Bilbao. "A nuestros enfermos servimos viendo a Dios". El lema con el que nació Anesvad en 1968 y cuyo acrónimo adoptó como nombre da una idea de la inspiración cristiana que alumbró un proyecto siempre dirigido con personalismo por su fundador, José Luis Gamarra. Pero su gestión no es está en duda hasta 1996, fecha en la que la fiscalía data el inicio de las presuntas irregularidades. A partir de ese momento se suceden facturas y pagos con fondos de la entidad que acaban en los bolsillos de Aranoa o integrando su patrimonio, como su vivienda habitual en la Gran Vía bilbaina, adquirida con 204.344 euros procedentes de cuotas y donaciones de socios. Un dinero que, en principio, debería haber acabado en manos de los más necesitados de las misiones que financiaba Anesvad.

Pero la generosidad de Gamarra se extendía también a los más próximos a él dentro de la ONG, quienes en su inmensa mayoría ya no pertenecen a la organización. Quizá el caso más claro de este nepotismo fue la compra que realizó en 2004, con cargo a los fondos de Anesvad, de un turismo Renault Clio (10.451 euros), que matriculó a nombre de su sobrina, sin relación aparente con la ONG pero cuyo padre era miembro del patronato de Anesvad.

Unos años antes, en 2000, había extendido un cheque con dinero de Anesvad (17.807 euros) para pagar la mayor parte del importe de otros dos vehículos, Seat Ibiza, que se matricularon a nombre de quienes por entonces eran dos empleados de logística de la entidad.

Las muestras de generosidad con dinero ajeno fueron continuas, según el relato de la fiscal: entregó al entonces director financiero -ahora imputado- 37.698 euros mediante la emisión de cinco cheques; otros 18.000 euros fueron a parar al que era contable, y la misma cantidad acabó en manos del entonces responsable del departamento informático. Otro tanto ocurrió con un empleado del área de mantenimiento. Asimismo ingresó 7.800 euros en la cuenta del marido de su secretaria en Anesvad. También concedió préstamos a algunos de los trabajadores de Anesvad con los fondos de la ONG, que en parte no pudo recuperar. En 2003 Gamarra entregó 96.000 euros en concepto de préstamo al por entonces técnico de proyectos. Aunque este reembolsó el dinero, 60.101 euros del total de la devolución acabaron en una de las cuentas bancarias a nombre de Gamarra.

También prestó otros 60.000 euros a una de las integrantes del patronato de Anesvad, aunque la fiscal solo le consta que fueron reintegrados 15.000 euros. Esta cantidad fue a parar a manos del acusado.

la careta de lady di Especialmente llamativa es la cantidad abonada a José Ignacio Castro, por aquel entonces uno de los responsables más conocidos de Anesvad, porque fue la imagen y la voz de algunos de los anuncios de la ONG que tuvieron más repercusión en todo el Estado. Según afirma la Fiscalía de la Audiencia de Bizkaia, Gamarra hizo entrega de un total de 231.750 euros procedentes del fondo social de Anesvad a Castro, cónsul honorífico de Filipinas desde el 22 de enero de 1997, y patrono y director de proyectos de Anesvad por nombramiento del acusado.

En uno de aquellos anuncios de finales de los años 90, Castro aparecía detrás de una careta de Lady Di. A su alrededor, enfermos en la ciudad india de Bombay, donde la organización trabajaba con leprosos. El por entonces director de proyectos se quitaba la careta y se dirigía al espectador: "Ya estoy cansado. Estoy cansado de pedirte ayuda y no obtenerla. ¿Qué tenemos que hacer para convencerte de que nos eches una mano? ¿Te lo tiene que pedir una princesa?". En otro anuncio, Castro mostraba los efectos de la bacteria causante de la úlcera de Buruli en los niños de Costa de Marfil, contraponiendo el brazo de un niño curado con la prótesis que debe llevar otro amputado.