Bilbao - Denis Itxaso pretende poner fin al estereotipo del delegado del Gobierno ocupado por los temas relacionados con la lucha contra ETA y las operaciones de la Guardia Civil y la Policía española. Vascoparlante, bien posicionado en ámbitos de la cultura vasca, curtido en política y con experiencia en gestión, el de Pasaia es el último fichaje vasco de Sánchez.

¿Le ha elegido Pedro Sánchez para dar un mayor perfil político a un cargo con poca proyección al menos aquí en Euskadi?

—Mi designación obedece a los nuevos tiempos, a tratar de que el Gobierno tenga un representante en Euskadi que represente a la sociedad vasca del siglo XXI, plural, bilingüe y que no arrastre las mochilas del pasado. No era habitual un perfil como el mío porque mis predecesores han tenido ocupaciones y preocupaciones muy ligadas a cuestiones esenciales como la defensa de la democracia, la libertad, la persecución del terrorismo, el combate contra ETA€ y eso es algo difícil de conciliar con otras cosas que ahora sí se puede y que consiste en el ejercicio del gobierno de España por el bienestar de los vascos en forma de inversiones, servicios o prestaciones.

Hasta ahora al delegado del Gobierno solo se le veía en temas relacionados con los presos y con el despliegue de la Guardia Civil y la Policía. ¿Va a cambiar esto?

—Yo soy el representante en Euskadi del conjunto de la Administración General y eso incluye también las fuerzas policiales. Pero si tuviese que hablar de las prioridades de la sociedad vasca, terminada la larga noche del terrorismo, hay que buscarlas en otro sitio: en el desarrollo económico, en el bienestar, en la igualdad entre hombres y mujeres, en el desarrollo del autogobierno y el Estatuto€

Es el primer delegado del Gobierno que accede al cargo con ETA desaparecida, pero quedan más de doscientos presos de la banda. ¿Se les va a acercar a cárceles de Euskadi?

—Este Gobierno tiene una fe absoluta en el principio de la reinserción y resocialización para cualquier preso. En el caso de los presos de ETA, su reinserción tiene un valor terapéutico para el conjunto de la sociedad siempre y cuando hagan una crítica de su pasado y muestren respeto y reconocimiento a las víctimas; siempre y cuando todo eso se lleve a cabo de una manera individualizada. Se trata de analizar si ese preso está haciendo ese tránsito, porque cuando lo hace no se beneficia solo él porque puede acceder a beneficios penitenciarios, además resulta muy terapéutico para la sociedad.

¿Se les va a pedir a los presos que den pasos hacia el reconocimiento del daño injusto como condición para ser acercados?

—Enmarcamos cualquier beneficio penitenciario, cualquier avance de grado penitenciario, en esa vocación de reinserción. Y eso es lo que está pasando en estos momentos. Y todo con información puntual y constante a las víctimas. Cuando se hacen así, las cosas pueden ir por el camino correcto.

¿Va a estar vigilante ante los 'ongietorris' a presos de ETA?

—Es entendible que alguien se alegre porque su familiar salga de la cárcel, pero hacerlo públicamente y homenajear y festejarlo en la calle supone blanquear su pasado y trasladar la idea de que todo aquello estuvo bien. No hay lugar para ningún tipo de celebración pública cuando un preso sale de la cárcel.

¿Va a actuar contra este tipo de recibimientos públicos?

—Para eso están las policías, para levantar acta y, cuando proceda, poner el caso en manos de la Fiscalía, que analizará si estos actos están organizados deliberadamente y convocados para hacer una exaltación del pasado del expreso de ETA. No podemos hacer otra cosa que actuar, para eso somos el Ejecutivo.

Algunos de sus predecesores fueron proactivos presentando recursos en los tribunales contra leyes vascas. ¿Va a seguir esta dinámica?

—Obsesiones las justas. Los recursos son un recurso habitual en democracia. También el Gobierno vasco ha recurrido a esta vía cuando ha creído que hay una invasión competencial. Vivimos tiempos de diálogo y de contraste de ideas, lo que nos permite comprender por dónde va cada ejecutivo y las razones para actuar de una u otra manera. Obviamente, si una Secretaría de Estado o la Abogacía de Estado observa que se está infringiendo algún precepto legal, no quedará más remedio que defender el cumplimiento de la ley.

