Nadie medianamente equilibrado pone en duda que para vivir la vida hay que mirar hacia adelante, pero para entenderla, hay que mirar hacia atrás, cosa que hoy en día no está de moda.
El Siglo XIX para los vascos fue una tragedia y un desastre. Tres guerras perdidas, una traición en Bergara, anulación del régimen foral, imposición en pagar impuestos, servicio militar obligatorio, gobernadores civiles, la Gamazada, “Si la fuerza causa estado, la fuerza es el derecho” de Cánovas. Una maravilla. En ese ambiente desolador de pérdida total incluso del genio civil surge un joven de 28 años, el mismo que en un txakoli les dice a sus oyentes que ya estaba bien y en Larrazabal enuncia un programa de recuperación con valentía y sin circunloquios para poner pie en pared. Crea el EAJ-PNV, se presenta a las elecciones y resume su revolución, ante aquella sociedad adormecida y comodona con siete palabras: “Euzkadi es la Patria de los Vascos”. Se llamaba Sabino Arana. Muere diez años después dejando “no un partido, sino una provocación, como un pararrayos mal puesto sobre un polvorín” en palabras de su discípulo Kiskitza. Y lo tiene todo tan claro que, sabiendo que Euskal Herria existía como una apelación cultural, geográfica y lingüística, innova políticamente y hace la apuesta nacional de Euzkadi, con siete territorios, creando un neologismo eufónico, Euzkadi con Z, y, en la cárcel, escribe la letra a un Himno Nacional, porque de Nación vasca estamos hablando y no de Diputaciones.
Capitalidad
Si se leen ustedes el artículo 5 de la Constitución española, verán que dice claramente que la capital de España es Madrid. Si leen usted el estatuto de Gernika, verán en el artículo 4 que la designación de la sede de las instituciones comunes de la CAV se hará mediante ley del Parlamento Vasco. Solo ese dato refleja lo abiertas que quedaron decisiones de nervio.
Y eso fue lo que hicimos el viernes 23 de mayo de 1980. Fue la primera ley. Sede de las instituciones de la Comunidad Autónoma Vasca. Siempre puesto el ojo en Iruña, como capital definitiva de Euzkadi algún día. Con ese nombre.
Si me permiten recordar, lo hago diciendo que no fue candidatura única. Hubo cocina previa. El PNV gobernaba con la mayoría de un solo voto, en virtud de que HB no acudía a las instituciones, y esta decisión sobre la sede se discutió y dirimió en el seno de la Asamblea del PNV, que la trasladó al Parlamento.
Una serie de personas creímos que a una pequeña nación que comenzaba a respirar institucionalmente le convenía una capital como Bilbao. Era más conocida, tenía más habitantes, era sede de bancos, empresas, astilleros, un superpuerto cercano, un aeropuerto transitado, y unos edificios públicos adecuados, todo esto sin desdoro de Donostia y Gasteiz.
Emilio Gevara, que era el portavoz del PNV en el Parlamento y Diputado General de Araba, asumió la defensa de la sede alavesa como si de Perry Mason se tratara. Y nos dijo que Bilbao carecía de dichos edificios amén de otras consideraciones rebatibles. Ante aquella argumentación, llevamos nosotros (Mitxel Unzueta, Iñigo Agirre, Josu Bergara y yo) una lista de posibles ubicaciones. Ibaigane, residencia oficial del Lehendakari, el depósito Franco, sede del Parlamento una vez vaciado, la Hacienda de la Plaza Elíptica, sede del Departamento de Economía y Hacienda, el seminario de Derio, sede del Gobierno vasco con una nueva construcción y aprovechando instalaciones, el palacio Artaza Contrarrestamos con nombres la argumentación efectista de Guevara, que era sólida. Un comentarista escribió que los alaveses querían llevar el gobierno a un geriátrico (Lakua) y los bizkainos a un seminario. Los alaveses al Lehendakari a un museo (Ajuria Enea) y los bizkainos al gobierno militar (el palacete estaba incautado). Los alaveses, el Parlamento a un Instituto de Enseñanza Media (el Ramiro de Maeztu) y los bizkainos al Depósito Franco... Cosas así, dichas en un buen clima dialéctico, al que se le añadía la debilidad de la conciencia nacional de Araba, en aquel momento, que ya venía de tiempos de una República con José Luis Oriol al frente de una venenosa operación anti estatutaria sacando a Araba del proyecto común, contra un marco estatutario propio de los vascos como ocurrió en Navarra. Era un serio argumento. También el nuestro, que dijimos que al castigo de cuarenta años sin Concierto para Gipuzkoa y Bizkaia, como “provincias traidoras” por la dictadura, se le unía el mismo número de diputados en el Parlamento, solo veinte, como Araba, triplicando Bizkaia su población.
Es preciso decir que al Lehendakari Garaikoetxea, natural de Iruña, le asustaba la imagen del nacionalismo vasco unida al bizkaitarrismo y a Bilbao, que alimentaba la derecha navarra y tras una discusión argumentada, se acordó fuera Gasteiz la sede de las instituciones vascas de la CAV hace ahora 45 años.
En la actualidad, la ubicación de las oficinas centrales de 65 instituciones de todo tipo es que hay 34 en Vitoria-Gasteiz y 31 repartidas entre Bilbao, Donostia y otros municipios, pero las principales están en Gasteiz. Asimismo, y por acuerdo del Gobierno Vasco actual, en este 45 aniversario, se elevará en un 25% el canon de capitalidad para sufragar proyectos estratégicos para Gasteiz.
