"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos". Jorge Luis Borges explica en sus versos lo inexplicable, el dolor y el recuerdo, palabras que restan frialdad a la cifra, a ese 1.451 que ya se ha quedado viejo ?aunque el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo acaba de inaugurarse? porque apenas hace un mes dos periodistas asesinados en Burkina Faso por yihadistas pasaron a engrosar la estadística del panel en el que el Memorial pone cifras al terrorismo: 1.451 fallecidos ?ya 1.453? y 4.977 heridos.

Los versos de Borges aparecen en una de las instalaciones audiovisuales de la visita, la que recoge imágenes de los archivos personales de víctimas del terrorismo en las que se pueden ver vídeos caseros en una jornada de monte con los hijos, en su boda, en un día de playa... Un intento de "rehumanizar" a las víctimas, de que dejen de ser parte de esa cifra.

El Centro Memorial, ubicado en el edificio del antiguo Banco de España de Gasteiz, una caja acorazada en la planta baja aún da testimonio de ello. Ofrece desde este miércoles al visitante 800 metros cuadrados de exposición, 700 de ellos dedicados a la muestra permanente, divididos en dos plantas y siete salas con paneles informativos, proyecciones audiovisuales, audios y pantallas interactivas, más de 200 objetos expuestos y más de mil testimonios accesibles.

Memorial de memoriales

"Meditar sobre lo que pasó es deber de todos" (Primo Levi) es otra de las citas que jalonan la visita. Este Centro Memorial se concibe como un "memorial de memoriales", que reúne a todas las víctimas del terrorismo que están reconocidas por ley ?no es el caso de las víctimas de abusos policiales por ejemplo, lo que ha sido motivo de crítica desde la concepción del proyecto?, con especial protagonismo para las víctimas de ETA, "bajo los principios de verdad, memoria, dignidad y justicia" y con ese "hilo vertebrador" de las víctimas durante el recorrido. Con este punto de partida, la visita se inicia planteando tres preguntas al visitante: ¿cómo pudo ocurrir? ¿qué habría hecho yo? ¿qué puedo hacer para que esto no se repita?

Para abordar el proyecto de musealización, explica el responsable del área de Educación y Exposición del Memorial, Raúl López Romo, se han tenido en cuenta múltiples experiencias como la Topografía del Terror en Berlín, diversos centros sobre el Holocausto en Francia, Bélgica, Holanda y Alemania, el Memorial del 11-S en Nueva York, el Museo de la Paz de Gernika o incluso, como un contraejemplo, los murales de Irlanda del Norte, "hechos por y para una comunidad determinada". Actualmente, mantienen también contacto y "colaboración estrecha" con el futuro Memorial del terrorismo que se ubicará en París, explica Florencio Domínguez, director del Centro Memorial.

El recorrido

El recorrido comienza con un homenaje a Ana María Vidal Abarca, viuda del jefe de Miñones Jesús Velasco, asesinado por ETA en Gasteiz en enero de 1980, y fundadora junto a Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O'Shea de lo que sería el germen de la Asociación de Víctimas del Terrorismo: la Hermandad de Familiares de Víctimas del Terrorismo, creada en diciembre de 1980. La vitrina junto a este panel guarda la txapela de Miñones que llevaba Velasco el día de su asesinato e incluso una pequeña cartera que recibió uno de los disparos.

Este espacio da paso ?caminando junto al cuadro Memoria de Jose Ibarrola, que toma como protagonista la simbólica imagen del paraguas abierto abandonado en el suelo tras el asesinato del periodista José Luis López de la Calle, en 2000? a una proyección "inmersiva" con una docena de testimonios de víctimas de terrorismo, desde ETA a los GAL, los GRAPO, grupos de extrema derecha, la AAA o el terrorismo yihadista.

Testimonios de víctimas de la matanza de los abogados de Atocha en 1977, el atentado de Hipercor de ETA en 1987, el atentado contra la cafetería California de los GRAPO en 1979... "ETA asesinaba y era el silencio total o el algo habrá hecho", rememora una hija de la primera víctima mortal civil de ETA, Fermín Monasterio, un taxista asesinado en 1969. "Es la primera vez que hablo", explica la hermana de Christian Olascoaga, asesinado por los GAL en Biriatou en 1984, lamentándose de haber guardado en silencio su dolor. "Muchos ignoran las historias que ocurrieron aquí", afirma el hermano de José Ramón Ansa, asesinado por la AAA en 1979. "Los días pasan pero la vida no sigue", concluye citando a Neruda la hermana de Juan Alberto González, asesinado por el terrorismo yihadista en la sala Bataclan de París en 2015.

