A Legión Cóndor llegó a Euskadi al mando del general Hugo Sperrle. Era una persona de aspecto terrible, "como un oso, muy alto [de dos metros] y ¡casi 200 kilos de peso!, con su gran monóculo y úlcera de estómago, no hablaba ni castellano ni francés, siempre estaba amenazando con consejos de guerra". En opinión de Hitler, el masivo aspecto de Sperrle, su grueso cuello y sus feroces cualidades físicas, hacían de él un perfecto general prusiano, uno de los dos generales "de aspecto más brutal" de su ejército. El coronel Wolfram von Richthofen fue nombrado jefe del estado mayor. Ingeniero aeronáutico, era una persona silenciosa, metódica y extremadamente cruel. Admirador de Hitler y miembro del partido nazi, su misión era desarrollar el "bombardeo perfecto", aquella técnica de lanzamiento de bombas que brindaría a Alemania la victoria "en la próxima guerra". Él fue el arquitecto de la campaña de bombardeos de terror y el autor de los experimentos de guerra que tantas vidas costaron.

Sperrle y Richthofen llegaron a Gasteiz a finales de marzo de 1937 y se alojaron en el hotel Francia. Los pilotos y personal técnico de las unidades de caza y ataque a tierra se albergaron en el Gran Hotel Frontón. Franco determinó que la Legión Cóndor respondería directamente ante él, de modo que Sperrle tendría línea directa con Salamanca. Tan sólo se bombardearía por orden directa del Cuartel General del Generalísimo. Esto es, cada uno de los 1.871 bombardeos rebeldes sobre suelo vasco fueron orden directa de Franco. Todas las unidades aéreas rebeldes desplegadas en Euskadi, españolas, italianas y alemanas, operarían coordinadas por Sperrle.

plan de ataque diario

Basándose en las doctrinas de guerra del general italiano Giulio Douhet que había estudiado a fondo, Richthofen procuró demostrar que "la próxima guerra se ganaría desde el aire". Para ello organizó junto al coronel Juan Vigón un protocolo de ataque diario a las posiciones defensivas de Eusko Gudarostea: A las 8 a.m.,una hora de fuego de artillería; de 9 a 10 a.m., ataque de los bombarderos pesados con bombas explosivas e incendiarias (llegaban a lanzar 60 toneladas de bombas en apenas 10 minutos); 10 a.m., dos horas de bombardeo ligero y ametrallamiento aéreo de las unidades de ataque a tierra; al mediodía, nuevo ataque de la artillería; entre las 2 y las 4 p.m., nuevo bombardeo pesado y, entre las 4 y las 6 p.m., acción de los aviones de ataque a tierra. Tras diez horas consecutivas de bombardeo, las unidades de la infantería rebeldes avanzaban día a día hacia el atardecer sobre las posiciones defendidas por los gudaris sin apenas resistencia. Así se ganó la guerra en Euskadi.

Intxorta

Intxorta y Kanpantzar son dos ejemplos de este patrón operativo. Desde que el 17 de octubre de 1936 tres aparatos dejaron caer sus bombas sobre Intxorta, este monte no dejó de ser un blanco de la aviación rebelde. A partir del 13 de abril de 1937 se intensificaron los ataques. El 20 de abril no fueron las tropas de la IV Brigada las que iniciaron el asalto.

Tal como escribió el reportero de El Liberal, toda la fuerza aérea rebelde atacó Elorrio "descargando toneladas de metralla para suplir la falta de decisión de las tropas terrestres facciosas". Ese día al menos doce bombarderos Savoia-Marchetti SM. 81 y cerca de 21 Junkers Ju52, Heinkel He 111 y Dornier Do.17 atacaron Intxorta. Participó prácticamente todo el elenco de aviones del bando rebelde, decenas de aviones de ataque a tierra Heinkel He51, Heinkel He70 e IMAM Romeo Ro.37 y al menos 29 cazas Fiat Cr.32... Más de sesenta aviones atacaron las pequeñas cumbres seis veces al día el 20, 21, 22, 23 y 24 de abril.

