GASTEIZ. ¿Qué futuro vislumbra para la renovación del Autogobierno vasco? ¿Serán capaces los expertos de compaginar las bases pactadas entre PNV y Bildu con la apertura a los postulados de PSE o Elkarrekin Podemos?

-Yo no tengo información, como debe ser, de lo que sucede dentro de la comisión de expertos juristas, pero lo que se traslada es que hay una actitud de colaboración y de acercar posturas. En ese sentido no favorecen nada patadas al avispero como la que dio EH Bildu al final de la última campaña, sacando este tema a la luz pública. Desde el principio dijimos que tan importante como los contenidos es que esa reforma sea fruto de un acuerdo lo más amplio posible. No creemos que deba sacrificarse el contenido sin unos mínimos para poner solución a los problemas de estas décadas, al vaivén al que se ha sometido al Autogobierno, pero tampoco debemos sacrificar un acuerdo amplio en aras a los contenidos.

¿Es un problema fundamentalmente político? En ocasiones se argumenta que jurídicamente el texto pactado con EH Bildu no tiene encaje legal.

-En el PNV no vemos problemas jurídicos que imposibiliten un avance sustancial en el ámbito del reconocimiento del hecho nacional, de garantías bilaterales, de aplicar la fórmula del Concierto Económico al aspecto político. Es más un problema de voluntad política, de entender esas perchas jurídicas de una forma proactiva y positiva. Eso se puede conseguir a través de la persuasión y de la negociación, y los partidos mayoritarios en España llegan muchas veces a la persuasión por la necesidad de apoyos parlamentarios. Con una derecha cada vez más nacionalista española, cada vez más radical, no se da el caldo de cultivo más propicio para abordar un proceso de este tipo, y por eso es más importante que nunca un gobierno en torno al PSOE, a la izquierda progresista en España, con el conjunto de los partidos nacionalistas de Euskadi y Catalunya, y para eso hace falta que se despeje el tablero de la gobernabilidad en el Estado.

Volvemos a lo mismo...

-Es que es complicado plantear algo tan serio con un gobierno en funciones, con alguien que esta en el cortoplacismo, como un jugador de póquer, pensando en la próxima sesión de investidura.

Tras muchos años de trabajo, la cuestión de la convivencia en Euskadi parece atascada en el reconocimiento del daño injusto. ¿Se podrá avanzar a corto plazo?

-El gran escollo está en el reconocimiento de que no hay justificación para imponer una idea a través de la eliminación del adversario político, del asesinato. EH Bildu echó el freno de mano y no hay disposición a avanzar en ese terreno; no sé si responde a sus problemas internos para tener agrupadas a todas sus almas dentro de la izquierda abertzale o a que realmente todavía no están maduros, no han hecho esa reflexión y es algo más estructural, más allá de los equilibrios internos. Lo sucedido con los últimos ongietorris y las manifestaciones de varios parlamentarios vascos, con comparaciones insultantes como equiparar a terroristas con los gudaris de la Guerra Civil, supone volver a la justificación de que la violencia es una forma válida para la defensa de objetivos políticos.

Ha sido llamativa en ese sentido la reacción de EH Bildu al cable lanzado por el Foro Social e incluso por Etxerat.

-Si, la del Foro Social fue una opinión muy oportuna, respondía al sentir mayoritario de esta sociedad. Yo entiendo que los familiares y amigos de alguien que ha estado fuera de su casa muchos años tengan alegría por reencontrarse, pero otra cosa es un reconocimiento público, la exaltación de sus trayectorias más allá de que vuelvan a casa. Eso es absolutamente inaceptable desde la ética pública y la moral política, y es un daño añadido a las víctimas. Es algo que creíamos superado, y que de hecho hasta ahora en los discursos de EH Bildu parecía superado.

Y con esos mimbres hay que construir una Ley de Memoria Histórica que ofrezca un relato de todo lo ocurrido en este país desde la Guerra Civil.

-Sin una mirada crítica es difícil abordar cualquier proceso de convivencia, y eso sucede en una parte de este país mientras el resto sigue avanzando, ahí está al trabajo del Instituto Gogora. Se avanza mucho en materia de acciones positivas, pero sigue como un quiste imposible de erradicar el no reconocer que lo que sucedió estuvo mal y no tenía que haber pasado. Ha habido muchos más avances en el Parlamento Vasco en relación al tratamiento a los presos o las torturas que en esto otro, paradójicamente, y ese es un dato más para señalar dónde está la carga de la responsabilidad en este asunto.