¿Tiene sentido un delegado del Gobierno español en una comunidad como la vasca cuyo gobierno tiene tan amplio despliegue competencial?

—Tiene pleno sentido porque pertenecemos a un país y un Estado, España, que le sale a cuenta a los vascos. Es lógico que todo gobierno tenga delegaciones y no solo por las competencias asumidas, sino porque muchos de los marcos normativos que se aprueban en el Consejo de Ministros inciden directamente en el bienestar de los y las vascas.

¿Va a ser esta la legislatura en la que se va a completar el Estatuto de Gernika con todos los traspasos?

—El presidente Sánchez ha asumido ese compromiso y, a través de la ministra de Política Territorial, ha puesto sobre la mesa un calendario de las negociaciones que asumimos como algo complejo tanto el Gobierno español como el vasco. Hay una voluntad firme de avanzar en el Estatuto, de calendarizar las negociaciones de cada una de las competencias pendientes de transferir, de ir desbrozando todas las cuestiones técnico-jurídicas.

¿Va a permitir la transferencia de Prisiones aplicar una política penitenciaria más laxa con los presos de ETA, como ocurre con los presos del 'procés' catalán?

—No hay que confundir los planos. Estamos hablando de transferir el personal (los funcionarios de prisiones) y las instalaciones. Todo lo que tenga que ver con política penitenciaria no forma parte de la transferencia de Prisiones. Esas decisiones las toman las juntas de tratamiento y los jueces de vigilancia penitenciaria.

¿Las salidas y permisos de los presos del 'procés'se ajustan a la legalidad penitenciaria o hay manga ancha por parte de las autoridades del Govern?

—No voy a prejuzgar el uso o la política que se pueda desempeñar ni por el Ministerio del Interior, ni por la judicatura, ni por las juntas de tratamiento, ni por la comunidad autónoma que pueda tener esta competencia. Vamos a ir dando pasos, hay voluntad política para asumir la competencia de Prisiones y, sobre todo, hay confianza entre ambos gobiernos y un nivel de sintonía alto en relación a que la reinserción de los presos es algo prioritario.

¿Esa confianza permitirá cerrar un acuerdo sobre la transferencia de la gestión del régimen económico de la Seguridad Social?

—Si hay algo urgente en relación con las pensiones es la sostenibilidad del sistema público de pensiones. Este es uno de los grandes pilares del Estado de bienestar. El Gobierno español tiene depositado este debate en el seno del Pacto de Toledo para que se den los acuerdos y las reformas necesarias de cara a lograr la sostenibilidad del sistema de pensiones. Una vez que tengamos claro de qué manera vamos a financiar las pensiones, y visto cómo ha ido bajando la caja desde 2007 hasta nuestros días, habrá que tomar un acuerdo en el que estará concernido toda España. Cuando eso se despeje, podremos hablar del régimen económico de la Seguridad Social.

El Gobierno vasco no está reclamando la ruptura de la caja única sino la transferencia de la ventanilla, de la gestión del régimen económico de la Seguridad Social.

—Efectivamente, la gestión económica en modo alguno afectaría a la naturaleza unitaria de la caja, donde Euskadi es netamente beneficiaria porque presenta un déficit muy importante, ya que solo hay 1,73 trabajadores por cada pensionista en Euskadi. Si en algún sitio la natalidad es baja es en Euskadi y deberíamos estar interesados en seguir perteneciendo a esa caja única.

¿Le pondría fecha a la ejecución de esa transferencia? ¿En esta legislatura?

—No, porque no me corresponde a mí, sino al Ministerio de Política Territorial; y porque soy muy consciente de la complejidad del asunto. Esta es una competencia que aparece en media docena de estatutos de autonomía. La manera en que se desarrolle en Euskadi puede marcar la forma en la que se haga en otros lugares. La derecha está haciendo deformaciones interesadas sobre este asunto, hablando de ruptura de la caja única. Están falseando el debate porque ni el cobro de las pensiones ni el pago de las contribuciones sociales de los trabajadores va a dejar de estar en manos del Gobierno español.

A propósito de sus declaraciones sobre las transferencias, el líder del PNV, Andoni Ortuzar, ha dicho sobre usted: "No sé qué tiene esa oficina, pero cada vez que entra uno allí, se hace más madrileño que los de Chamberí". ¿Qué le responde?

