivir, de un sentimiento, así como el hecho de que promoviera los nombres en euskera. Sorprendida por la amplia “trayectoria política e ideológica” que desarrolló pese a su temprana muerte, a esta simpatizante jeltzale también le llama la atención que “falleciera de la enfermedad de Addison”, un raro desorden endocrino que, de padecer hoy en día, “podría haberse salvado”.

Juan Carlos Pérez

“Era anticolonialista y defensor de los derechos de la mujer”

A Juan Carlos Pérez le apena que “siempre se traten de ocultar las facetas positivas” del fundador del PNV. “Es el gran olvidado porque han tratado de imponer una especie de leyenda negra como si fuera una persona malvada y los propios abertzales tuviéramos que renegar de él. Los que no lo hacemos pareceríamos gente inculta, aldeanos, cuando es todo lo contrario. Él era anticolonialista, antirracista y defensor de los derechos de la mujer. Eso merecería conocerse”, reivindica este politólogo, que considera “bastante injusto” que no se “saque punta a otros personajes de la época e incluso posteriores, como Unamuno, Ortega y Gasset o Cánovas del Castillo, que también tienen unas citas bastante curiosas”.

Para entender a Arana, señala este afiliado, hay que situarse a finales del siglo XIX, época en la que, cuentan, un hombre que trabajaba en las minas de Urduliz que entró a una taberna blasfemando. “Todos los que estaban dentro desaparecieron porque creyeron que les iba a caer un rayo. Esta anécdota refleja el pensamiento que tenían en la época de lo que era Dios y explica que Sabino tuviera una especial devoción por el tema católico”, argumenta.

Pese a que la imagen que se tiene de él es la de “alguien mayor”, cuando mantuvo “la famosa conversación” en la que su hermano le hizo replantearse su ideología carlista, allá por 1882, apenas era “un adolescente imberbe”, destaca Pérez, para quien lo importante “es que hemos podido corregir sus posibles errores, ampliando la base y andando hacia adelante”.

Alex Zapirain

“Era un urbanita que había estudiado en los jesuitas”

Por aquello de hacer justicia, Alex Zapirain recuerda que hay personas anteriores al fundador del PNV, como “el padre Larramendi, que ya habían dicho que a toda nación que había tenido una lengua le había correspondido un estado”. La “verdadera revolución” de Sabino Arana, puntualiza, es “recoger ese caldo de cultivo y hacer un proyecto político con el fin claro de constituir un estado vasco”. Un planteamiento del nacionalismo “que cala mucho en el medio rural”, a pesar de que él “era un urbanita, que había estudiado en los jesuitas, hijo de una familia que había tenido una industria astillera. Para el proyecto político que hace es muy de reseñar que él era un señor de ciudad”, considera este abogado.

Impresionado por “ese amor idílico que tenía con Nikole”, Zapirain rememora también el discurso de Larrazabal que Arana pronunció ante docena y media de amigos para exponerles su proyecto de una Bizkaia independiente. “Fue tan revolucionario que se le debieron de levantar todos de la mesa. En el momento nadie le tomó en serio, ni tuvo mucha profusión, pero luego evidentemente caló”, relata. Puestos a “actualizar ese mensaje”, tras apuntar que “Unamuno despreció el euskera” y que “Pío Baroja era machista”, este afiliado bilbaino matiza que “hoy en día vasco es todo aquel que trabaja y se siente vasco”.

Idoia Inoriza

“Para lo pronto que murió encaminó Euskadi”

Del que considera su “mentor”, Idoia Inoriza destaca su “carácter humanista” y su tesón por “cambiar las cosas que pensaba que no estaban bien”. “Cuando nos quitaron los fueros, sabía que teníamos unos privilegios por los que luchar y a día de hoy seguimos luchando por ellos”, constata esta afiliada, miembro de EGI. Convencida de que “el nacionalismo español” ha arremetido contra Sabino Arana “como una manera de hacer daño”, esta periodista admira su prolífica carrera. “Para lo pronto que se murió, con 37 años, encaminó cómo tiene que ser un país como es Euskadi. Ahora que una persona a esa edad haga todo lo que el hizo es casi impensable”.