Un itinerario por la historia

La visita continúa ya en la primera planta con un recorrido por la historia del terrorismo, itinerario cronológico a través de unos paneles que se inicia en 1960 con el asesinato de la niña Begoña Urroz a manos del DRIL. Distintos hitos jalonan esta cronología a través de paneles ilustrados, algunos más conocidos como el asesinato de Carrero Blanco por ETA, los crímenes de Atocha por la extrema derecha, los denominados años de plomo, la irrupción de los GAL, la "socialización del sufrimiento", los atentados del 11-M...

Pero también imágenes quizá menos recordadas como la que da testimonio de una manifestación ya en 1976 contra el asesinato por ETA del que fuera presidente de la Diputación de Gipuzkoa, Juan María Araluce, sus tres escoltas y su chófer. O esa que rememora el primer atentado yihadista en España, en 1985 contra el restaurante El Descanso de Torrejón de Ardoz, con 18 víctimas mortales.

En esta planta hay un espacio dedicado a los secuestrados, que permite asomarse a través de un suelo de cristal a una reproducción del zulo en el que ETA mantuvo cautivo durante 532 días el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. Antes de entrar se puede ver, por ejemplo la fotografía con la que ETA p-m reivindicó el asesinato del empresario Ángel Berazadi, en la que aparece con una pistola apuntando a su cabeza. Fue la primera vez que ETA asesinó a un secuestrado. Sucedió en abril de 1976. En agosto, ETA envió una remesa de cartas de extorsión a una quincena de empresarios de Donostia y sus alrededores acompañadas de esa macabra fotografía.

Cartas que Julio Iglesias Zamora, también secuestrado por ETA, escribió para su familia o la jamba del armario en el que Publio Cordón iba marcando cada día de su cautiverio a manos de los GRAPO son algunos de los objetos que se exponen en este espacio.

La segunda planta arranca con una sala dedicada al discurso y prácticas del odio, que recorren la historia de las distintas organizaciones terroristas a través de paneles, objetos diversos y otro tipo de instalaciones, como los audios que recogen llamadas reales de aviso de atentados de ETA, por ejemplo. A través de un pasillo que hace homenaje a los fotoperiodistas que han retratado el terrorismo, se llega al espacio dedicado a la respuesta al terror, desde el ámbito policial, judicial, político o social.

En esta sala se recogen objetos relacionados con las Fuerzas de Seguridad del Estado, desde un traje de los Tedax a armas incautadas o la reproducción de artefactos. Algunos documentos recopilados en el apartado dedicado a la respuesta al terror llaman la atención, por ejemplo la carta publicada en El Norte Exprés en 1976 firmada por Félix Alfaro Fournier en la que comunica públicamente que no va a pagar la extorsión a ETA: "Soy vasco y no deseo la destrucción de este país", escribe. Los diversos movimientos e iniciativas contra el terrorismo tienen también su espacio.

A través de los paneles que recuerdan a "los justos", con especial mención a la librería donostiarra Lagun, y a Ignacio Echeverria, el joven que falleció en Londres en 2017 cuando intentaba ayudar a otras víctimas en un ataque yihadista, se llega a la sala dedicada a dar voz a las víctimas. Seis pantallas que proyectan grabaciones y cuatro puestos de búsqueda permiten acceder al fondo de 1.098 testimonios de víctimas de que dispone el Centro Memorial.

Última sala

Finalmente, la última sala, la dedicada a las exposiciones temporales, que actualmente ocupa una muestra fotográfica sobre el 11-M.

No obstante, la visita no concluye ahí. Aunque requerirá de solicitud previa, la planta baja del edificio da acceso a una reproducción del zulo en el que ETA mantuvo secuestrado a Ortega Lara. En este caso, el visitante puede entrar en la reproducción por una pequeño hueco en la pared que da acceso al angosto espacio de menos de dos metros de alto, por tres de largo y menos de dos metros de ancho. Una tumbona, una pequeña mesa y su silla, una balda y un par de posters. Una bombilla siempre encendida. Sin la humedad asfixiante del zulo real, bajo el suelo de una nave industrial, con las paredes forradas en madera abombadas por el agua.

El Centro Memorial, que se abre el 2 de junio al público, también prevé en sus estatutos fundacionales la realizacón de actividades de sensibilización, educativas y pedagógicas y, en este sentido, se prepara por ejemplo para acoger visitas de centros escolares.

Asimismo, su centro documental aspira a ser punto de referencia sobre la historia del terrorismo y sus consecuencias en el Estado. Para ello, además de los fondos aportados por la Administración española, recibirá también la documentación entregada por las autoridades francesas a España en 2018, que actualmente está bajo estudio de la Audiencia Nacional. Este centro documental contará con archivo, hemeroteca, biblioteca y un fondo fotográfico y filmoteca.