Al comienzo de la campaña para las elecciones generales del 23 de julio de 2023, Diario de Noticias de Álava citó a los cinco cabezas de lista del territorio en el local de la sociedad gastronómica de Zuazo para hacer el clásico y siempre ameno reportaje en que los candidatos muestran su lado más humano. Javier de Andrés, número uno del PP, se presentó a la cita y hasta llegó a hacerse una de las primeras fotografías, en la que posaba sujetando una cazuela de barro y exhibiendo una cara de vinagre del nueve largo. Inmediatamente después de ser inmortalizado de esa guisa, De Andrés se quitó el delantal y abandonó la sesión de instantáneas argumentando que “no se sentía cómodo” con la compañía porque el encuentro iba más allá de la “cortesía”, rayaba la “camaradería y la amistad” y “podía generar interpretaciones”, según recogió, con inusitada estupefacción, la cabecera alavesa de Grupo Noticias. Todo, porque uno de los presentes en el encuentro era Iñaki Ruiz de Pinedo, que volvía a abrir la plancha alavesa de EH Bildu, circunstancia que el protagonista de la espantada conocía sobradamente. Es más, no era ni remotamente la primera vez que coincidía en espacio y tiempo con el veterano representante de la coalición soberanista.

La anécdota, que es más bien una categoría, da muchas pistas sobre el manual de comportamiento del candidato del PP a vasco a lehendakari. Periodista de formación, aunque con corta trayectoria en el ejercicio real del oficio, De Andrés siempre ha manejado las herramientas –a veces, las triquiñuelas– de la comunicación para hacerse un hueco en los titulares. En eso es un discípulo, quizá no aventajado pero sí tenaz, de Miguel Ángel Rodríguez, muñidor del liderazgo contra natura de Isabel Díaz Ayuso, a quien el protagonista de esta líneas dispensa una admiración rayana en la pasión. No en vano fue la emperatriz de Sol su madrina en el desayuno informativo en la villa y corte en que prácticamente se postuló como candidata consorte y dejó las antologías la acusación al PNV de “haber euskaldunizado el País Vasco”.

El dedo de Feijóo

El otro gran valedor del aspirante popular a Ajuria Enea es Alberto Núñez-Feijóo, que lo designó presidente de la sucursal genovesa en la demarcación autonómica, eso sí, después de sostener durante más de un año al frente de la zozobrante nave a Carlos Iturgaiz. El argumentario de la sustitución incidía en que Javier de Andrés tenía experiencia de gestión (cuatro años como Diputado General de Araba y uno y medio como Delegado del Gobierno de Rajoy en la CAV) y mostraba el “perfil moderado” adecuado para disputar cierta parte del electorado fronterizo con el PNV.

En el medio año escaso que ha pasado desde su entronización, el teórico talante abierto ha quedado ampliamente desmentido. Su campaña tira de los mismos comodines que la de Iturgaiz en 2020 y, en realidad, de la de todos los candidatos del PP, incluido Jaime Mayor Oreja hace más de dos decenios: agitación del espantajo independentista (con ETA al fondo del difuso paisaje), ataques al euskera, mensajes xenófobos en el peor estilo Javier Maroto e invectivas contra los perceptores de la RGI porque no van en consonancia de “la cultura del esfuerzo”.

Como remate (hasta el momento de escribir estas líneas), el candidato se marcó un vídeo en el que, junto a varios conmilitones, tiraba de la gracieta de la txapela colocada a “a rosca”, en alusión a quienes aspiran legítimamente a un mayor autogobierno.

Imposible distinguir las diferencias con el discurso de Vox.