—Tengo la mejor de las opiniones sobre Andoni Ortuzar y alabo mucho su tendencia al humor. Pero la exageración no es su fuerte. Lo único que estamos diciendo es que las transferencias son complejas y llevan su tiempo. Pretender hacer ver que las competencias se van a transferir pulsando un botón, no es responsable. Por otra parte, quien me conoce sabe que no estoy para recibir lecciones de vasquidad.

El Gobierno vasco ha asumido las obras para posibilitar la llegada del TAV a Gasteiz y Bilbao. ¿Era necesario?

—Esta ha sido una petición del Gobierno vasco que se está explorando. Hay una magnífica relación entre el Ministerio de Transportes y la consejería de Infraestructuras pero serán el Ministerio y la propia Adif los que determinen si finalmente procede llevar a cabo esa encomienda.

El PNV asegura que esa ampliación de encomienda ya está acordada.

—A mí no me consta que se haya acordado la encomienda. Se hizo un planteamiento y Adif lo está explorando, lo cual no prefigura ningún escenario.

Si se completan las transferencias, ¿habrá que recalcular el Cupo?

—Siempre que hay una transferencia se produce un detraimiento del Cupo porque el Cupo es el pago de la CAV al Estado por los servicios o funciones que todavía le está prestando, y si deja de hacer uno de estos servicios, el Cupo se aminorará. Luego vendrá discutir y negociar en cuánto se cifra todo eso.

¿Apuesta por repetir la coalición entre PNV y PSE?

—Ahora estamos en la precampaña y la campaña, y lo que toca es que cada uno ofrezca su programa y sus recetas. Estamos en la fase de explicar nuestra oferta de máximos. Si se hace un diagnóstico coincidente entre diferentes fuerzas políticas y se acuerda un recetario para los próximos cuatro años, en ese caso los pactos entre diferentes siempre han sido recetas que han dado buenos resultados en Euskadi.

A la ciudadanía también le gustaría saber con quién pretende aliarse un partido tras la noche electoral si los números dan.

—Estamos en la fase de ofrecer nuestro ideario, de defender la cohesión social y la estabilidad, tan imprescindible para poder llevar a cabo el calendario de transferencias, avanzar en las inversiones de las infraestructuras ferroviarias, portuarias o aeroportuarias, para seguir apoyando la industria. En Euskadi sabemos qué es no tener estabilidad. El PSE pondrá siempre la necesaria estabilidad por encima de cualquier otra consideración.

¿Sería posible esa estabilidad en una alianza del PSE con EH Bildu y Elkarrekin Podemos?

—En relación a la izquierda abertzale, establezco tres premisas: una, el reconocimiento del dolor causado; dos, asumir la pluralidad intrínseca de este país, que no siempre lo han hecho; en tercer lugar, la falta de pragmatismo de la izquierda abertzale, son una fuerza que se dicen de izquierdas pero no tiene ningún empacho en pisar el acelerador y pasar por encima de las personas para provocar algunas revoluciones extemporáneas. El PSE es un partido socialdemócrata que cree en los cambios sociales progresivos, que acompaña a la sociedad en los cambios, como se ha podido ver en el tema de las basuras en Gipuzkoa.

¿Es inviable esa alianza a corto plazo?

—Esas tres premisas son importantes para que el PSE pueda cerrar un acuerdo.

Varios expolíticos, entre ellos Gemma Zabaleta, han reclamado la unidad de la izquierda vasca en torno a Bildu. En su día usted estuvo muy alineado con ella. ¿Ahora?

—Lo respeto profundamente, pero no termino de entenderlo. El nacionalismo y la izquierda no casan muy bien. Soy internacionalista y los proyectos políticos que ponen a la nación por delante de las personas y sus derechos no son proyectos que merezcan la etiqueta de progresistas. No me identifico con el nacionalismo a la hora de poder abordar un proyecto de cambio y de progreso.

"El PSE pondrá la estabilidad por encima de cualquier otra consideración a la hora de buscar alianzas tras las elecciones del 5-A"

"Enmarcamos cualquier beneficio penitenciario en la vocación del preso de ETA de hacer el tránsito hacia la reinserción de manera individualizada"

"Dicen que son de izquierdas pero Bildu no tiene ningún empacho en pasar por encima de las personas para provocar revoluciones extemporáneas"