La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha marcado desde que llegó al poder un perfil propio, que esta semana ha subrayado de nuevo al aludir al papel del rey en los indultos del procésprocés, hasta el punto de que su jefe de filas, Pablo Casado, ha tenido que matizar sus palabras. "¿Qué va a hacer el rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Lo van a hacer cómplice de esto?". Estas tres preguntas colocaron a la presidenta madrileña en el centro del debate público, eclipsaron la protesta en Colón contra la medida de gracia y le granjearon críticas de todo el arco parlamentario.

Pese a que los populares ya habían deslizado en privado críticas al Gobierno por comprometer al monarca, Casado se desmarcó públicamente de las declaraciones de Ayuso. Esta amagó entonces con corregirse a sí misma, pero, tras decir que "el rey no es cómplice de nada", volvió a su posición inicial para sostener que el monarca "haga lo que haga, está en tela de juicio". Y agregó que Casado piensa como ella. En el PP tuvieron que recalcar que la posición de su líder era la que había sostenido en público, dejar por tanto al rey fuera del debate de los indultos.

No sólo Génova desdijo a Ayuso. Mientras que barones como el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, restaron importancia a lo dicho por la madrileña por ser un "simple comentario". En la dirección del PP han tratado de desvincularse de una polémica que, de fondo, da muestra de que sólo Ayuso marca el camino de Ayuso. Como en la pandemia. Y lanzando sus dardos al presidente del Gobierno con, a menudo, un eco mayor del que consigue Casado. A la madrileña. "Yo tengo perfil propio, aspiro a seguir defendiéndolo, he sido una mujer siempre independiente y libre y me presento yo, y el proyecto lo encabezo yo y la Comunidad de Madrid me la he echado a las espaldas yo, y así pienso seguir haciéndolo", afirmó en campaña. Sin embargo, pese al hiperliderazgo de la dirigente madrileña, Casado se encomendó a su victoria, que definió como el motor del cambio con el que buscará ganar las elecciones generales. El punto de partida de un cambio de ciclo.

El éxito de Ayuso fue incontestable: acabó con el que fuera su socio, Ciudadanos, adelantó a la izquierda y pasó a necesitar sólo la abstención de Vox. Reunificación de la derecha y "voto prestado" del PSOE, la receta que Casado necesita aplicar para alcanzar La Moncloa. Por eso, pese al perfil propio defendido por la presidenta, Casado remarcó entonces que "Isabel es puro PP, es Partido Popular por los cuatro costados". Y todos los barones del PP arroparon a Ayuso en su toma de posesión. Al contrario que en la protesta de Colón, los Feijóo, Moreno Bonilla, Fernández Mañueco y López Miras no tuvieron problemas en acudir a la Puerta del Sol a felicitar a la presidenta. Las buenas perspectivas no se quedan además en las generales -en las que las encuestas dan vencedor al PP-, si no que se extienden a Castilla y León, Castilla-La Mancha o a Andalucía. "España tiene muchos acentos, el PP también y se nos entiende muy bien en todas partes", citó Casado. Sin embargo, en Madrid, centro de la vida política nacional, el riesgo es que una voz, la de Ayuso, resuene más que la suya.