EL domingo electoral amaneció azul y templado. Minutos después de su apertura, un apoderado solitario oteaba la plaza de las Escuelas de Uribarri desde lo alto de la escalinata que da acceso al centro educativo. Calma chicha. Pareja de ertzainas conversando tranquilamente abajo. Apoderadas y apoderados de otros partidos acercándose lentamente. Ningún frenesí.

Por contra, en el exterior del colegio Viuda de Epalza de Tívoli, se registraba cierta afluencia. Una voluntaria de la Cruz Roja, con su chaleco distintivo, ayuda a dos ancianas a acceder al centro electoral. El médico que la acompaña relató que “estamos aquí para facilitar que todo el mundo pueda votar, aunque sufra problemas de movilidad o de cualquier tipo. Y también para intervenir en un caso de un síncope, por ejemplo”.

Justo antes de las 10.00 pasó frente a Tívoli el consejero de Cultura y portavoz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria; vestido con camiseta de algodón y pantalón de chandal, regresaba a casa con el pan del domingo; bajaría más tarde a votar.

En el Campo de Volantín no se apreciaba pulso electoral. Grupos de turistas y hordas de una nueva especie: el senderista urbano, distinguible por su calzado técnico, visera, ponchera y camiseta fosfo, caminando a ritmo cronometrado.

El exconcejal y ahora senador Alfonso Gil, oficiaba de apoderado en el instituto Miguel de Unamuno, donde acaba de votar la candidata María del Río. Aunque, por un momento, el personaje fue José Antonio Nielfa. Se acercó a la coordinadora designada por la administración para preguntar por su mesa, porque se la habían cambiado. La coordinadora no pudo resistir la tentación: “¿Te importa que nos hagamos una foto?”. La respuesta fue: “Vamos, cariño”. Ya delante de la urna, el artista escuchó, con el sobre en la ranura, un “José Antonio Nielfa Antón” por parte de la presidenta de la mesa. “La Otxoa para los amigos”, puntualizó, soltando su papeleta con mucho flow.

En el Grupo Escolar Municipal de Múgica, en la calle Santa María del Casco Viejo, votaron la actriz Itziar Lazkano y el dramaturgo Felipe Loza, justo a tiempo para acudir, a las doce del mediodía, al recital poético con música en directo sobre Miguel Hernández en Pabellón 6.

Nada más alejarse ambos, llegó el periodista Xabier Lapitz a cumplir con la democracia. También tenía plan. Y una bolsa de plástico en la mano. “Llevo aquí una pieza de bonito del que acaba de entrar. Se lo voy a cocinar a mi hija a la plancha, luego le añado una salsa teriyaki que elaboro yo”. Se despidió con una frase que podría servir como balance de la jornada electoral: “Sube el bonito y baja la antxoa”.

Apoderados de distintos partidos, Imanol, Ana, Mikel y Sabin conversaban en el amplio recibidor de las escuelas del Maestro García Rivero en Atxuri. “Tradicionalmente este es un colegio muy tranquilo. En general, las elecciones son tranquilas. Los únicos problemas que se nos presentan son de accesibilidad, pero contamos con el apoyo de la Cruz Roja”, comentaban. Son representantes de EH Bildu, PSOE, PNV y Elkarrekin Podemos. Y coincidían completamente en lo relatado.

El centro cívico de San Francisco, en la plaza del Corazón de María, ha acogido por primera vez un colegio electoral. La afluencia constituía buena muestra de la diversidad de la sociedad bilbaina. Junto al flamante huerto urbano del centro cívico, el togolés Koudjo Mawuli Klevo, apoderado del PNV, narraba que su misión consiste en “ayudar a quien lo precise e informar sobre los datos de asistencia”. El políglota Koudjo es experto en programas europeos.

Los colegios Iruarteta, donde acude el vecindario de Miribilla, y Félix Serrano, donde vota una parte de Indautxu, reflejaban dos realidades demográficas distintas. En el primero, abundaban parejas con peques. Rodaban pelotas y bicis con ruedines, y se escuchaba un griterío cargado de futuro. Mientras, en Félix Serrano, familias troncales, muchas de ellas con integrantes de tres generaciones, caminaban con calma hacia la pausa democrática previa al aperitivo dominical.

En el pórtico de la parroquia de San Rafael, en Zabala, parecía que habían habilitado una mesa electoral. Pero no. Se trataba de un puestito de venta de mermeladas, pastas y obleas de las Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús del monasterio del alto de Arrate, en Eibar. Lo atendían monjas muy jóvenes, que indicaban que también vendían vía web y que se podía abonar con tarjeta de crédito.

A quien compraba le despedían con una frase válida para las candidatas y candidatos que se la jugaban a esa misma hora. “Muchas gracias por la ayuda, feliz domingo y que Dios esté con usted”.