BILBAO. Jon, de Barakaldo, y Miren, de Durango, han vivido durante quince años en Bilbao. Ahora, después de estrenar su nueva vivienda en Getxo, pretenden hacer las capitulaciones matrimoniales. Aquí comienzan los quebraderos de cabeza del notario que, para realizar su trabajo, debe hacer encaje de bolillos con los diferentes derechos civiles que les amparan. Porque, como dice el padre moderno del Derecho Civil Vasco, Adrián Celaya, a día de hoy el derecho que regula las sucesiones, los matrimonios e, incluso, las posesiones en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) "es un conjunto de ordenamientos encontrados, un sistema invertebrado".

"Un verdadero conflicto de leyes", resume Andrés Urrutia, que además de ser conocido por presidir Euskaltzaindia es uno de los juristas más reputados en el ámbito del Derecho Foral de Bizkaia. Este notario, que ha tenido que encajar numerosos puzles de ese tipo a lo largo de su carrera, confiesa que el conflicto es de tal magnitud "que es el pan nuestro de cada día". En su despacho de Bilbao -municipio no aforado-, al que acuden personas de toda Bizkaia, entre el 25 y el 30% de los testamentos que redacta se acogen al Fuero de Bizkaia.

En los límites de la CAV conviven en este momento hasta cuatro clases de Derecho Civil, a consecuencia de razones históricas que distinguían por su origen entre las villas y las anteiglesias o concejos (la llamada Tierra Llana).

Está el Código Civil, el más común en el Estado español, que se aplica en la mayor parte del territorio de Araba. Dicho código también concurre en la Bizkaia aforada. Destaca asimismo el Fuero de Bizkaia, aplicable a todas las localidades vizcainas que fueron Tierra Llana, además de a determinados barrios de las villas de Bizkaia y los municipios alaveses de Laudio y Aramaio. Tiene como distintivo el principio de troncalidad, que vincula los bienes de origen familiar a los parientes de esa misma línea familiar. En varios municipios alaveses del entorno del Valle de Aiara rige el Fuero de Ayala, muy singular, pues permite la libertad total de testar. Por último, en todo el territorio guipuzcoano se aplica el Fuero de Gipuzkoa, con menor recorrido, y cuyo objetivo es asegurar la unidad del caserío.

El Derecho Civil que se aplica depende, por tanto, del vecindario civil de los ciudadanos, un principio que al igual que todo lo que rodea a esta cuestión tiene su complicación. En términos generales, se puede decir que uno accede al vecindario civil en una localidad si al menos lleva diez años empadronado, aunque solo son necesarios dos si la persona interesada en ser vecino de un determinado municipio lo solicita explícitamente en el Registro Civil.

La decisión de la pareja

El 'alkarpoderoso'

Todas estas complicaciones deben tener algo bueno. Y ese algo bueno, en el caso del Fuero de Bizkaia, resume Andrés Urrutia, es que "permite más libertad a la hora de decidir las herencias", ya que no existe la legítima que ordena el Código Civil. "Así puedo nombrar herederos por igual a todos mis descendientes o primar con toda la propiedad a uno de ellos", explica. Pero la "estrella" del Derecho Foral vizcaino es la figura del alkarpoderoso, que permite al cónyuge superviviente disponer del usufructo como más le conviene y decidir el reparto de la herencia del matrimonio con total libertad. "El punto de gravedad no está en los hijos, como en el Código Civil, sino en la pareja, que decide sobre el futuro de sus propiedades", ejemplifica Urrutia.

Este Derecho Civil ha sido "muy práctico" para transmitir la propiedad a un solo hijo, ya que tradicionalmente las explotaciones agrícolas vizcainas vinculadas al caserío han sido pequeñas y debían preservarse para dar de comer a una familia. Curiosamente, "ha aguantado los embates de la industrialización" y se ha adaptado a la modernidad, por ejemplo, aplicado a la sucesión de negocios familiares.

Pero, además de virtudes, el Fuero de Bizkaia maneja elementos que, también por su origen en una sociedad eminentemente agrícola, resultan chocantes en la actualidad, como es la troncalidad. Según dicho principio, para heredar los bienes inmuebles troncales -de vuelta al baserri y sus tierras- tienen preferencia los parientes troncales -de sangre-: en primer lugar los hijos, pero también padres, hermanos, sobrinos, tíos e, incluso, primos, antes que la mujer o el marido viudo. Los tiempos cambian, los núcleos familiares son diferentes y "la troncalidad lo va a tener difícil" en el futuro, pronostica Urrutia, al menos con sus características actuales.

Porque los diferentes derechos civiles que se aplican en la CAV están en el punto de mira de juristas e instituciones, dispuestos a modernizarlos y, sobre todo, unificarlos en lo posible, debido a que "es un puzle que incide mucho en la vida de la gente", incide Urrutia.

Modernización y unificación

Libertad civil vasca

Según en qué municipio se resida -incluso en qué barrio- significa que haya hijos que no puedan heredar nada o que un cónyuge viudo se quede sin una propiedad inmobiliaria en favor de un primo.

Los intentos de modernización y unificación no son nuevos. En la pasada legislatura, el Parlamento Vasco, que tiene la competencia exclusiva en la materia, ya creó una ponencia específica en busca de la unificación de los ordenamientos territoriales, en pro de un Derecho Civil Vasco. La UPV-EHU también ha trabajado en la elaboración de unas bases para dicho ordenamiento y la Academia Vasca de Derecho incluso redactó un texto articulado en el que extiende la vecindad civil a todos los vascos, que podrán optar entre el Código Civil y el fuero, en caso de que lo tuviesen, a la hora de dejar la herencia. La clave estaría en equiparar los derechos sucesorios de todos los vascos, sin perjuicio del mantenimiento atemperado de la troncalidad en ciertos casos en Bizkaia, y del Fuero de Ayala y el derecho civil propio de Gipuzkoa.

Para Urrutia, que ejerce de vicepresidente de la Academia Vasca de Derecho, se parte "de situaciones muy distintas, pero hay que intentar buscar un Derecho Civil para toda la CAV". Pese a que el Gobierno vasco está interesado en avanzar, Urrutia pronostica un camino legislativo "largo", ya que se precisa de un "consenso básico amplio". El objetivo, concluye, es "establecer el principio de libertad civil vasca".