Emilio AperribayDieprand von Richthofen jefe máximo del estado mayor de la Legión Cóndor, Wolfram von Richthofen

A día de hoy, el calor que la víctima del histórico raid y el pariente del criminal de guerra sintieron sigue vivo, presente. Dieprand -rector de una universidad- siempre que tiene ocasión comparte su reflexión crítica con el pasado nacionalsocialista de su familia involucrada en el bombardeo y se solidariza con las víctimas. Muestra cada vez su compromiso por una memoria que contribuya a la paz.

Emilio, a sus montañeros 85 años, lo agradece. Tanto a él como a su Gobierno actual que años atrás reconoció su culpa en el ataque aéreo contra población inocente de Gernika-Lumo y pueblos anejos. Sin embargo, echa en falta la voz del presidente de España, Pedro Sánchez. "Mi sueño -levanta la voz Emilio Aperribay- es que antes de morir, el Gobierno de España pida perdón por su responsabilidad en el bombardeo tal como lo hizo Alemania. Pero desde la Transición ningún gobierno ha tenido el valor. Ni el PSOE, siendo socialista ha tenido la sensibilidad. Y luego hablan de reconciliación", lamenta quien aún no tenía un año cuando su madre Victoria Ikazuriagagoitia se vio en la tesitura de huir de Gernika escondiéndose de los cazas de árbol en árbol en sentido a Forua. En esos mismos instantes, su padre Jesús salía del refugio "con la espalda quemada" junto al hermano de Emilio, Jesús. Se reencontraron los cuatro en Lumo donde aún hoy preguntan qué familia que les repartía leche les acogió. "Días atrás fuimos y nadie sabe nada. Lástima". Una bomba nazi había reventado el techo del refugio construido "de forma incoherente, con ventanas".

El residente en Berlín Dieprand aporta su opinión a DEIA desde Lemert. "Es una pena que el Gobierno de España no dé el paso de reconocer su culpa como lo hizo el mío. La razón es que aún hay partidarios del fascismo en su composición", denuncia este partidario de la democracia. "Lo ocurrido en Gernika fue un crimen contra las leyes de las naciones unidas. Fue un ataque a la legislación militar aérea de Alemania y organismos internacionales e, incluso, contras los derechos de la población".

Emilio agradece sus palabras, como estimó aquel reconfortante abrazó que no captaron los focos ni los flashes mediáticos. "De aquellos polvos, estos lodos. Con el perdón del Gobierno español se estaría más cerca de la reconciliación real y se podrían reestablecer vínculos y dejar el pasado sin olvidarlo, eso sí, para que no vuelva a ocurrir porque fue macabro y maquiavélico. Amama contaba que los pilotos iban tan bajo que se reían cuando les iban a asesinar", detalla Monika Aperribay, hija de Emilio, ambos residentes en Bilbao porque la familia no pudo volver a su hogar en la calle Industria debido a que las llamas se la comieron. Tuvieron que volver a empezar de cero, como más adelante les ocurriría una segunda vez. "Soy antitatuajes, pero me tatué en el pie el árbol de Gernika y la fecha del bombardeo porque lo siento mucho", apostilla la bilbaina.

Emilio nació el 16 de septiembre de 1936 en Gernika, casi dos meses después del golpe de Estado que acabó en guerra. Su padre Jesús suministraba patatas en Urdaibai con su camioneta de ruedas macizas. Su madre, Victoria, era de Nabarniz. El matrimonio tuvo antes que a Emilio a Jesús y más adelante una niña, Teresa. Los tres viven a día de hoy.

Emilio, anoten, desde aquel sanguinario día ha sido un superviviente continuo. En estos últimos años ha sobrevivido a cinco cánceres. El quinto el pasado febrero. También a un infarto en la cumbre cántabra de Mazo Grande, así como a un terrible accidente de tráfico en 2012. Revive siempre con el sueño perenne de escuchar el perdón del Gobierno de España. "No creo que lo consigamos, pero todos los años pienso en ello, más cuando veo a Idoia Mendia en los actos del cementerio de Zallo", envía recado desde estas líneas a la líder socialista vasca.

Y aunque su edad no le permite recordar aquel dantesco ataque, evoca lo heredado en casa. Que estando en Lumo tuvieron un plan B: Ir a Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, porque tenían una finca que había sido de la Duquesa de Alba. De hecho, aún es conocida como la finca de la Emperatriz. Allí nació Teresa y los dos hermanos partieron a Bilbao a continuar con sus estudios, a casa de un tío. "El miliciano Román Bodegas Orbañanos -de Lemoa- fue del Batallón Azaña-Vizcaya, N° 7 del Euskadiko Gudarostea, de Izquierda Republicana, con número de chapa 6060", contribuye Kepa Ganuza, de Euskal Prospekzio Taldea.

En esta familia gernikarra las anécdotas se solapan. "Román murió la víspera que lo hizo Franco. Él mismo sabiendo que le quedaba poco tiempo nos decía: Nada me jodería más que morir antes que ese cabrón. Para él era como perder una segunda guerra", sonríe la familia.

Mientras estudiaban, a sus padres el general franquista Azcárraga les quitó la finca. "De nuevo a empezar de la nada por culpa del mismo bando", analizan. Emilio aprobó Comercio Exterior Mercantil y "nunca trabajé de ello", carcajea. Su labor fue hacer presupuesto sobre construcciones metálicas. Ha sido un hombre que ha viajado mucho, incluido Alemania. "No sentía nada especial por Alemania porque tampoco estuve con alemanes como tal".

Sí, se le remueven los recuerdos cuando llega abril. "¡De una vez por todas, Sánchez tiene que actuar!", insiste quien hoy, víspera de la cruenta efeméride se casó y no solo la fecha fue una anécdota más aquel día. "Nos casamos a la vez mi hermana y yo. Ella con José María Higuero y yo con María Begoña Adán", ríe.

Mañana, volverán a mirar de forma inconsciente al cielo, aunque esté en algún monte de Bilbao. Desde Alemania, Dieprand von Richthofen volverá a lamentar lo que su ascendiente protagonizó y que él reprueba porque "debemos seguir como se está haciendo desde años atrás ahí: a favor de la reconciliación sin olvidar, pero trabajando por la paz como objetivo. Luchar desde la vía democrática para no olvidar crímenes de guerra como el de Gernika". En otras palabras, seguir abrazándonos.