Para el día 24 Intxorta y Kanpantzar ya no se reconocían, los impactos de los proyectiles lanzados por los facciosos habían alterado la silueta del monte; "tan intenso fue el bombardeo, tantas columnas de tierra levantó".

El reportero George Steer estuvo en el monte Intxorta durante uno de los ataques del 23 de abril: "Diez grandes bombarderos barrieron la cresta al oeste de los Intxortas, arrojando bombas incendiarias. La pesada pendiente de los pinos se convirtió de repente en un campo de lino, que se espesó y engordó más allá de los sueños de un faraón, hasta que todo se volvió blanco, y se formaron luego llamas crepitantes. Así fue cómo trataron con nuestras reservas. Por encima de nosotros, dando vueltas sin parar, volaban sus aviones de caza". Pero todo parecía en balde. Ante la imposibilidad de avanzar, Richthofen apuntó en su diario: "Sobrevienen pensamientos de reducir Bilbao ahora mismo a escombro y cenizas".

Pero no tomaron la ikurriña de la cumbre del Intxorta y el día 24 el comandante Beldarrain organizó el repliegue ordenado de sus defensores.

elgeta y elorrio

A sus faldas, Elgeta y Elorrio también padecieron duros ataques de la aviación rebelde: el primero de octubre de 1936, tres Fokker F-XIII dejaron caer 9.895 kilos de explosivo sobre Elgeta. Eso fue solo el prólogo. Castigada con 33 operaciones de bombardeo, Elgeta tiene el incierto honor de ser la octava localidad más bombardeada de la Guerra de 1936. Elorrio fue bombardeada en 22 ocasiones a partir del 9 de noviembre de 1936.

Steer registró el bombardeo y ametrallamiento de Elgeta del 23 de abril: "Nueve Junkers vinieron del sur; lanzaron su carga sobre el pequeño pueblo, cerca de catorce toneladas de bombas, todo en un segundo. Ofrecía una terrible visión a la luz despiadada del sol cuando el gran bloque de humo se elevó, media milla de largo, sobre el paso a Bergara, y el eco de las bombas resonaba de una colina a otra, entre flores azules. En nuestro huerto de manzanos en la ladera de la colina había un carro de bueyes cargado de muebles: camas, sombreros, sillas, carne y demás. Las mujeres, vestidas de negro, se mudaban, hablando rápidamente y en voz baja entre ellas en euskara, sin tono. Aviones de combate nos rociaron al pasar. Nuestra artillería dejó de hablar".

Al fin, Elgeta fue capturada. Al entrar a estudiar sus ruinas, Richthofen escribió en su diario: "Elgeta... tiene un aspecto horroroso. Muy buenos efectos del bombardeo, los impactos cayeron muy apretadamente... Cuando [los italianos] encuentran su objetivo y atinan, lo cual no ocurre a menudo, no vuelve a crecer la hierba". Tras volver a visitar Elgeta el día 26 de abril, escribió: "Examinamos Elgeta a fondo. Impresión de un magnífico efecto de los bombardeos italianos, plenamente confirmada mediante un examen más preciso".

Elorrio sufrió la misma suerte. Tal como registró Richthofen, "Elorrio está bastante destruido, o sea, casas aisladas únicamente, pero éstas a fondo. Al principio fue bombardeado por los italianos una vez, pero a continuación fue perdonado merced a sus bonitos palacios. No obstante, algunos aviones dejaron caer sus bombas aquí y allá, dentro de la ciudad, cuando no podían hallar su objetivo adecuado". Richthofen mentía; sabía perfectamente que habían ordenado bombardearla más de veinte veces. Tanto es así que cuando el periodista del Pensamiento Alavés entró en Elorrio se sorprendió porque "creíamos encontrarnos con solo ruinas, o poco menos. No era así. Elorrio ha sufrido, eso sí, los efectos de los bombardeos, pero una vez más se ve aquí el acierto fantástico con que operan la aviación y la artillería al servicio de España. Los mejores edificios están completamente intactos..." Los civiles muertos no les importaban.

Cada uno de los 1.871 bombardeos rebeldes sobre suelo vasco fueron orden directa de Franco. La Legión Cóndor respondía ante él