Pasado el tiempo, he de decir que fue una decisión acertada que ha logrado cohesionar tres territorios en espera del cuarto. Si alguien dice que mi destino no está ligado al tuyo, es como aquel que en un barco piensa que tu lado del bote se está hundiendo y el mío no. Estamos todos en el mismo bote y la mayoría remando juntos. Uno de los veteranos patriotas alaveses de los Aguirres me dijo: “Habéis hecho bien en defender lo vuestro y aceptar el resultado. Todavía nos falta en Araba músculo de país pero eso se irá haciendo lentamente, como la bechamel con los canelones”.
Lo primero que hicieron
El primer gobierno vasco de nuestra historia se eligió en Gernika el 7 de octubre de 1936. Circunstancias de guerra impidieron una elección parlamentaria para aquel gobierno de concentración donde estaban todos los partidos, PNV, PSE, ANV, PC y Republicanos, sin las derechas que estaban sublevadas. Y como el Lehendakari Agirre tenía obsesión por rendir cuentas, solo lo pudo hacer veinte años después en el Congreso Mundial Vasco de 1956 en París. Y habló de ello. “Comenzó la labor del Gobierno Vasco con su atención fija en la guerra. Pero nacía un país y había que darle forma comenzando por los símbolos, es decir, por los emblemas y la bandera. El día 19 de octubre de 1936, después del acuerdo unánime del Gobierno de Euzkadi, se acordó el emblema del gobierno y la bandera símbolo de la nueva entidad. Asimismo, se acordó el himno Euzko Abendaren Ererserkia, que desde entonces fue ejecutado en todos los actos oficiales. El país estaba en marcha, y en ello tuvieron una participación fundamental todos los consejeros, de todas las ideologías, que componían el Gobierno Vasco.
El Himno
En 1980, y ante un gobierno monocolor del PNV, el PSE no hizo honor a aquel acuerdo, pero nosotros sí y, habida cuenta que había sido anulado y reprimido por la dictadura, nada más ganada la guerra con apoyo nazi y fascista, lo planteamos como recuperación de aquel acuerdo unánime.
Nos encontramos con un García Damborenea que planteaba el De Santurce a Bilbao y a una EE, el Gernikako Arbola. HB insinuaba el Eusko Gudariak, himno de los batallones del PNV en la guerra. No fue fácil aprobarlo el 14 de abril de 1983 (aniversario de la República) y lo hicimos con el apoyo del CDS, pero sin letra. La letra, al haber sido escrita por Sabino Arana en la cárcel, no se admitía. Y pasamos por el aro pero con el compromiso de plantear en breve su letra. Se argumentaban las menciones a Jaungoikoa, como si el Gernikako Arbola fuera un himno laico y no las tuviera, pero la diferencia era que la había escrito Iparraguirre y no Sabino, que naturalmente conocía y respetaba el Gernikako, pero en su novación nacional quiso romper totalmente con el pasado carlista. El Gora ta Gora, según Karmelo Bernaola, es un gran himno por su cadencia y su raigambre en la música popular del saludo a la bandera con música de Cleto de Zabala.
Y es preciso repetir que el nombre Euskal Herria y el Gernikako fueron admitidos por la dictadura franquista y el nombre Euzkadi y el himno Gora ta Gora, así como la ikurriña, perseguidos. Muy perseguidos. Lo mismo que el Aberri Eguna, instaurado en 1932 en recuerdo a Sabino Arana y su descubrimiento nacional que había sido celebrado, como día de la Patria Vasca, por el partido socialista de 1937 a 1979, cuando se discutió el Estatuto de Gernika. Cosas de la oposición. Se olvidaron de lo que les había recordado el Lehendakari Agirre en dicho Congreso de París. “Aquella memorable sesión del Gobierno Vasco, con su impresionante unanimidad, quiso con su acuerdo tributar a Arana Goiri, maestros, apóstol y mártir, un tributo de justicia y de agradecimiento, pues sin su doctrina, profundamente democrática y auténticamente cristiana, no hubiera sido posible que una brillante juventud educada en sus doctrinas y en su ejemplo tomara el fusil contra la dictadura violenta al lado del pueblo, aun cuando sus defensores, los atacantes, invocaran el nombre de Cristo”.
Haría bien Bildu en revisar la figura de Sabino Arana, enmarcándolo en su tiempo, y en reconocer su visión nacional y la puesta en marcha de un proyecto de Nación y dejarse de ese antisabinianismo infantil y de garrafa cuando centra a Euzkadi solo en la CAV, sabiendo que Sabino Arana lo enunció para los siete territorios), la sustituye por una Euskal Herria permitida y cuando hasta ETA se llamó Euzkadi ta Askatasuna, no Euskal Herria ta Askatasuna.
Esta semana, en un acto en Amorebieta, Tasio Erkizia, recordando a Jon Idigoras ha pedido un homenaje para Chita, como le llamaba Uzturre en confianza, ya que Idigoras había sido de EGI. Pedía el reconocimiento que ha tenido Pepe Mujica. En breve, el Gobierno Vasco homenajeará al Lehendakari Garaikoetxea en un acto de reconocimiento justo y necesario. Honrar, honra. ¿Para cuándo el de Sabino Arana? Porque lo de Euskal Herria, el himno y el silencio a su obra solo obedece al infantilismo de haber dejado un instrumento nacional como es el EAJ-PNV.
En cuanto a la fiesta de la Comunidad, ¡Qué mejor que el 7 de octubre!, aniversario del primer estatuto de un gobierno vasco que tuvo hasta ejército, moneda y política exterior. Solo falta que culminen los intentos del Lehendakari Urkullu con la letra del himno y la festividad. Katea ez da eten.