GASTEIZ - La Dirección de Víctimas y Derechos Humanos del Gobierno vasco ha seleccionado a la Asociación Vasca de Mediación (Bitarbask) para poner en marcha en los centros escolares sus programas de prevención de la violencia. “Es una iniciativa impulsada por Lakua; está abierta a las ikastolas, colegios públicos y privados que deseen intervenir en un proyecto de educación en la convivencia y la resolución de conflictos. El programa, al que se pueden apuntar hasta el 14 de noviembre, se llama Bonos Elkarrekin/Elkarrekin bonoak; desde Bitarbask le enviamos la memoria del proyecto y comenzamos a trabajar con el alumnado”, explica a DEIA, Asier García-Real, secretario de Bitarbask, asociación pionera en Euskadi.
Mediación, conflicto y violencia. ¿Es lo mismo?
-No. Muchas veces oímos hablar de ellas indistintamente. También es cierto que uno de nuestros programas educativos se llama cómo afrontar los conflictos y que con él trabajamos en la prevención de la violencia y del conflicto, pero es distinto. Al hablar de violencia lo hacemos de la acción de las actitudes violentas. Y al referirnos al conflicto es a una situación de bloqueo entre partes, de que no se ponen de acuerdo en algún aspecto, pero no por ello tienen que recurrir a vías como la violencia para resolverlo.
¿Por qué se confunden ambos términos cuando se habla de ellos en los medios de comunicación?
-Viene un poco de nuestro bagaje cultural. A diario vemos en todos los medios de comunicación como los conflictos a nivel internacional se resuelven por la violencia, la coerción o la guerra. Incluso la Real Academia sigue usando mal el término.
¿Nos enseñan de forma adecuada a resolver los conflictos?
-No. Nos vemos como sujetos pasivos de esos propios conflictos. Cuando se nos presenta uno ya contamos con un juez que nos va a dictar la mejor solución al problema. O con un policía que se va a encargar de aplicar una Ley. Por un lado está ese aspecto por el que la ciudadanía tiende a ser mera espectadora al resolver sus conflictos. Por otro, tenemos bastante enraizada actitudes ante los conflictos que son los que nos han enseñado. Estos son el ataque o la huida como manera poner fin a las peleas. O nos imponemos como manera para lograr aquello que queremos o creemos que es mejor para nosotros; o en otros casos cedemos para no estropear una relación comercial o con un familiar, un amigo...
¿La mediación trae un cambio de paradigma social?
-Sin duda. Más allá de los mecanismos anticuados tenemos herramientas para poder resolver nuestros conflictos optando por cooperar, colaborar. Esto es algo que al no estar introducido en la cultura general y popular, no se traslada al ámbito educativo para que los jóvenes se empapen de la mediación; tampoco desde las Instituciones -aunque realizan esfuerzos- se hace todo lo necesario para dar a conocer que hay técnicas de mediación, procedimientos diferentes que pueden ayudarnos a resolver mejor nuestros conflictos.
Desde Bitarbask se dedican a plantear soluciones a conflictos ¿a qué nivel: escolar, herencias, bullyng, de barrio...? ¿Cuál es su campo de actuación?
-En Bitarbask contamos con una red de cerca de cien personas especializadas en mediación en ámbitos diferentes: mercantil, familiar, escolar... Por eso mismo tenemos también un fin educativo para trasladar la forma de entender el conflicto, las relaciones, el cómo podemos comprender las graves diferencias. Estas habilidades no deben quedarse solo en manos de mediadores profesionales a la hora de hacer su trabajo. Se trata de que las nuevas generaciones puedan comprender la nueva manera de resolver los conflictos para ayudar a mejorar la convivencia social, además de reducir costes innecesarios que se producen.
¿La metodología que usan en mediación siempre es la misma?
