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Los veintiocho seminaristas vascos que actualmente aspiran a ser curas hacen atisbar los primeros brotes verdes en las vocaciones sacerdotales. Al tiempo que los seminarios constatan un repunte de jóvenes interesados en el sacerdocio, la Conferencia Episcopal ha decidido aprovechar el tirón y ha lanzado un vídeo para reclutar vocaciones. Todas las diócesis vascas confirman el incremento con cierta sensación de alivio. Así, en las reuniones interdiocesanas que celebran Bilbao, Donostia, Vitoria-Gasteiz e Iruñea se ha comprobado cómo la gráfica de seminaristas apunta hacia arriba e invierte la tendencia a la baja de la última década. "La diócesis que más seminaristas agrupa es la de Iruñea, con once. Luego figura Bilbao con nueve, Vitoria-Gasteiz tiene cuatro y Donostia, otros cuatro. Aunque cuatro no parece un gran dígito, yo he conocido a Gasteiz y a Donostia sin ningún seminarista y de cero a cuatro hay un gran salto", explica Aitor Uribelarrea, rector del seminario diocesano de Bilbao.

Los seminarios españoles se suman a esta tendencia alcista y cerraron 2011 con 51 aspirantes al sacerdocio más que en 2010, lo que se traduce en un aumento del 4,2%, y un total de 1.278 personas las que han accedido a la formación superior en Estudios Eclesiásticos. De los datos se desprende además que ha disminuido en un 27% la cifra de abandonos. Por diócesis son las de Madrid, Toledo, Cartagena y Córdoba las que registran un mayor incremento.

Uribelarrea corrobora este acercamiento a Dios. "Hace dos años que soy rector, pero hace once que estoy en la Pastoral Vocacional y seis que empecé como formador. Comencé con tres seminaristas en la casa y ahora hay nueve. Hay tres diáconos que se ordenaron en diciembre y van a ser presbíteros el 24 de junio. Además para el año que viene estamos dialogando con tres o cuatro", comenta Uribelarrea. De esta forma, si no entrase nadie, Bilbao se quedaría con seis seminaristas. Sin embargo espera contar con nueve o diez porque hay jóvenes interesados en dedicar su vida entera al servicio del altar.

Según el máximo responsable del seminario, "no sabemos a qué se debe este giro. Por mi experiencia, creo que la vocación es un don de Dios. También es verdad que unas personas llaman a otras. Por ejemplo, uno de los cuatro que probablemente entren el año que viene, ha sido un compañero de Bachiller de un joven que es seminarista desde hace dos años. Él ha tenido ahora esa inquietud, aunque empezó a estudiar Medicina. Luego, ha venido a la residencia de Lersundi, ha visto el ambiente, la oración y quizá se ha removido algo en su vida", subraya.

Quienes llegan hoy al seminario lo hacen con más edad, formación universitaria y en muchos casos, experiencia previa de trabajo. Un fenómeno que ha cambiado sustancialmente el perfil de los seminaristas. "De hecho, en el caso de dos interesados, uno ha estudiado Derecho y otro ha hecho Historia y los dos están trabajando en sus profesiones". También la edad media de los aspirantes va in crescendo. "De los que se ordenan, uno tiene 26 años recién hechos, otro 42 y otro 33. Los seminaristas que quedan son de treintaytantos, excepto uno que va a cumplir veinte. En eso noto gran diferencia. Yo hace 18 años que me ordené y todos los que estábamos en mi curso, habíamos acabado COU, algunos habíamos hecho la mili y después entrábamos en el seminario, con 19 o 20 años. Eso hoy no es lo habitual. Lo más normal es que se piense esta vocación religiosa haciendo otra carrera, incluso llevando años trabajando... y ahí surge lo que Dios pide y cada uno examina su conciencia para ver qué puede hacer para la evangelización", explica Uribelarrea.

carencia de sacerdotes

No garantiza el relevo

Sin embargo, el repunte no garantiza, ni de lejos, el relevo generacional en un colectivo cada vez más envejecido, ni sirve para paliar la carencia de sacerdotes existente. "Por muchos seminaristas que tengamos no llegaremos al número de los que cada año se jubilan o fallecen. Pero, evidentemente, con un repunte medianamente significativo, el tema mejoraría y se podría cambiar una tendencia que hasta ahora era muy catastrofista", precisa Uribelarrea.

