Los museos crecen, Bilbao y Bizkaia se convierten en platós cinematográficos... La cultura atraviesa un momento ilusionante y de esperanza, recuperándose del duro mazazo que supuso la pandemia para el sector y afianzándose como elemento estratégico de futuro.

El proyecto del Guggenheim Urdaibai, llamado a ser un nuevo acicate económico y cultural para el territorio vizcaino, es una realidad tangible. La licitación para el derribo de la antigua fábrica de cubiertos Dalia, en Gernika, una de las dos sedes de este proyecto, ya está en marcha y la demolición comenzará después del verano. El proyecto de ampliación discontinua del Guggenheim Bilbao lleva 13 años encima de la mesa, pero ha encontrado numerosos impedimentos en su camino.

Algunos de los argumentos esgrimidos contra él ya se escucharon cuando se gestó el proyecto de Bilbao: la cultura no era la solución para la crisis en la que estaba inmerso Euskadi. También se calificó de reflejo del imperialismo americano y de producto franquicia. Las razones aducidas entonces eran que en época de crisis no se podía invertir en un proyecto cultural de esas características. Además, existía un cierto miedo de que el nuevo museo se convirtiese en una especie de Disneylandia artística, de espaldas a la identidad cultural vasca. No se quería la marca Guggenheim.

Veinticinco años más tarde, aquel criticado proyecto, que cambió una ciudad industrial en declive a través del arte contemporáneo, sigue siendo un referente cultural mundial y un motor económico para Euskadi. El Guggenheim sigue recibiendo en torno a un millón de visitantes al año y genera una actividad económica de 197 millones de euros, contribuyendo al mantenimiento de una media de 5.420 empleos anuales.

La Diputación de Bizkaia ha destinado 40 millones de euros como primera inversión a su ampliación en Urdaibai y el proyecto está a la espera de los fondos europeos. Su puesta en marcha generará 39 millones de euros cada año al PIB, además de 692 empleos y una recaudación para las arcas públicas, a través de impuestos, de 10,4 millones. A ellos se unirá toda la actividad económica que se generará en torno al museo.

25 años después, el Guggenheim sigue siendo un referente cultural mundial. Oskar González

El Guggenheim Urdaibai, que abrirá solo unos meses al año y con visitantes limitados, será un nuevo modelo museístico, que aunará producción artística, ecología, tecnología, conectividad social e investigación, y proporcionará al visitante una experiencia diferente y complementaria a la del actual Guggenheim Bilbao. Una experiencia que comenzará en la villa foral, en los terrenos donde se ubica la antigua fábrica de cubiertos Dalia, y finalizará en Murueta, donde se encuentra el astillero. En Gernika y en Murueta se construirán dos nuevos edificios.

“Es una ampliación más cualitativa que cuantitativa, no continua, que pretende ofrecer a los visitantes del museo una experiencia muy complementaria, muy ligada a la naturaleza, al paisaje, que pueda tener una base muy firme en cuanto a dar acogida a los procesos de creación, de interdisciplinariedad entre las prácticas que ahí se plantean. El proyecto tiene vocación de sostenibilidad, evidentemente no solo porque esté en Urdaibai, sino porque quiere ser una referencia en el ámbito de la sostenibilidad”, explica Juan Ignacio Vidarte, director general del Guggenheim Bilbao.

El planteamiento presentado contempla que todo el recorrido, que discurre por la vega de la ría de Gernika, esté copado por diferentes propuestas artísticas, de ahí el interés de realizar el recorrido a pie. Una ampliación que se realizará siempre bajo los criterios de sostenibilidad y respeto al medio ambiente. Este último es un requisito indispensable, más si cabe en una comarca cuyos suelos, o buena parte de ellos, están sometidos a un Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG), un documento normativo “que ordena las actividades a realizar en el suelo no urbanizable de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai desde un enfoque de sostenibilidad”.

Norman Foster, presentando la ampliación del Bellas Artes. J. M. M.

Bellas Artes, Euskal Museoa...

La cultura pinta bien en Bizkaia. La pandemia supuso un fuerte golpe para el sector, uno de los más afectados por la crisis sanitaria del coronavirus. La industria cultural y creativa (ICC) perdió en Euskadi 243 empresas y 563 puestos de trabajo durante 2020, según un informe sobre el impacto del covid en el sector que presentó el Gobierno vasco, lo que supone unas pérdidas ligeramente superiores al del conjunto de empresas de la economía vasca.

Pero, poco a poco, se fue retomando la actividad y aunque en algunos sectores como el cine o el teatro no se ha recuperado del todo el número de espectadores de la época prepandemia, se han puesto en marcha numerosos proyectos. Bizkaia apuesta por la cultura. En la actualidad, el Bellas Artes afronta también su ampliación, un proyecto que ha costado 45 millones de euros y que simbolizará el inicio de una nueva era para el museo. El proyecto está firmado por el británico Norman Foster y el vasco Luis María Uriarte y si, todo va según lo previsto, la ampliación del museo estará concluida a finales de 2024.

Miguel Zugaza, director del Bellas Artes, lo tiene claro: “Lo que estamos construyendo va a ser bueno para el museo y también para Bilbao y su apuesta por el arte”.

Además, Euskal Museoa atraviesa un proceso de renovación integral, una minuciosa labor que dará lugar a un espacio actualizado y que plantea más de 6.400 metros cuadrados de superficie museística, un incremento del 38% respecto al actual. El nuevo museo abrirá sus puertas en 2024 tras el proceso de renovación integral al que se está sometiendo.