BILBAO. UN comentario sin importancia fue la pieza clave para que Aintzane Íñiguez de Nanclares, de Gasteiz, Tamara Arroyo, de Portugalete, y Denisse Baqué, de Guayaquil en Ecuador, se marcharan el verano pasado a perfeccionar su chino en la ciudad de Tianjin. "Estábamos en clase y dije: ¿Nos vamos a China? Fue una idea y de ahí surgió todo. En principio sólo íbamos Denisse y yo pero luego Tamara también se unió", explica Aintzane.

Su primer contacto con esta lengua oriental, que está pujando fuerte, lo tuvieron durante sus estudios del Grado de Lenguas Modernas y Gestión, que han estudiado en el Universidad de Deusto. Siendo universitarias consideraron que la mejor decisión para progresar en sus estudios era recalar en una universidad china. "Primero pensamos en Pekín pero le preguntamos a nuestro profesor Xianfa Liu y nos dio un contacto de la universidad de Tianjin", detalla Denisse. Y en junio del año pasado emprendieron un viaje que les abrió a nuevas culturas.

"aprender sí o sí" Cuando llegaron a Tianjin, Tamara con un día de viaje y Aintzane y Denisse con 56 horas de vuelo a sus espaldas, se encontraron con un mundo totalmente diferente al que estaban acostumbradas. "Nadie hablaba inglés. Incluso dentro de la universidad pero en el departamento internacional solo había una persona que sabía inglés", cuenta Denisse.

A miles de kilómetros de distancia de casa "les tocó aprender". "Hubo momentos frustrantes porque no te entendían. A Tamara y a mí se nos estropeó la caldera. No sabíamos cómo explicarlo y teníamos el cuarto hecho una porquería", rememora Aintzane, que reconoce que poco a poco fueron mejorando el idioma y disminuyendo los problemas para comunicarse.

Se mentalizaron de que tenían que aprovechar al máximo su estancia en China. Y para ello se matricularon en un curso de cuatro horas diarias. "Incluso sábados y domingos", apunta Tamara, que añade que el chino no es tan difícil. "Lo más difícil es la pronunciación". Los "tonos" del chino trajeron de cabeza a las tres jóvenes. Durante el mes que estuvieron en el país asiático los tonos se convirtieron en una auténtica pesadilla. Sino, que se lo digan a Aintzane. "Estábamos en clase y la profesora te decía una palabra y tú tenías que hacerlo. Me dijo que girara a la derecha y yo me puse a bailar porque entendí mal el tono".

En su estancia en Tianjin tuvieron que sobrevivir a base de "arroz y yogures". Alojadas en una residencia universitaria, Denisse, Tamara y Aintzane se encontraron con unas temperaturas que alcanzaron los 37 grados en pleno mes de junio. "No teníamos ni nevera ni cocina", explica Tamara, que resalta que en el campus "solo había una tienda en la que vendían yogures y gominolas". El supermercado más cercano les quedaba "a cuatro o cinco kilómetros". Tras adquirir una "placa" para cocinar, la posibilidad de ampliar su menú no se pudo realizar. "Ibas a comprar y veías la carne a 37 grados que estaba sin aire acondicionado y nosotras no teníamos frigorífico", cuenta Denisse.

La industrialización de Tianjin las comprobaron en primera persona cuando un día descubrieron que enfrente tenían un edificio que desde su ventana no se podía ver debido a la contaminación. "Parecía que estaba nublado todo el día. Cuando llovía, se respiraba", afirma Aintzane que comenta entre risas que "un día llovió y salió un edificio de la nada".

una apuesta a futuro En mente tienen pensado acudir a los exámenes oficiales HSK. "Se supone que tenemos un nivel 3 pero tendríamos que prepararlo", señala Denisse. "Si vemos que no nos alcanza para ese nivel, empezaremos con el 2", precisa Aintzane que subraya que "hoy en día, sin un título no eres nada.

Están terminando de preparar su tesis para concluir el Grado en Lenguas Modernas y Gestión y estas tres chicas todavía no tienen muy decidido su futuro laboral. Tamara apuesta por moverse hacia el comercio internacional, Denisse por el marketing mientras que Aintzane pone la mirada en las relaciones públicas o la dirección de proyectos. Las tres confían en que el chino sea un punto importante en su curriculum. "Hoy en día todos los curriculum son iguales. En algo tienes que destacar. Creo que con el chino se marca la diferencia", sentencia Aintzane.