De hecho, según un estudio de la diócesis de Bilbao, de los 300 párrocos que ejercen ahora, quedarían en solo diez años, apenas 50 ó 60. En concreto, los sacerdotes incardinados en la Diócesis de Bilbao son actualmente 373, de los cuales 29 están ejerciendo el ministerio sacerdotal en otras diócesis del Estado o de otros países, o en las Misiones Diocesanas de América o África.

"Si este incremento en las vocaciones va hacia arriba definitivamente no vamos a saltar de 50 a 300, pero si cada año pudiesen entrar dos o tres y hubiese tres ordenaciones, en diez años puede haber treinta curas más y podríamos llegar a noventa", aclara el rector.

Un número que debe atender a las 297 parroquias censadas en Bizkaia. En la actualidad, la diócesis apuesta por unidades pastorales, intentando trabajar en común en un territorio homogéneo para que un grupo de curas pueda ofrecer servicio a esa comunidad. "Lógicamente es una manera de ahorrar efectivos sacerdotales, pero aún así hay ya del orden de 80 parroquias que no todos los domingos pueden celebrar la Eucaristía. Por ejemplo, en algunas iglesias de Karrantza, con más o menos 3.000 habitantes y 17 parroquias, a veces los feligreses se reúnen para una celebración de la palabra sin Eucaristía, una celebración que es presidida por una religiosa o por un laico", especifica Uribelarrea.

A su juicio, el repunte también se debe al trabajo de campo y a la labor vocacional que se hace en las diócesis. "Nosotros, como seminario, nos hacemos presentes cada mes en una unidad pastoral con las familias, con los padres de las catequesis. Además intentamos ayudar a descubrir que los seminaristas tienen que salir de las comunidades concretas e intentamos mentalizar a la diócesis de que hay que cuidar la dimensión vocacional de la vida cristiana", indica.

cobran entre 600 y 800 euros

Campaña para reclutar curas

Pero la crisis sacerdotal no ha desaparecido y por eso la Conferencia Episcopal Española (CEE) se ha propuesto suscitar vocaciones sacerdotales con un vídeo titulado Te prometo una vida apasionante. Y es que el sacerdocio puede prometer riqueza eterna, pero no terrena porque los 20.000 sacerdotes de la Iglesia Católica perciben un salario de entre 600 y 800 euros al mes. Una remuneración que, en el caso de los obispos, asciende a unos 1.200 euros. En el vídeo, de dos minutos y medio de duración, nueve sacerdotes prometen "un trabajo fijo, una riqueza eterna y formar parte de un proyecto inolvidable".

"Los medios se han centrado en yo te ofrezco un trabajo si te metes a cura. Pero quien ha visto el vídeo no ha sacado esa conclusión porque allí se subrayan otras muchas cosas. Es verdad que la Iglesia ofrece un trabajo fijo pero aquí nadie se mete porque no tiene trabajo. Yo creo que el vídeo quiere insistir en que un cura anuncia el Evangelio y siempre estaremos en déficit en la acogida del Evangelio", corrige Uribelarrea. El director de la Oficina de Información de la CEE, Isidro Catela, asegura, por su parte, que esta referencia al sacerdocio como empleo fijo no está pensada para "una coyuntura concreta de cinco millones de parados". El obispo de Tarrasa, Ángel Luis Saíz Meneses, incide en esa afirmación y dice que la mayoría de jóvenes no entran en la Iglesia "porque se garantice un plato caliente y un sueldo fijo".

Y es que un sueldo que oscila entre los 600 y los 800 euros habla del estilo de vida al que puede aspirar el candidato que vea el sacerdocio como una mera opción laboral. A pesar de que los sacerdotes cotizan en la base mínima de Seguridad Social, solo las viviendas parroquiales, propiedad de la Iglesia y ocupadas por un párroco, están exentas de pagar el IBI.

Sobre este asunto, también se ha pronunciado el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, quien indica que, tal y como asegura la revista Forbes, en la lista de profesiones más gratificantes están colocados, a la cabeza, sacerdotes católicos y pastores protestantes. "Si el sacerdote es feliz, no es por su estatus social, ni por la remuneración económica. La felicidad viene y ha de venir de otra realidad... esta realidad es la entrega a Jesucristo y a su Iglesia", sentencia.