BILBAO. "Si desayunas, comes y cenas en un bufé lo que te apetece, sin control, puedes llegar a consumir el triple de lo que necesitas", advierte la especialista en endocrinología y nutrición Estibaliz Ugarte ahora que muchos aún están a tiempo de ponerle remedio.
Unos se ponen a dieta y otros se ponen las botas. ¿Por defecto o por exceso se come peor en verano?
A los especialistas en endocrinología nos toca más bien el exceso. Septiembre es un mes terrorífico porque la gente llega a la consulta con unos kilitos de más, un colesterol más elevado, la glucosa más alterada y la tensión peor controlada.
¿Cuánto engordamos de media?
La gente que se va quince días de vacaciones a un hotel o un apartamento, come o cena fuera, va al chiringuito o se toma su aperitivo suele engordar entre dos y tres kilos.
En los bufés es difícil reprimirse. ¿Cuánto se llega a comer de más por tener 'barra libre'?
Hay gente que en su casa no desayuna, que es un mal hábito, y cuando va a un hotel se pone morado y llega a ingerir unas mil calorías.
¿Y en la comida?
En la comida igual. Comemos con los ojos y si en tu casa comes dos platos, en el bufé comes tres o cuatro. Lo más peligroso son los postres porque suelen ser lo más vistoso y, en lugar de coger un yogur o una fruta, la gente se come una porción de una tartita, otro poquito de helado... Variedad, pero con cantidad. Eso multiplica por diez todo.
Si se tuviese que pagar cada plato, ¿otro gallo cantaría?
Comeríamos la mitad no, la tercera parte. Comemos más de lo que nos apetece y necesitamos simplemente por el hecho de que ya está pagado y hay que aprovechar.
Arguiñano dice que hay que levantarse de la mesa con un poquito de hambre, pero casi nadie renuncia al postre, aunque esté a reventar.
El postre en el 99% de los casos es un dulce y el azúcar llama al cerebro y aumenta la apetencia por la comida. Se puede optar por comer la mitad del postre o por reducir los platos anteriores para dejar sitio.
En vacaciones también se va más de pinchos o tapas.
En Euskadi y en muchos sitios no sabemos estar sin comer y sin beber. En lugar de quedar para andar en bici, quedamos para tomar un vinito o una cañita y en verano eso es mucho más propicio porque tenemos más tiempo.
A todo esto hay que añadir las cañas, la jarrita de sangría, el vino de la comida, la copa de la noche...
El consumo de alcohol aumenta el aporte calórico. Un gramo de alcohol engorda más que un gramo de azúcar. Eso no hay que olvidarlo nunca, aparte de que pueda ser dañino para el hígado o el cerebro.
Y los niños ¿también ganan peso en los meses de verano?
Antes lo habitual era que los niños adelgazaran en verano porque comían regularmente y se movían. Ahora, en cambio, engordan. De hecho, vemos más adolescentes que en septiembre consultan por sobrepeso. Si un niño come en los chiringuitos, consume tres helados al día o se toma dos kases como aperitivo, al final acaba engordando, como los adultos.
En los bufés infantiles ofrecen pasta, salchichas, hamburguesas, patatas fritas, palitos de merluza...
Me parece una vergüenza. Los niños tienen que comer pescado, carne a la plancha, lechuga... Es como cuando vas a un restaurante y te dicen: ¿Los niños qué quieren: macarrones y filete con patatas? Pues no. El niño igual quiere un rodaballo. Yo estoy totalmente en contra del menú infantil, que lo único que aporta es comodidad para los padres porque no hay un niño al que no le gusten los espaguetis, pero así no les educamos y, además, fomentamos la obesidad infantil.
¿Qué puede suponer que un niño coma de forma desequilibrada una semana o quince días?
Si son cinco o siete días no pasa nada, podemos tener manga ancha y que coma porquerías, tampoco hay que llevar las cosas a los extremos, pero si es un mes completo, ya implica un desequilibrio. Un mes en un niño es importante.
Lo mejor, entonces, es que coman los mismos platos que los padres.
Un niño, salvo que sea menor de dos años y tenga que comer purés, tiene que comer su pescadito, su sopita, su verdurita, igual que el adulto. Que coman como el resto de la familia es la única manera de darles una educación nutricional.