BILBAO. Josu Erkoreka emplazó ayer a la izquierda abertzale a que no organice o promueva recibimientos en espacios públicos a presos de ETA que salgan de prisión y que estos ongietorris se circunscriban a un ámbito privado. Se trata, a juicio del portavoz del Gobierno vasco, de un imperativo ético para evitar que se conviertan en actos de exaltación de la actividad violenta llevada a cabo por los expresos y de menosprecio a las víctimas.

La izquierda abertzale niega que estos actos de bienvenida a los expresos sean homenajes pero al desarrollarse la mayoría de ellos en plena calle o en instalaciones públicas y estar envueltas en un ambiente festivo y con elementos propios de una celebración como vengalas, aurreskus y carteles inevitablemente se convierten en ceremonías de exaltación al preso liberado tras el cumplimiento de su condena. Erkoreka considera que “los homenajes a personas que han delinquido, si se hacen con carácter público y de manera ostensible, no son aceptables en absoluto desde el punto de vista ético”.

El portavoz del Gobierno vasco aseguró comprender, en declaraciones a Europa Press, que se realicen muestras y expresiones de cariño en la intimidad familiar o en su entorno de amistades pero, a su juicio, “el problema es cuando estas expresiones de afecto, lógicas entre allegados y familiares, se traducen en actos públicos ostensibles y se convierten en exaltaciones de la actividad terrorista”.

Los dos últimos ongietorris en Hernani y Oñati a los expresos Jabier Zabaleta, Baldo, y Xabier Ugarte el pasado 27 y 28 de julio han disparado la atención sobre este tipo de actos y han vuelto a poner en el foco a la izquierda abertzale que, por boca de su portavoz Arnaldo Otegi, las ha jutificado asegurando que representan “el derecho al abrazo” a los reclusos que salen de la cárcel. El coordinador general de EH Bildu y líder de Sortu solo contempló la posibilidad de replantear la organización de estos actos en el marco de una “solución integral” para la salida de los presos de ETA de la cárcel, lo que sugiere un esquema de contrapartidas.

Estas declaraciones provocaron una dura respuesta de buena parte del espectro político vasco y del propio lehendakari Iñigo Urkullu que pidió a Otegi que cese la “ostentación pública y política” de estos actos por respeto a las víctimas de ETA.

También desde la propia izquierda abertzale se han oido algunas voces contrarias a los actos de recibimiento a expresos organizados en la calle. Al calor de esta polémica el Foro Social ha abogado por llevar estos actos a “espacios cerrados” y por mostrar un “escrupuloso respeto a las víctimas de ETA y a su dolor”, al tiempo que reclama el reconocimiento del “sufrimiento de los familiares y allegados que durante tantos años han debido afrontar el alejamiento y la dispersión”.

Erkoreka considera que la negativa de la izquierda abertzale a reconocer que matar estuvo mal “es uno de los temas que están siendo objeto de controversia y que más dificultades entraña para alcanzar acuerdos” en el seno de la ponencia de Memoria y Convivencia del Parlamento Vasco. “Yo creo que hay una posición bastante clara del conjunto de los grupos parlamentarios para exigir a EH Bildu ese compromiso”, señala.

A su entender, Sortu “tiene que comprometerse con todas las de la ley en un futuro de convivencia y tiene que hacer una lectura crítica de su pasado”. Esto pasaría por una condena de la violencia, ahora y en el pasado, “reconociendo que la violencia como instrumento de acción política siempre estuvo mal y nunca fue lícita”. Para el portavoz del Gobierno vasco, mientras “los rechazos de la violencia estén siempre calculados a través de fórmulas retóricas muy medidas, que dicen lo que dicen, pero se niegan a decir lo que tienen que decir”, nunca se llegará “al escenario que ha que llegar”.