Dos hombres fueron claves para exiliar de Europa a América al lehendakari José Antonio Aguirre y su familia. Uno era Constantino Zabala, suegro del presidente vasco, y el otro Manuel Ynchausti. El primero ya estaba en Venezuela por su trabajo; y el segundo en Nueva York, ciudad en la que residían otros nombres importantes que trabajaron en el mismo fin, caso de los Sota.A juicio de historiador y biógrafo de Aguirre, Iñaki Goiogana, Zabala e Ynchausti, "no fueron los únicos, pero sí los fundamentales". Destaca sobre todo la figura de Ynchausti, "porque puso el dinero y sus contactos permitieron poner a Aguirre en contacto con la jerarquía e intelectuales católicos más importante del país, así como conseguir una cátedra para que el lehendakari impartiera docencia en la Universidad de Columbia".

Constantino Zabala era un capitán de la Marina Mercante y, a continuación, naviero natural de Algorta. En 1910 había fundado la naviera Compañía Amaya, que dirigió, ubicando las oficinas centrales en Donostia. La flota de la compañía llegó a tener 30.000 toneladas métricas de carga. Como su yerno, el lehendakari Aguirre, había sido alcalde de Getxo. Koldo San Sebastián investiga estos días cada detalle de la odisea vivida por el presidente vasco ante el avance de los nazis.

Este estudioso cita al primer contacto Valentín Aguirre, de Busturia, que aunque comparte apellido con el lehendakari no es pariente suyo. Este regente de oficina de viajes consiguió sacar de la cárcel franquista a su yerno y logró enviarle a Nueva York. "Zabala cree que si Valentín lo ha conseguido con los suyos también podría hacerlo con su familia, sobre todo, por sus nietos, con los que tiene algo especial", asegura San Sebastián. Tal es así que en las fotografías que se conservan es el abuelo Constantino quien va a recibirles a la frontera entre Uruguay y Brasil. "Zabala era un armador potente que lo perdió casi todo por su ideología política, y que hizo el esfuerzo máximo para ayudar a su hija, Mari, al lehendakari y nietos para llevarlos a América", añade el investigador.

Cuando se produjo la ocupación de Bélgica, un grupo de vascos exiliados en el país europeo se preparaban para emigrar a Venezuela. Una huelga de marinos y la rapidez con que las tropas de Hitler tomaron Bélgica lo impidió. En ese momento en la comunidad vasca atrapada ante el terror nazi se encontraban la esposa y tres de los hijos de Constantino Zabala.

Así las cosas, el 8 de mayo de 1940, el lehendakari viajó desde París a La Panne, Bélgica, donde debía encontrarse con su familia. Allí estaban cuando se produjo el avance alemán. Con otros vascos trataron de llegar a zona segura pero fue imposible quedando embolsados, primero, y luego, tras la líneas alemanas.

Zabala entonces ya había llegado a Caracas. Con la ayuda del citado Valentín Aguirre y de su yerno John Zabal comenzó a negociar la compra de dos barcos abanderándolos panameños para tripulaciones vascas. "Quería utilizarlos para llevar más refugiados al país (calculaba que unos 200 por viaje) y, luego, dedicarlos al transporte entre Nueva York y Venezuela", detalla San Sebastián basándose en cartas del suegro del presidente.

Cuando tuvo conocimiento de la situación de su familia, Zabala inició una actividad frenética a pesar de no pasar por su mejor momento laboral ni personal por procesos de guerra que surgían en Euskadi. No obstante, Constantino realizó gestiones con la Cruz Roja Internacional, Cruz Roja belga, con conocidos belgas y holandeses y con el Ministerio de Relaciones exteriores venezolano. Asimismo, pidió a Valentín que, a través de su agencia, organizase el viaje.

Como no avanzaba en sus gestiones, escribió a Manuel Ynchausti, "enloquecido de angustia y dolor". "Su máximo temor era, en aquellos momentos, que el lehendakari y algunos miembros de sus familias fuesen enviados a España o internados en un campo de concentración alemán", matiza San Sebastián.

La falta de noticias fiables le hizo pensar en todo tipo de soluciones. Quiso localizar a su familia a través de una cuenta que había abierto en el National City Bank de Bruselas. Zabala recibió noticias tranquilizadoras de su familia en Bélgica. Las primeras fueron escuetas. "P. Chalbaud-Zabala. Bien". Las envió el encargado de negocios venezolano en Bélgica a través del ministro de su país en Berlín. Para entonces, ya sabe que los suyos viven, junto a los Aguirre, en Lovaina. Con la ayuda de Ynchausti, gestiona el envío de mil dólares a la Europa ocupada por los nazis.

En aquel entonces se iniciaron gestiones con el Gobierno venezolano emitiese pasaportes y visados para la familia en Bélgica, algo que consiguió. Mari Zabala pasó el filtro como mujer venezolana bajo el pseudónimo Viuda de guerra, "natural de Mérida, Venezuela". En ello trabajaron Manu y Ramón de la Sota.

El 11 de marzo de 1941, Manuel Ynchausti recibió una llamada de un diplomático dominicano que tenía que entregarle un documento. "Se trataba de una carta en la que Aguirre contaba su odisea y daba instrucciones sobre su evacuación". Tras la recepción de la misma, se intensificaron las gestiones para sacar de Europa a él y a su mujer e hijos. El primer paso era poner en regla la documentación. Tanto la del lehendakari Aguirre, que por aquel entonces se hacía pasar por ciudadano panameño bajo la identidad de José Andrés Álvarez Lastra, como la de la de Mari Zabala, Viuda de Guerra.

Constantino Zabala había dejado Venezuela y, tras pasar por Chile, se instaló en Argentina. Ynchausti recurrió entonces a Ignacio de Rotaeche, que se encontraba en Caracas. Rotaeche, debía comunicarse con el presidente del país y que ordenase el envío de un telegrama a su ministro en Berlín con este texto: "Facilite las gestiones para el regreso a América a María Arrigorriaga, viuda de guerra, acompañada de sus hijos María y José".

Rotaeche se asusta: "El encargo excede mis medios, pero gestiono: Escribiré: Saludos", telegrafió a Ynchausti. Le explica que es muy difícil acceder al presidente de la República, más con el cambio del general López Contreras sustituido por Isaías Medina.

En julio de 1944, el Centro Vasco comunicaba al cónsul Rómulo Araujo el acuerdo por el que se nombraba a Aguirre socio de honor de la institución. "Debo manifestar al Centro Vasco de Caracas, por el autorizado órgano de usted, que mi conducta en aquellos días con respecto a su distinguido compatriota, no fue otra que la que todo hombre de bien".