Donostia. Ha explorado los ingredientes para una Euskal Hiria partiendo de la idea original de Bernardo Atxaga como una ciudad utópica ideal. Pero Igor Calzada ha avanzado algunos pasos más para concluir que la Ciudad Vasca del futuro debe ser un espacio de encuentro entre diferentes, de convivencia y de aceptación. "En la Ciudad Vasca tiene que caber el constitucionalismo/unionismo, el autonomismo/pactismo nacionalismo y el independentismo, en igualdad de oportunidades", asegura este sociólogo y politólogo con formación empresarial MBA que empezó a pensar en la Euskadi del futuro en el año 2005 teniendo como referente originario a Atxaga, y siempre bajo la perspectiva de la innovación social.

La tesis de la Ciudad Vasca del futuro es absolutamente idealista.

No lo creo. También lo podía ser el autogobierno en otra etapa histórica anterior. La Ciudad Vasca es una realidad socioeconómica que se va a imponer por su propio peso. Pero por supuesto, falta camino por recorrer. Yo creo que es necesario mirar a la nueva realidad vasca con otra mirada. Crear una utopía no heroica, sino una que tenga por sueño la mejor convivencia de todos los que vivimos aquí. Es verdad que no será cosa de hoy ni de mañana, pero para que ese momento llegue hay que lanzar ideas. ¿Utópico? Ahora puede ser. Pero cada año que pasa, estamos más cerca. Es irreversible.

De hecho, la situación política actual ha dado un giro de 180 grados.

Y es lo mejor que nos ha ocurrido. La condición sine qua non para la existencia de la Ciudad Vasca es la ausencia de todo tipo de violencia de carácter político. Y por otra parte, y es otro elemento de mi tesis doctoral, la Ley de Partidos no ayuda en este camino, simplemente no procede atendiendo a lo que está aconteciendo. Ha sido muy gratificante estar escribiendo las últimas páginas de la tesis e ir confirmando las intuiciones de hace tres años de cuando empecé, con las noticias delante.

Un paso definitivo es cómo se aborde la reconciliación.

En el tema de la reconciliación, tenemos que aprender mucho de Irlanda. Entre los entrevistados, algunos como Iñigo Lamarca o Jonan Fernández han coincidido con la idea de que el antagonismo político ha deteriorado el tejido moral de la sociedad civil vasca.

Son 400 páginas en las que usted ha hablado con mucha gente, algunos, auténticos "popes" vascos.

Sí, he querido preguntar a personas a las que admiro mucho y reconocidas en el ámbito vasco por su labor científica, desde Javier Elzo, Javier Retegui, Jon Azua, Mikel Navarro, Pedro Ibarra, Juanjo Gabiña, Alfonso Vegara, Javier Echeverría... Pero también a personalidades importantes en mi campo de la innovación social en países como EE.UU., Irlanda, Dinamarca, Finlandia y Japón. He tenido que coger mucha distancia para separarme de mi amalurra y escribir lo que he escrito. Por eso me fui al Centro de Estudios Vascos de Reno en EE.UU..

¿Cómo diagnostica lo que está ocurriendo en Euskadi?

Estamos dando los pasos que nos toca dar. Hacia la ausencia de violencia y un escenario para que seamos un territorio en Europa. Luego que cada uno defienda su particular Ciudad Vasca. Algunos le llamarán Euskadi, otros Euskal Herria, otros País Vasco, otros simplemente España. Todas las acepciones están incluidas dentro de lo que yo he definido como Ciudad Vasca. Y por cierto, Euskal Herria no se contrapone con Euskal Hiria, ni viceversa.

¿Geográficamente cómo se configura esta Euskal Hiria?

Las ideologías han estado excesivamente centradas en el territorio, en la tierra. Y en el siglo XXI, un país es mucho más que territorio. En mi obra, las partes de la Ciudad Vasca son la CAV, Nafarroa, Iparralde, CyberEuskadi y Diáspora. ¿Quién puede poner en cuestión que existe un hecho vasco en todas estas geografías vascas que las vincula de manera natural? Ciudad Vasca es un territorio no únicamente geográfico-físico. Es un territorio abierto a lo que sus ciudadanos quieran y sean capaces de desarrollar, sin injerencias.

Defiende una diáspora un tanto "sui generis".

Defiendo que hay que pasar de una diáspora 1.0 a una 2.0. Lo que yo planteo es que hace falta una revisión del concepto y de la gestión de la diáspora. La diáspora 1.0 ha sido un revival folclórico-cultural. Pero nos debemos actualizar. Por eso planteo pasar de la diáspora 1.0 a la diáspora 2.0. Pasar de un revival a un remix. No quiero simplemente exportar lo vasco desde la CAV a Boise. Quiero que desde cualquier punto de la diáspora, nos llegue la señal a cualquier punto de la CAV. Y eso se puede hacer. No quiero replicar lo de aquí allí. Hay que mantener el objetivo cultural lingüístico pero también crear una diáspora muy potente que incluso funcione de lobby.

