Ha llovido mucho desde que en 1962 una alemana, Beate Uhse, abriera el primer sex shop del mundo. Cincuenta y dos años después, esta clase de comercios se ha expandido y reproducido. Solo en Bilbao, hay cerca de media docena de establecimientos que ofrecen una amplia gama de productos eróticos: desde los tradicionales vibradores con forma de pene hasta lencería para todos los gustos.
“El concepto que tiene mucha gente de sex shop como algo prohibido o relacionado con los clubes no es correcto”. Pedro Lozano es el encargado de Ledesma, el comercio especializado en productos eróticos más antiguo de Bilbao. Abrió sus puertas en 1987, cuando en la villa no había más que dos o tres establecimientos como competencia. Durante estos veintisiete años, Pedro ha estado siempre ahí.
“Los sex shops están mejor vistos que hace dos décadas, pero a mucha gente todavía le cuesta venir”, asegura Pedro. Personas que entran, dan una vuelta y se van de la misma porque no saben dónde mirar sin ruborizarse no son algo poco habitual, según comenta. Opina que ello, en gran medida, se debe a la imagen que se da en las películas sobre negocios como el suyo. Que “es para un amiga” o “para regalo” son frases que no pasan de moda. “A veces te han comentado que es para él o ella y, cuando lo estás envolviendo, te dicen que les quites el precio porque es para regalo”.
¿Pero qué es lo que se puede encontrar en un sex shop? La gama de productos es muy amplia. Lo más solicitado, según Pedro, continúan siendo los vibradores. “Hay de muchos tipos, porque hay gustos muy distintos”. Algunos que ahora están tomando relevancia serían los pequeños, sin forma de pene, para masajear el clítoris. “Ahora se venden más porque, al ser más pequeños, son más discretos y la gente los utiliza para empezar”. Otros tipos serían los “dobles”, para el punto G y el clítoris, o el denominado rabbit, como los “dobles” pero con forma de pene y rotación. Aun así, de entre todos, Pedro recomienda el We-vibe: “Es un vibrador para parejas que estimula ambos puntos y que, además, permite la penetración”.
Lubricantes y estimuladores de toda clase, vaginas para los hombres, muñecas hinchables,... “Ahora se venden menos cosas de broma”. Pero también juegos de mesa, bolas chinas, lencería. “Con lo de las Cincuenta sombras de Grey se venden mucha lencería y esposas”. Como producto curioso, Pedro señala Clone a Willy, un vibrador que se crea a partir del pene propio mediante un molde. Como lo más tradicional, los vibradores antiguos, los clásicos... y el porno. “Pese a internet, todavía se siguen vendiendo películas”.
Renovar
De entre 30 y 50 años. Según Pedro, aunque los jóvenes también entran, la mayoría son adultos que rondan entre esas edades. La razón: “A partir de los 30, las parejas empiezan a necesitar renovar un poco su vida sexual”. Aun así, señala que cada vez acude más gente joven y, si antes primaba el género masculino, ya no. “Durante estos últimos años vienen muchas chicas sin ningún problema a comprar un vibrador”.
David es el dependiente de Fantasía, el sex shop más grande de Bilbao. “Con que un producto salga por la tele ya se vende bien”, opina. Como ejemplo, señala que el vibrador We-vibe apareció en un programa, junto con los huevos Tenga -un masturbador masculino- o los estimuladores de Shunga. Además, asegura que estos productos han evolucionado: “Con los materiales nuevos que se utilizan ahora los juguetes han mejorado mucho”. Como novedad, David señala el Stronic, un pulsador que se mueve solo.
Según la dirección de la cadena Picante, la cual tiene varios establecimientos repartidos a lo largo y ancho del Estado, incluyendo el sex shop Fantasía de Bilbao, “Euskadi es muy madura sexualmente, más incluso que otras provincias del sur”.
Tiendas eróticas A día de hoy, la figura del sex shop tradicional no engloba todos los comercios de este sector. En los último años han cogido fuerza las tiendas eróticas, establecimientos más iluminados, sin cabinas ni pornografía, que desde fuera no se alejan mucho de una tienda de estética. “Hay gente que pasa por delante del escaparate y, al ver todo los lubricantes bien ordenados, se creen que son colonias”, asegura Ana Lozano Ponce, encargada de la tienda erótica Soñarte. Pese a que abrió el establecimiento hace un año y medio, todavía entra gente despistada. “Desde fuera, a no ser que te fijes bastante, no sabes muy bien lo que es y crees que es un sitio de cosmética”. Señoras mayores que entran pidiendo embellecedor de uñas, otra mujer que fue a pedir un bolso de fiesta al ver un corpiño... “Una abuela incluso vino a comprar una esponja que su nieta había visto en el escaparate”. Lo que la anciana no sabía era que iba con vibrador. “Cuando se lo expliqué se puso roja como un tomate y dijo que su nieta se iba a quedar sin ella”.
En cuanto a la edad y los productos más vendidos coincide con Pedro, de Ledesma. “Si no han probado nada antes, yo recomiendo lubricantes y aceites o los anillos”. Además, para parejas, también aconseja el We-vibe. Entre los productos más desconocidos para el público en general, Ana destaca las sábanas de Shunga, una lámina impermeable donde se mezclan dos geles y se hacen masajes con el cuerpo en vez de con las manos, y Lovebath, que convierte el agua en pequeñas bolitas.
Estimuladores, vibradores, una réplica del pene propio. Las opciones son múltiples. “La gente que compra estos productos no es porque los necesite, sino porque quiere probar cosas nuevas”. Al fin y al cabo, como comenta Ana, todo se reduce a ponerle algo más de gracia al asunto. “Es como echar sal a la comida: va a ser la misma pero la sal le da algo más”.