bilbao - En un momento en que la política española se asoma al abismo de la repetición electoral por el bloqueo entre los socialistas y Podemos para la investidura, el lehendakari volvió a insistir ayer en que la salida al laberinto tiene que venir de la mano de un programa compartido, con un esfuerzo real por ambas partes y no la parálisis de los últimos días. Avisó de que el programa es importante porque no se trata únicamente de salvar la votación de la investidura, sino que Pedro Sánchez tendrá por delante cuatro años de legislatura donde tendrá que contar con un colchón y un escenario de estabilidad sobre la base de unos compromisos concretos y socios claramente amarrados. “No se trata solo de elegir un presidente, sino de gobernabilidad y de buscar la estabilidad, y eso exige un esfuerzo entre formaciones políticas”, dijo.

No dijo más, pero fue una invitación clara tanto a Sánchez como a Iglesias. Al líder de Podemos, para que abra el foco en lugar de enrocarse en la fórmula de gobierno y en tener ministros, un debate que debe llegar, si acaso, después. Y a Sánchez, para que haga un esfuerzo con el programa, porque presentó sus 370 medidas como hechos consumados, sin cocinarlas con nadie.

Tanto los socialistas como Podemos han intentado en todo este proceso ganarse al PNV para su causa y que respaldara el gobierno en solitario, o bien el gobierno en coalición. Pero los jeltzales no han querido entrar en una pelea donde iban a salir escaldados y no se decantan por ninguna fórmula. El PNV sí les ha propuesto que desbloqueen la situación hablando sobre el programa, y que dejen el grado de cohabitación en el gobierno para el final, una vez testado el nivel de confianza y coincidencia. Es la vía que ha permitido llegar a acuerdos con éxito en la comunidad autónoma vasca entre el PNV y el PSE, y en Nafarroa entre los socialistas, Geroa Bai y Podemos. Para el PNV, es el orden lógico de las cosas.

El planteamiento sobre el programa compartido lo formuló ayer Urkullu al término del Día de la Diáspora en Ispaster. Puede conectar en cierto modo con Sánchez, que exige a Pablo Iglesias que acepte hablar del programa en lugar de darle vueltas al gobierno de coalición, y le pide también un acuerdo sobre las medidas que garantice la estabilidad para cuatro años. Es decir, no acudirá a la votación de investidura si Podemos evita asumir un compromiso estable por su desencuentro con la fórmula de gobierno, y si Iglesias solo le promete salvar ese día y no le garantiza que no vaya a convertir después la legislatura en un infierno porque deje caer los Presupuestos o las reformas que se sometan a la consideración del Congreso. Pero Urkullu pedía un esfuerzo a las dos partes y, en ese sentido, el PNV lleva días criticando que las 370 medidas que ha presentado Sánchez se parecen muy poco a un programa negociado, y son más bien una maniobra de presión y un “trágala” porque no ha cocinado el documento con nadie, y lo ha destripado en un acto multitudinario ante los medios de comunicación para poner al resto en un brete. Por ello, de las palabras de Urkullu no hay que deducir que Sánchez no deba ceder.

Urkullu recordó que se tiene que formar una mayoría suficiente que proporcione estabilidad. “No veo ningún esfuerzo por compartir programas, que es lo básico. Me preocupan la situación y el tiempo en que estamos. Apelo a un ejercicio de responsabilidad. Todavía hay días para acordar un programa compartido, que elija a un presidente, pero también dé estabilidad en la medida de lo posible”, alentó.

Urkullu cree que el socialista debe dar pasos también, pero no entró a precisar si tiene que dar entrada a ministros de Podemos en su gobierno. Ese es el escollo en la negociación desde hace meses. Pero Urkullu no quiere entrar. “El acuerdo está en manos de Sánchez e Iglesias”, precisan fuentes de Lehendakaritza. Urkullu ve demasiado en juego y no quiere perder la esperanza en que los socialistas y Podemos alcancen un acuerdo de última hora que desbloquee la investidura de Sánchez, evite la repetición de las elecciones generales, y sirva para encauzar los compromisos pendientes sobre las transferencias y el TAV.

El tiempo, en realidad, aprieta. El plazo para pactar termina en teoría el día 23. Si para entonces Sánchez no ha sido investido, se convocarán elecciones para el 10 de noviembre. No obstante, el plazo puede ser menor. Se está especulando con que el rey tenga que convocar una ronda de consultas con los grupos en torno al día 16. Si esa fecha fuera tan rígida como se presenta en algunos ámbitos, el acuerdo tendría que cerrarse esta misma semana, sin demora.

El lehendakari, que ha tenido en el pasado un papel destacado en labores de mediación sobre el fin de la violencia y sobre Catalunya (en ese último caso, sin éxito), ha sobrevolado estos días como un posible mediador para evitar la repetición de las elecciones, aunque las fuentes de su entorno aseguran que no ha habido nada en ese sentido. Lo que sí está haciendo es poner de su parte con emplazamientos públicos a un acuerdo sobre el programa. Esa es la vía de Urkullu y también la del PNV, que ha insistido en este asunto por activa y por pasiva.

Los seis escaños del PNV en el Congreso de los Diputados no serán un obstáculo para la investidura de Sánchez. Se van a abstener. Para pasar al sí, hubiera sido necesario algún compromiso concreto sobre el respeto al autogobierno, porque esos seis votos a favor serían un extra que Sánchez ni siquiera necesita y que no cambian por sí solos la situación. Sin embargo, en el caso de que sí fueran estrictamente necesarios y de que la investidura dependiera en ultimísima instancia de los seis votos del PNV, los jeltzales harán lo necesario para evitar una repetición electoral que dé una segunda oportunidad a la derecha española.

El PNV no ha puesto ninguna condición en esta investidura por responsabilidad ante la gravedad del momento. Lo que ya tiene es una serie de compromisos amarrados en la anterior legislatura con Pedro Sánchez para cumplir el Estatuto de Gernika y los plazos del TAV, que espera que tengan continuidad. Es uno de los socios más leales de Sánchez, y su nivel de confianza e influencia en la breve etapa de la moción de censura no tuvo equivalente en ningún otro partido nacionalista vasco o catalán.

críticas de c’s Sánchez debe llegar a un acuerdo con Podemos porque Ciudadanos no piensa abstenerse. El vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, pidió ayer a Sánchez que “deje de marear la perdiz” y forme gobierno. Criticó que estén empezando a plantearse “licitaciones de cara a la campaña electoral”, en alusión a los decorados de RTVE.