Hace 40 años en Iparralde se perdió la pista de José Miguel Etxeberria, más conocido como Naparra. Su asesinato y desaparición, reivindicada por el Batallón Vasco Español en junio de 1980, ha derivado en un sufrimiento añadido de sus familiares en una búsqueda infructuosa y llena de dificultades y trabas. Cuatro décadas después, el hermano menor de José Miguel, Eneko Etxeberria, sitúa este caso en las cloacas del Estado y sigue activo en la lucha por el hallazgo de los restos que permita cerrar el duelo. Aunque se sigue sin conocer oficialmente el paradero de este miembro de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, existe un posible emplazamiento pendiente de excavar en Brocas, localidad al norte de Mont-de-Marsan, en la región de Nueva Aquitania. Para ello se necesita el permiso de las autoridades francesas para excavar. Permiso que, incomprensiblemente, lleva dos años demorado en el silencio.

Supongo que el peso de la efeméride le habrá vuelto a remover muchas cosas.

-Sí, lo que se te revuelve más que todo en este momento, es que no hayamos podido ir a hacer la segunda excavación en el lugar donde el forense Paco Etxeberria indicó como primera opción de búsqueda, y sobre todo que no hayan podido llegar mis padres. Mi aita ya murió en 2006, y la ama en 2018, y ella estaba a la espera de cuándo podríamos hacer la segunda excavación. Eso es lo que más me duele. La impotencia e imposibilidad de que mi madre no haya podido conocer el paradero de mi hermano.

No han podido hacer esa nueva excavación porque requiere un permiso de las autoridades francesas que no llega.

-Nosotros solicitamos primero a la Audiencia Nacional que se hicieran las excavaciones. Como es en terreno francés, la Audiencia Nacional cursó una comisión rogatoria a las autoridades francesas. Eso tiene que pasar por el juez de enlace, un juez español en París. La primera vez, cuando se reabrió el caso en 2016, el juez Ismael Moreno cursó la primera comisión rogatoria, las autoridades francesas hicieron sus trabajos previos y descartaron una de las opciones que marcaba Paco Etxeberria, que era la más plausible, y se inclinaron por la opción B que señalaba Paco. Ahí hubo un lapso de tiempo de siete meses y el 4 de abril de 2017 se hizo la excavación con resultados negativos en ese lugar. Nosotros nos temíamos que tanto la Fiscalía como el juez diesen por realizado el intento y dejasen correr el asunto. En septiembre de 2017 llegó el informe de las autoridades francesas y a continuación Ismael Moreno ya quería cerrar el caso provisionalmente hasta que no hubiese nuevas gestiones.

Pero quedaba pendiente excavar en la opción A.

-Sí, pero como ya lo habían descartado los franceses, pues Ismael Moreno también. Nosotros presentamos un recurso ante el mismo juez, que nos lo echó para atrás, hicimos recurso de apelación, y en 2018 la Sala Segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional aceptó dicha apelación y conseguimos otra comisión rogatoria para que se hiciese la segunda búsqueda en el segundo punto. El que Paco decía que tenía más opciones. Aquel 16 de mayo, víspera del cumpleaños de mi madre, lo celebramos como un regalo para ella. Pensábamos que si antes habían tardado siete meses en hacer todo ese trabajo previo que ya estaba hecho, para otoño ya se podría reiniciar la búsqueda, pero se ha ido dilatando. En noviembre de 2018, entre tanto, murió la ama, y nos plantamos hasta el día de hoy.

Supone añadir un extra de sufrimiento a algo ya muy doloroso. Una crueldad o una falta de empatía enorme.

-Total, total. Al final no sabes ni lo qué pensar, por qué esa dilación en el tiempo. Lo que sí denota es una falta de voluntad política para aclarar ciertos casos.

El documental que ahora van a impulsar tras financiarlo por crowdfunding repasará todos los altibajos de esta andadura.

-Sí, Iñaki Alforja e Iban Toledo se pusieron en contacto con nosotros en mayo de 2017 y nos propusieron el proyecto, como una aportación suya a la memoria de hechos que han pasado en nuestra tierra.

Se va a llamar 'Historia de un volante'. Porque cuando localizaron el coche de su hermano en Ziburu, a su padre se le ocurrió desatornillar el volante del automóvil, antes de enviar el vehículo al desguace.

-Fue curioso, los gendarmes apenas tomaron huellas ni nada por el estilo. Y entonces mi padre, como una especie de recuerdo, no sé cómo llamarlo exactamente, le dio por coger el volante y lo trajo a casa. Y ese volante que aún conservo es lo que a Iñaki Alforja e Iban Toledo, a partir de una fotografía que nos había hecho anteriormente Joseba Zabalza a mi ama y a mí para un libro, se les ocurrió que podía ser una imagen icónica para el documental.

Recuerda usted en el tráiler que lleva más de dos tercios de su vida con la expectativa de encontrar a su hermano. Un peso que no quiere traspasar en el futuro a su hijo, si es que de momento no hubiese éxito en la búsqueda.

-A mí me tocó esto porque me tocó. Pero era mi hermano. El hecho en sí de que tengamos que seguir en ello, que tenemos que seguir peleando para ver si lo podemos encontrar, yo por qué le tengo que dejar a mi hijo esa carga. No tendría por qué dejarle ninguna carga, otra cosa es si después él la asumiría o no, claro.

