LO mismo que hay parejas que se plantean contraer matrimonio en la más estricta intimidad y acaban festejándolo con un centenar de invitados, hay padres a los que las comuniones de sus hijos se les van de las manos. "A principio de curso la gente siempre suele decir que quiere hacer una cosita más austera, sin pasarse, pero luego a veces se dejan llevar por la familia, por el entorno... Dicen: Al final hemos caído. Hay intención, pero la presión por comparación funciona bastante", explica Luis Mari Vega, párroco del bilbaino barrio de Rekalde.
Sea empujados por otros o por decisión propia, lo cierto es que, según la Federación de usuarios y consumidores independientes, en el Estado cada familia se gasta de media 2.400 euros en celebrar el acontecimiento, 3.000 si se incluyen la vestimenta, complementos y peluquería de los padres y hermanos del homenajeado. Y eso que la crisis ha venido a recortar bajos de vestidos y menús porque hace años, afirma el jefe de la planta infantil de El Corte Inglés de Bilbao, Alberto Toribio, "eran auténticas bodas".
Se puede hacer la comunión de prestado, con un vestido alquilado o de segunda mano por unos 65 euros. Si se quiere estrenar, el gasto se dispara, aunque hay precios más asequibles que años atrás. "Los trajes de comunión antes eran muchísimo más caros que ahora. Con otros componentes y otros tejidos hemos logrado bajar bastante los precios. Hay un abanico muy importante, desde ciento y pico hasta los seiscientos euros si son de diseñadores", detalla Toribio. En el catálogo de este centro comercial hay un modelo de niña por 690 euros, 825 si hay que confeccionarlo a medida y 70 más si se añade la diadema a juego. No es el diseño más costoso. "El vestido más caro viene a ser de unos 1.200 o 1.300 euros. Son vestidos muy trabajados, con unos tejidos muy especiales, que es lo que encarece y marca la diferencia", destaca. Haberlos haylos, pero ¿alguien los compra? "Sí. Evidentemente no como el tradicional, de 200 euros, pero los vestidos de diseñadores siguen teniendo aceptación. Bilbao es, en general, una plaza muy marquista".
La venta de trajes de comunión, señala este profesional, lleva años "estacionada", entre otras cosas, por el aumento de los enlaces civiles. "Si hay tantos matrimonios civiles como eclesiásticos, lógicamente las comuniones también tienen que ir en la misma proporción", argumenta. No obstante, destaca, "en Bizkaia hay mucho colegio religioso" y se deja notar su "influencia".
Entre quienes dan el paso se detecta cierta tendencia a comprar trajes de calle o de ceremonia cortos, "que tienen más utilidad posteriormente", aunque "como por costumbre los suelen pagar los padrinos o las amamas parece que sigue haciendo ilusión comprar el vestido típico". También en el caso de los niños, ya que "incluso el de marinero ha evolucionado y tiene detalles más informales, como los cuellos mao".
Menos invitados y más cercanos
Tomando los comentarios de los clientes y las listas de regalos como termómetro, Toribio concluye que las familias, en general, están tratando de recortar gastos. "Por lo que observamos, están afinando e invitando a la gente más cercana". No como antes de la crisis, "en los años 2005 y 2006", cuando el número de convidados se dejaba entrever en las largas listas de comunión, "que ahora han bajado". Los obsequios estrella, como no podía ser de otra manera, son pura tecnología. "Piden tablets, la Play, la Xbox... También relojes, porque hay relojes maravillosos, de capricho". De niña, por 89 euros. De niño, por casi 100.
Nadie duda de que a todos estos dispositivos les sacarán chispas. No está tan claro en el caso de un rosario -venden uno por 24,90 euros- o un misal, que ronda los 35. "El rosario igual se lo van pasando de unos a otros, pero hay detalles, como el misal, que se siguen vendiendo con la misma intensidad que antes porque es como un recuerdo", apunta.
Como curiosidad, cuenta que cada vez les demandan los trajes de comunión con mayor antelación. "Antes los poníamos en enero, ahora en diciembre y nos los vienen pidiendo desde noviembre". La premura, al parecer, tiene que ver con los reportajes fotográficos. "Dicen que tienen que pedir cita y que luego tienen problemas porque se juntan con los de las bodas". Vamos, un estrés. "Cuando se nos retrasa algún traje que hay que hacer a medida por las hechuras del niño o la niña, los padres se ponen nerviosísimos", reconoce Toribio, quien advierte del riesgo de anticiparse demasiado. "Si se compra con mucha antelación, hay que tener cuidado y hacer la compostura poco antes de las fotos y de la comunión, porque si la niña te pega un tirón de un centímetro y medio el vestido ya no le va al nivel del zapato y empieza el problema".
Resuelta la vestimenta, el banquete también puede conllevar más de un quebradero de cabeza. No en vano, supone más de la mitad de la factura total. La crisis, si no en las reservas, ha metido la tijera en el número de comensales y en la carta. En el restaurante Miramar, de Artxanda, dicen tener contratadas las mismas comuniones que el año pasado. "Igual te cogen algún menú más barato, pero el caso es que lo celebran", comentan. El director del restaurante Lur Gatika, Pablo Maestre, admite, por su parte, que "hay bastantes menos banquetes". "La gente se gasta menos y tiende más a hacer comidas en casas o en txokos", añade. Como muestra, el pasado fin de semana, en el que albergaron varias comuniones. "La más pequeña, de ocho comensales. La más grande, de casi cincuenta. La horquilla es esa, pero tienden más a comuniones pequeñas".