¿Quién mató a Meredith?
Bilbao
CASo cerrado o crimen sin resolver? ¿Víctima o verdugo? Presentada como una hermosa asesina sin escrúpulos, el 6 de noviembre de 2007, Amanda Knox ingresaba en la prisión italiana de Perugia, Italia, tras ser condenada por el asesinato de la erasmus británica Meredith Kercher, que recibió 47 puñaladas durante una noche de Halloween. Después de cuatro años en prisión, la estadounidense Amanda Knox, de 24 años, acaba de ser liberada tras ganar una apelación contra su condena y hay quienes le pronostican un futuro millonario contando su historia. Pero pese a estar en libertad, las sombras planean sobre el caso. El mismo juez que presidió el proceso, Claudio Pratillo, ha asegurado que tanto Knox como su exnovio, el italiano Raffaele Sollecito (condenados inicialmente a 25 y 26 años de cárcel) pueden ser culpables.
El crimen de Perugia reúne todos los ingredientes de un culebrón. Un proceso perfecto para la carnaza, con dos compañeras de habitación -estudiantes de intercambio- como protagonistas, donde una termina muerta después de ser asaltada sexualmente y apuñalada con saña. Un caso donde se cruzan cinco nacionalidades, un juicio paralelo de la prensa y un crimen que pivota sobre el sexo.
Esta semana Amanda Knox fue absuelta y regresó a Seattle, la ciudad en la que vive su familia. "Quiero dar las gracias a todos lo que creyeron en mí, me defendieron y me apoyaron", dijo la joven Amanda, quien a finales de 2009 era considerada en Italia una bruja perversa capaz de las mayores atrocidades y el apuesto Raffaele Sollecito, su entonces novio, era visto como su criado perdidamente enamorado. Sin embargo, ante el tribunal de segunda instancia, Knox y Sollecito fueron presentados como dos jóvenes víctimas de una mala investigación. La cuestión es hasta qué punto el jurado, formado por dos magistrados y seis vecinos de Perugia, fue capaz -en 2009 y en 2011- de sustraerse a la presión mediática y a los estereotipos.
Ahora el fallo del tribunal da la razón a quienes habían denunciado las irregularidades del proceso y Knox ha recuperado su libertad porque las muestras de ADN recogidas en la escena, no eran compatibles con las de ella ni las de su exnovio.
de novela negra
Un caso 'giallo'
Los casos de asesinatos extraños, misterios inexplicables y sucesos que rozan lo paranormal vuelven locos a los italianos, quienes han creado incluso un término para referirse a ellos. Les llaman giallo (amarillo), por el color de una serie del mismo nombre de novelas negras. El asesinato de Kercher sigue al milímetro el guión de un giallo: la víctima era una mujer joven y guapa, -tenía 21 años- al igual que su supuesta asesina, y murió cruel y lentamente porque, al parecer, no quiso participar en un trío sexual.
La reconstrucción del asesinato de la muchacha británica y la polémica que ha rodeado el juicio explican el enorme interés que ha despertado el caso. Según la Fiscalía, a Kercher la mataron y violaron por no querer participar en un juego sexual que le proponían Knox y Sollecito, el novio de esta. También formó parte del crimen el marfileño Rudy Guede.
En medio de un juicio plagado de testimonios contradictorios, Amanda se retrataba en su cuaderno de notas: "No soy el monstruo de Perugia". El 26 de septiembre, cuando por primera vez fueron exhibidas en la sala del tribunal y en una pantalla las fotos del cadáver de su compañera asesinada, ella se negó a mirarlas. "No logro mirar las fotos del cadáver de Mez (Meredith) porque no logro soportar verla reducida a eso".
Los apoyos de amanda
Una futura millonaria
En Estados Unidos la prensa lo tuvo claro desde el principio cerrando filas en torno a su compatriota y apoyando a la familia de Knox, que ha gastado más de un millón de dólares en contratar a los mejores abogados y asesores de imagen, que tuvieron que hipotecar su casa y su abuela pedir un préstamo de 250.000 dólares.
"El caso contra Knox tiene tantas deficiencias y está tan ligado a la carrera de un poderoso fiscal italiano acusado de mala conducta profesional que cualquier jurado justo hubiera repudiado el caso hace meses", escribió, por ejemplo, el ganador de un Puli-tzer Timothy Egan en The New York Times. Por eso, en EE.UU. el regreso de Amanda ha sido un triunfo colectivo.
El pasado martes llegaba Amanda a Seattle. Emocionada, alternando sollozos con miradas de alegría, Knox tuvo una breve aparición para calmar el interés de los medios estadounidenses por recoger en directo sus primeras palabras. En medio de una ola de especulaciones sobre lo que pasará en la vida de la exestudiante se habla de que la Fiscalía apelará en Roma. Pero lo que verdaderamente se espera con fruición es la comparecencia, en los próximos días, de la joven relatando con profusión sus experiencias. Varias cadenas de televisión ya se han dirigido a ella ofreciendo elevadas sumas. Se llega a hablar de un millón de dólares, cantidad a la que Knox podrá sumar lo que obtenga por un libro de memorias y de las películas para televisión o cine que seguramente se harán sobre lo ocurrido.
Por el contrario, en Italia todavía se escuchan los ecos de las exclamaciones de "vergogna, vergogna", ("vergüenza, vergüenza"), que brotaron espontáneas de las gargantas de los vecinos de Perugia congregados a las puertas del juzgado del que salió Amanda la noche del pasado día 3 de este mes.
sin asesino, arma, ni móvil
Incógnitas sin resolver
Muchas son las incógnitas que quedan flotando como pesados fantasmas en el aire de Perugia. Para empezar, con la absolución tanto de Knox, como de su exnovio, el asesinato queda sin autor reconocido. Actualmente, solo hay una persona implicada en el caso cumpliendo condena. Es Roy Guede, el amigo de la pareja, acusado de violar a la joven antes de ser asesinada. También sigue en paradero desconocido el arma con la que se cometió el brutal crimen.
Las diferentes versiones que Knox ofreció al jurado dejan, asimismo, la puerta abierta sobre su paradero en aquella noche y han sembrado la incertidumbre. Amanda, que en su primera declaración afirmó que pasó el 1 de noviembre de 2007 en casa de Sollecito, cambió el relato en su segunda comparecencia, afirmando que se encontraba en la cocina cuando escuchó los gritos de su compañera de piso. ¿Culpable? ¿Inocente? Quizás haya que esperar a que una película responda a la pregunta.
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