El pulmón de los vascos de Shanghai
La Euskal Etxea pionera en Asia cumple con buena salud sus primeros cinco años y estrena sede
Bilbao
El tópico del vasco tripa-handi se cumple hasta en el último confín. "Cualquier cosa que nos reúna a los vascos delante de un plato de comida es motivo válido para juntarse en nuestra Euskal Etxea". La donostiarra Estibalitz Gete no para en todo el día. Trabaja en el pabellón de Bilbao en la Expo de Shanghai, evento que enfila la recta final, y lidia con las enormes distancias de la capital económica de China, una megalópolis de 20 millones de habitantes. Ocupa parte de su escaso tiempo libre en ayudar en la gestión de este centro, que acoge con los brazos abiertos a los vascos que se desplazan a la ciudad asiática. Lo mismo le ocurre al también donostiarra Ander Azkue, lehendakari de turno de la Euskal Etxea: "Entre semana te dedicas a trabajar en exclusiva y dejas el fin de semana para los momentos de ocio y para poder encontrarte con el resto de expatriados". A diez mil kilómetros de distancia, una veintena de socios y el mismo número de asociados corporativos -las empresas procedentes de Euskadi que están radicadas en Shanghai-, posibilitan la existencia de este "pulmón de los vascos" en la estresante ciudad asiática, como apunta la vicepresidenta, Estibalitz Gete.
El colectivo de vascos en Shanghai está de enhorabuena porque se acaba de celebrar el quinto aniversario de la creación de la Euskal Etxea pionera en Asia, y que ha coincidido con el traslado a la tercera sede que ha tenido en su aún corta historia. El centro ocupa un coqueto inmueble de tres pisos con patio interior y cocina, apto para cualquier reunión y, sobre todo, para los encuentros gastronómicos y festivos que se organizan al menos una vez al mes.
barrio tradicional El edificio, situado en el distrito de Jing"an Temple, está mimetizado con el entorno: un barrio popular y tradicional chino, en el que los paisanos pasean en pijama y la ropa está tendida de lado a la lado de la calle. Decorada con motivos vascos, como la camiseta del Athletic firmada por los jugadores o un antiguo cartel de los pelotaris del desaparecido jai alai de Tien-Tsin, la Euskal Etxea funciona como un txoko o una sociedad gastronómica al uso. Los asociados abonan la cuota -de unos 200 euros para los socios individuales- y tienen sus llaves, de manera que pueden utilizar el local para comer, merendar o cenar en compañía de amigos e invitados.
También es lugar de encuentro ideal para realizar las actividades de la Euskal Etxea, entre las que destacan los campeonatos y las celebraciones trasplantadas de Euskadi: las txapelketas de mus y de poesía y los cursos tai chi se combinan con las celebraciones de Santo Tomás, de las regatas de La Concha, la Tamborrada donostiarra -"con gorros de cocineros, tambores y batuta, todo incluido", detalla Estibalitz- o la fiesta de Maritxu Kajoi, típica de Arrasate. No pueden faltar los eventos gastronómicos, como los concursos de quesos y las alubiadas que organizan todos los noviembres, y que reúnen a sesenta personas en el baserri que Mondragon Corporación tiene en el parque industrial de Kunshan. La gastronomía vasca es todo un reto para los celosos aduaneros chinos: "Para importar los sacramentos de la alubiada, tenemos problemas. Hay que traerlos en la maleta entre unos y otros, a ver a quién no pillan. Para el concurso de quesos tuvimos que emplear todos los trucos a nuestro alcance: envasado al vacío, doble envasado, traerlos en bolsas de café para despistar a los perros de la aduana... Pero, al final, celebramos nuestra txapelketa".
Y no olvidan el deporte: los bravos expatriados se atreven con los herri kirolak y hasta se ha constituido una Euskal Selekzioa de fútbol masculino, que el verano pasado le endosó un honroso 1-0 a la Roja, que, eso sí, no contaba para la ocasión ni con Villa ni con Casillas. "Cosas que no pasan en Euskadi aquí ocurren", comenta, jocosa, Estibalitz Gete.
estrés, mucho estrés Pero la función de la Euskal Etxea de Shanghai va mucho más allá de este aspecto lúdico. La mayor parte de los expatriados en Shanghai trabaja para las empresas vascas radicadas allí o son sus acompañantes. "Procuramos ayudar al recién llegado en la medida de lo posible. Para la gente que viene por primera vez y no sabe qué se va a encontrar, toparse con la Euskal Etxea y con una cuadrilla de sesenta personas significa que se te abre el cielo", reconoce Ander Azkue, que trabaja para la empresa tolosarra Jamai. "Y es un sitio para relajarte y encontrarte con gente que tiene la misma forma de pensar que tú", apostilla Gete.
La distancia del hogar y, sobre todo, el enorme abismo que separa la cultura china de la vasca hacen que, por término medio, los expatriados permanezcan en Shanghai entre dos y tres años, como probablemente será el caso del lehendakari del centro: "La mayor parte venimos con fecha de caducidad, para cerrar un proyecto determinado y luego volver. La cabra tira al monte. Lo cierto que este país es un poco más complicado que otros por la disparidad cultural; tenemos diferentes formas de entender la vida y el negocio. Se generan conflictos y al final la gente se cansa de este tipo de líos".
Vecinos cotillas... y contentos También está con la mirada puesta en la vuelta Estibalitz Gete, donostiarra que aterrizó en China para acompañar a su novio, Mikel Usandizaga, que trabaja para la firma Orkli. "No creo que vayamos a echar raíces en Shanghai. Estoy encantada de estar aquí porque es un sitio que me ha ofrecido mil oportunidades, pero es una ciudad demasiado grande, con demasiado tráfico, rascacielos, contaminación y ruido. El estrés que genera la ciudad es lo que te va quemando poco a poco". El quinto aniversario del centro ha coincidido con el traslado de sede. Los vascos de Shanghai lo celebraron el pasado junio con una fiesta a la que invitaron a vecinos de su tradicional barrio, alarmados por los movimientos de los extranjeros. Así que la Euskal Etxea optó por la táctica de invitar al vecindario al festejo. "Vinieron algunos de ellos, se tomaron algo y, a partir de ese momento, todo tranquilo".
Xabier Coronado, arrasatearra que trabaja para Fagor, percibe que los chinos que visitan el centro se quedan "muy sorprendidos cuando ven que es un centro tan abierto". Lo mismo les ocurre al resto de extranjeros radicados en Shanghai y que conocen la Euskal Etxea. "Suelen decir con pena que ellos no tienen nuestra unión". Tan es así que el local se ha convertido en una especie de centro de acogida de otras diásporas. "Los catalanes, por ejemplo, han llegado a celebrar alguno de sus actos en nuestra casa", desvela Coronado.
Los expatriados vienen y van pero el futuro de la Euskal Etxea de Shanghai parece garantizado. En lo económico, el apoyo de los socios corporativos es esencial. También se está a la espera de recibir por primera vez una subvención del Gobierno vasco después de que, finalmente, el centro se haya podido constituir en asociación, aunque haya tenido que hacerlo en Hong Kong. "Tenemos Euskal Etxea para rato", resume Ander Azkue.
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