Cuentan también que el dato con la posible ubicación de los restos de su hermano vino de un exagente del Cesid. ¿Cómo se produjo aquel testimonio?

-El periodista Iñaki Errazkin estaba haciendo un trabajo de investigación, se había puesto en contacto al parecer el exmiembro este del Cesid. Estaba sobre otro tema, creo que algo sobre la Casa Real, y sin más, agarró y le dijo: "Me estás cayendo bien, te voy a hacer un regalo". Y al parecer, con papel y boli, y de su puño y letra le hizo la descripción, tal cual.

¿Y cómo justificó que supiese eso?

-Por papeles que habían pasado por él.

Porque el Batallón Vasco Español también dio en su día una localización.

-Sí, estuvimos rastreando en la zona de Txantako, dijeron que estaba enterrado allí, donde San Juan de Luz, y al poco el BVE sacó otro comunicado diciendo que unos gendarmes habían sacado el cuerpo y lo habían llevado a otro sitio, cerca de Dax.

Usted pone de relieve la importancia de dar con los huesos de su hermano. "Desaparecer es como si no hubiese existido", ha afirmado.

-Eso es lo que también se quiere recoger en el documental, que la desaparición forzosa es un hecho que se da a nivel mundial, y se quiere hacer un documental relacionado no solo con el posible conflicto vasco, sino que genere empatía internacional. Cuando estuvimos en febrero en Ginebra, exponiendo el caso, uno de los miembros del Grupo de Trabajo de Desapariciones Forzosas nos decía que este era un claro exponente de la necesidad de la existencia de ese grupo. Coincidía justamente que fue el 40 aniversario también de su creación, que comenzó a trabajar el mismo año de la desaparición de mi hermano. Nosotros estuvimos el 12 de febrero en la reunión privada con el Grupo de Trabajo durante una hora. Allí nos invitaron a un acto más protocolario que tenían con delegaciones de muchos sitios del mundo.

Sabe que el hecho de que su hermano fuese miembro de los Comandos Autónomos Anticapitalistas hace que su desaparición genere desinterés en un sector de la sociedad. A este respecto, Ariel Dulitzky, experto en desapariciones forzosas, le hizo una observación sobre la esencia de los derechos humanos.

-Sí, fue en 2014, era entonces el presidente del Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas. Era argentino, también él en su familia había tenido desaparecidos durante la dictadura. El que está ahora de presidente es Luciano Hazan, también argentino, que fue abogado de las abuelas de la Plaza de Mayo. Dulitzky me comentó que un delito de lesa humanidad, que cualquier vulneración de derechos humanos no se tiene que ver quién es la persona que lo sufre, sino el hecho que lo haya sufrido, porque toda persona tiene esos derechos reflejados en los convenios internacionales y en la carta de los Derechos Humanos. La desaparición forzosa además es un delito continuado, hasta que no aparece el cuerpo.

Han estado un par de veces en Ginebra.

-En 2014 el Observatorio de Derechos Humanos del País Vasco, Behatokia, con la Fundación Egiari Zor hicieron un informe para presentarlo a Naciones Unidas con el caso de José Miguel. Diez años después de que en 2004 se cerrase provisionalmente el caso en la Audiencia Nacional, el Grupo de Trabajo lo estudió y nos invitó a exponerlo en septiembre de aquel año. Fue un punto de inflexión y se relanzó el caso. Hombre, todos los años nosotros hacíamos un acto de recuerdo para que no cayese en el olvido. Lo peor de todo es la falta de memoria, olvidarse de las cosas. Porque parece mentira pero si a ti te han matado un familiar, pero tienes unos huesos puedes hacer un duelo, cerrar una herida. Pero la nuestra está abierta. Esa herida se empezaría a sanar si apareciese el cuerpo, si pudiésemos conseguir el cuerpo.

La segunda vez que acudieron fue por tanto el pasado febrero y quedaron muy satisfechos.

-Sí, lo primero de todo porque fue el propio Grupo de Trabajo el que se puso en contacto con nosotros diciendo que seguían al tanto de la desaparición de José Miguel. Y porque las respuestas que había dado el Gobierno español por ejemplo a una batería de preguntas que había hecho Jon Iñarritu en el Congreso, o al Grupo de Trabajo, literalmente nos decían que no les valía, como diciendo que sobre el caso no había ninguna novedad, cuando habían obviado cómo se reabrió el caso, se fue a hacer una excavación y está pendiente otra. Y de eso no tenían ningún tipo de información. Y entonces nos invitaron de nuevo al periodo de sesiones que se iba a celebrar en febrero. Saber que tienes el respaldo de una organización como Naciones Unidas, eso ya ha supuesto un chute.

El paso de los años y el cambio de escenario podría llevar a los estados español y francés a una determinación por facilitar el esclarecimiento.

-Sí, pero entonces qué saldría, qué implicaciones saldrían. Ahora mismo, imagínate que sale el cuerpo, se sabría cómo lo mataron y sería una bomba.

En los años noventa ya se pasó por eso.

-Me imagino que te refieres a algunos casos de los GAL, pero fíjate, ahí tienes el caso de Lasa y Zabala, qué condenas hubo en la práctica, y no hay ninguno en la cárcel.

Me refería a la reparación que por lo menos supondría el hallazgo de los restos.

-Gente habrá que sepa dónde está. En principio, el exmiembro del Cesid tenía conocimiento. ¿Habrá más gente que lo sepa? Tiene que haber alguien, alguien ejecutó eso, alguien lo mandó.