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Dramática cogida de Juan José Padilla en la plaza de Zaragoza

El torero jerezano se encuentra en estado "muy grave" después de que el asta del toro que lidiaba le entrara por el pómulo y saliera por el ojo

ZARAGOZA. El torero Juan José Padilla se encuentra en estado muy grave tras la cornada que sufrió en la tarde de ayer en la plaza de toros de Zaragoza. Padilla resultó herido por el cuarto toro de la tarde, un animal peligroso y complicado de la ganadería de Ana Romero, que le corneó en el pómulo izquierdo a la salida de un par de banderillas. El asta penetró por el pómulo izquierdo y salió por el ojo izquierdo. Al ser recogido por las asistencias, Padilla se quejaba diciendo "no veo, no veo". El torero fue trasladado a la enfermería con el rostro ensangrentado y el globo ocular fuera de su cuenca.

Padilla sufre "grave traumatismo cráneo facial por lesión en el aparato auditivo y el ojo izquierdo. Pronóstico muy grave. Se le aplica sedación profunda y entubado para respiración traqueal y es trasladado al (hospital) Miguel Servet", rezaba el parte firmado por el doctor Carlos Val-Carreres, cirujano jefe de la plaza de toros. En breves declaraciones a los periodistas, el doctor agregó que el pitón del toro "ha entrado por encima del maxilar inferior del lado izquierdo". "Es una herida muy escandalosa en todos los sentidos", dijo Val-Carreres, quien añadió que "todo está pendiente de la exploración del hospital". El TAC que se le practicó descartó que sufriera daños cerebrales. "Se va a poner en manos de muchos especialistas: oculistas, otorrinos, maxilofaciales y cirujanos plásticos", explicó el médico.

Val-Carreres informó de que el torero había entrado en la enfermería de la plaza "consciente y con sensación de asfixia y por eso lo han intubado traquealmente". El torero ingresó en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Miguel Servet a las 19.52 horas y a última hora de la noche de ayer estaba siendo intervenido quirúrgicamente.

Padilla sufrió en Zaragoza la cornada más grave de todas cuantas ha sufrido en su carrera. Honesto y luchador ante los toros más serios y de las ganaderías más duras, el jerezano tiene surcado su cuerpo por más de cuarenta cicatrices. La de ayer fue la más tremenda. El toro, un basto y viejo ejemplar de más de cinco años, ya le había mostrado su mala condición en el saludo de capa, y aún más en los primeros pares de un tercio de banderillas que protagonizó el propio Padilla, tan apurado que resultó derribado. Con el torero de bruces en la arena, el toro lanzó un seco derrote que introdujo el pitón tras su maxilar izquierdo, antes de salir hacia la puerta de toriles. Cuando se levantó gesticulando en solicitud de ayuda, Padilla llevaba ya el ojo desorbitado.