La sala Tàpies, decorada con cuadros del pintor barcelonés, sirvió de escenario para la reunión constitutiva de la mesa de diálogo entre los gobiernos catalán y español y que, tras las sonrisas y animadas charlas en el exterior de La Moncloa y después de casi tres horas de cónclave, se saldó con buenas intenciones pero aún con escasos avances más allá de validar esta herramienta como punto de encuentro. Quim Torra señaló que este encuentro "establece el diálogo franco entre instituciones, pero también constata las diferencias existentes entre las partes", logrando pactar únicamente el calendario de trabajo, fijando volver a encontrarse una vez al mes, alternando los cónclaves entre Madrid y Barcelona, y precisando que "cualquier acuerdo que se adopte en el seno de esta mesa se formulará en el marco de la seguridad jurídica". Se repite así la fórmula que ya se utilizó durante la cumbre de Pedralbes, a finales de 2018, que permite al Ejecutivo español argumentar que la vía unilateral ha quedado atrás y a la Generalitat sortear el término Constitución.

"Hemos insistido en que este conflicto político nace de la negación de los derechos fundamentales de reunión, expresión y manifestación" tras un debate "franco y honesto", pero "lamentablemente seguimos sin tener una respuesta clara por parte del Gobierno a lo que hemos expuesto sobre el derecho de autodeterminación y de la amnistía", subrayó el Jefe del Govern. "Hay que tener nuevas reuniones que profundicen en las soluciones democráticas que para nosotros son fundamentales para tener en cuenta la voluntad popular", reiteró el president, quien recordó que en este foro deberían estar presentes Carles Puigdemont y los políticos soberanistas encarcelados y exiliados, principalmente Oriol Junqueras, Marta Rovira y Jordi Sànchez.

Desde la sala donde se permite hablar a los líderes extranjeros, Torra, que quiso aparcar los asuntos sectoriales, insistió en que "es necesario para que el diálogo sea honesto que haya un mediador internacional que ayude a clarificar y que no haya distorsiones en el debate". Una figura que desde Madrid rechazaron de nuevo porque habrá "transparencia".

"Empieza un camino de diálogo. La próxima reunión tendrá lugar en marzo en Barcelona. Le damos tanta importancia a esta mesa de diálogo porque queremos resolver este conflicto y aislarla de cualquier hecho que pueda afectarla", zanjó el president en alusión al escenario electoral que se acerca en Catalunya. Y es que pese a partir de un clima de desconfianza y posiciones en las antípodas, ambas delegaciones emitieron un comunicado conjunto donde se reseña que se sentaron "las bases del diálogo, abordando algunos aspectos metodológicos, constatando la naturaleza política del conflicto y que este requiere de una solución política". Ambas partes se emplazaron "a continuar trabajando para impulsar el diálogo, la negociación y el acuerdo".

Previamente, por la mañana y en el Congreso, Pedro Sánchez había pedido al independentismo que "reconozca" que hay una parte "no menor en Catalunya" que no comulga con la ruptura ni con la deriva unilateral de este movimiento. Tras acabar el cara a cara vespertino, su portavoz, María Jesús Montero, destacó que "la obligación del Gobierno pasa por crear las condiciones de un clima de confianza entre los catalanes, sean o no independentistas". Ahora bien, no comparten la posición de la Generalitat en cuestiones "como la autodeterminación ni esos extremos en los que se ha expresado Torra". "Queremos encontrar puntos de encuentro que nos permitan avanzar en las relaciones institucionales. Este Ejecutivo tiene claro que la opción de no hacer nada no sirve para nada -en referencia a la gestión del gabinete del PP-. Fue contraproducente porque radicalizó las posiciones y enquistó un problema hasta niveles inauditos", verbalizó la dirigente socialista. Montero, poniendo en valor el "clima afable y de comprensión" de esta primera cita, reconoció igualmente que "somos conscientes de las diferencias que nos separan, pero es una negociación compleja y no esperamos frutos en el corto plazo. Es necesario asentar las bases de una nueva etapa, la que llamamos la agenda del reencuentro. Todavía estamos en las antípodas de algunas de las materias que se quieren abordar".

"Las posiciones son alejadas, nada coincidentes, por ello es necesario el diálogo. Hay que construir propuestas imaginativas que superen la situación en la que nos encontramos en este momento", insistió la portavoz del Gobierno de coalición, que recalcó que desde Moncloa no se contempla el mediador que sigue exigiendo Torra. "Para generar confianza y averiguar cuales son los puntos que nos permitan solucionar el conflicto hay que compartir los posicionamientos. Se van a requerir muchas más reuniones para poder seguir escuchando al otro y a partir de aquí encontrar los puntos comunes y las semejanzas", consideró Montero.

En cuanto a la escenografía, la mesa elegida dio un ambiente de cercanía. Rectangular, de cristal, bastante estrecha y con las dos delegaciones sentadas a muy poca distancia con los presidentes Sánchez y Torra sentados en el medio. El protocolo se siguió en el lado del Gobierno español, ya que Carmen Calvo y Montero se sentaron junto a Pedro Sánchez, pero se quebró en el de la Generalitat, dado que Elsa Artadi, que no es más que diputada y concejal del Ayuntamiento de Barcelona, pero persona de absoluta confianza de Puigdemont, se colocó al lado de Pere Aragonès.