-En cada conflicto hay un contexto diferente; una realidad distinta en la que se interviene. Como todo método científico, profesional, lo que se hace es conocer, comprender y analizar la situación concreta que tenemos que ayudar a resolver, a transformar y a partir de ese conocimiento podremos marcar una línea de actuación según sea el caso y te permita hacer ese trabajo con mayor diligencia.
¿Por qué cree que cuando hay un conflicto la gente recurre a un tribunal en lugar de a la mediación?
-En un conflicto nos sentimos atacados; tenemos miedo. La primera reacción, con una carga emocional importante fruto de ese sentimiento de amenaza y de ataque es recurrir a los tribunales, a la ley para que nos defienda de una situación que entendemos que es injusta. Desplegaremos todo nuestro poder, todos los recursos a nuestro alcance para tratar de hacer frente a ese ataque. Así -al margen de que hay servicios públicos de mediación familiar, incluso experiencias pioneras en Euskadi- creo que hace falta mayor conocimiento por parte de la ciudadanía de lo que es la mediación y cuándo podemos/debemos recurrir a ella.
¿Es más barato que recurrir a un tribunal el proceso de mediación?
-Sí. La cuantía de los procedimientos son inferiores, pero además el tiempo es clave. En la mediación a veces con unas pocas reuniones la gente puede empezar a negociar y solucionar sus diferencias.
¿En cuántas reuniones?
-Desde cuatro de una hora y media a quince encuentros, según las problemáticas, bien sean familiares o de organizaciones empresariales grandes, medianas o pequeña. De cualquier forma, la celeridad es uno de los ahorros más importantes a nivel personal, además, por supuesto, de las cuestiones económicas. Cuando se recurre a la Justicia se precisa de un abogado, que en nuestro caso sería el mediador, un procurador..., pero al aminorar los tiempos los costes se reducen al 50%.
Como la justicia ha dejado de ser gratuita, ¿las costas judiciales les suponen a muchos una barrera?
-Sí. Con la reforma judicial puede ser un hándicap. Sin olvidarnos de un tercer nivel de ahorro, los costes relacionales en una empresa, con un proveedor clave con el que no alcanzo un acuerdo o con un vecino con el que tengo que convivir a la fuerza. Puede que un tribunal me dé la razón, pero el conflicto de convivencia sigue ahí. Actualmente, el sistema judicial lo que no consigue aportarnos es una solución a esa situación emocional de las partes en liza.
¿Un punto clave en un proceso de mediación será que ambas partes estén de acuerdo en ser mediados?
-Eso es algo fundamental. En todo proceso de mediación debe de haber una voluntariedad real por parte de las partes para querer resolverlo. Si estamos en una situación en la que alguien quiere abusar o sacar partido de una mayor posición de poder, la mediación no sería el espacio adecuado. La mediación no se centra tanto en quien pueda tener la razón legal, sino en ver cuáles son los intereses de las partes, qué es lo verdaderamente importante para ellos, porque rompe el esquema de ganador y perdedor al buscar los espacios de integración en los que tenga cabida lo que es importante para ambas partes.
¿Qué es más difícil mediar en aspectos morales o cuando hay intereses materiales de por medio?
-Ambos aspectos están presentes en los conflictos. Mediamos en temas emocionales y en conflictos empresariales que son más sustantivos; aquí depende un poco del perfil de la persona mediadora, algunos nos manejamos mejor en aspectos emocionales o morales, y otros tienen una mente más analítica y son capaces de comprender un problema y plantear una estrategia concreta de ese análisis. Por eso hay que trabajar con mediadores de distintas disciplinas no solo de la abogacía, sino también de la psicología, la enseñanza...
¿Hay suficiente mediación como para desatascar los tribunales?
-Las instituciones vascas están dando pasos positivos con los Servicios Públicos de Mediación. Además tenemos la Ley que se ha aprobado de Mediación Civil y Mercantil que equipara el procedimiento de Mediación al judicial, pero todavía falta más difusión, dar a conocer esta realidad; que hay profesionales formados con experiencia y que somos una alternativa más beneficiosa que la que puede suponer recurrir a los tribunales.