A usted le parece muy ejemplarizante lo que le dijo Fidel Castro a Juan José Ibarretxe.

Cuando estuvo Ibarretxe con Fidel Castro, el dirigente cubano le dijo: Ustedes ven el mundo desde Euskadi, pero nosotros vemos Cuba desde el mundo. Es una frase e idea maravillosa que ejemplifica lo que quiero decir y cómo gestionar la diáspora 2.0. Tal vez el Instituto Etxepare tenga que coger nota de esta idea y saber gestionarla.

La Ciudad Vasca es puro consenso. No busca nunca la confrontación.

En mi tesis dejo muy claro que Hiria no está en contra de Herria, que Guggenheim es Euskal Hiria y Amalurra es Euskal Hiria y que todo puede convivir. No se trata de metropolizar, sino de rurbanizar, equilibrar lo urbano y lo rural.

Denuncia, sin embargo, la excesiva provincialización de la CAV.

En efecto. Todas las personas entrevistadas coinciden en que hace 28 años la LTH fue una respuesta necesaria. No obstante, seguir con un modelo obsoleto que no tiene encaje con la realidad puede ser contraproducente Por lo tanto, la LTH debe ser revisada, corregida y redimensionada con la realidad actual de frente. Básicamente porque hemos creado un aparato burocrático excesivamente grande. Esto no puede ocurrir en un territorio de dos o tres millones de ciudadanos. Cuando hablamos de Ciudad Vasca asusta mucho que alguna gente se sienta completamente vizcaina o completamente guipuzcoana cuando, al final, no tendría que haber grandes diferencias entre vivir en Eibar o en Ermua.

Pero las hay.

Sí y es muy anacrónico. Por ejemplo, no es normal las diferencias de las políticas sociales por el diferente reparto competencial. Además yo creo que la gente joven ha superado esa idea tan provincialista y es mucho más abierta. Otra cosa es que el autogobierno lo hemos hecho así, tal vez porque había que hacerlo así, y nos ha permitido tener lo que tenemos. Pero ahora debemos corregir las inercias. Debemos buscar las complementariedades entre las capitales vascas pero también incorporar al debate las comarcas. La Ciudad Vasca que yo he definido, no considera únicamente las capitales de provincia. Porque ¿qué movilidad pretendemos tener dentro de la Ciudad Vasca?

Hablando de movilidad, en la tesis aparece ampliamente citado el tren de alta velocidad.

La conclusión de mi tesis doctoral es que no sabemos gestionar proyectos de infraestructuras. Ni desde la responsabilidad institucional de una política de comunicación y participación ciudadana pero tampoco por parte de los movimientos sociales de corte ecologista. Según todos los entrevistados, porque los primeros no han sabido gestionar la comunicación y los segundos, no han salido de su lógica de reivindicación de contrapoder, que empieza a estar obsoleta. La conclusión es que nos falta avanzar mucho en política participativa por parte de las instituciones y de los movimientos sociales. Y seguramente la situación de antagonismo político no nos ha dejado aprender. En el qué no hay dudas, el problema es el cómo.

El euskera funciona siempre como vínculo, como tractor.

El euskera es la marca, el icono y el sujeto. Porque cualquiera de las cinco geografías vascas que describo, no se me podrá negar, desde cualquier ideología mantienen un vínculo lingüístico, cultural e incluso identitario. Yo he dibujado una Ciudad Vasca en red en la que el euskera debe ser el centro. Luego habrá mezcla, fusión, mestizaje, con la inmigración, la multiculturalidad, lo diverso y lo diferente... y tendremos que poner en valor todos esos elementos de la convivencia diaria. En mi obra, yo he definido Ciudad Vasca como la suma de cuatro tipos de ciudades: ciudad sostenible, ciudad conectada, ciudad creativa y ciudad participativa.

Su trabajo se muestra crítico con el papel de las instituciones. Parece que hay un aparato burocrático que favorece que las personas innovadoras no encuentren su camino.

Efectivamente. Existe una paradoja. El sistema pide emprendedores, innovadores y creadores y obtiene conformismo, burocratización y funcionarios. Se echa de menos una política científica más avanzada como la de los países nórdicos. Se habla mucho de talento global, de la política de fichajes pero no hablamos del talento local ni de cómo mezclamos el talento local con el global. Las universidades deben ser los agentes transformadores de la revolución científico-tecnológica que vivimos. Su papel es más clave que nunca. Debemos salir del letargo en el que estamos inmersos, antes de que sea tarde.

¿Hay algún antecedente de Euskal Hiria en el mundo?

La Ciudad Vasca, técnicamente hablando es una ciudad-región, que puede ser comunidad autónoma, federación, estado… lo que quiera. Hay algunos precedentes de ciudades-regiones, un concepto con una potencialidad impresionante porque es una unidad básica para vertebrar territorio.