bilbao - Las estrategias de los partidos van a complicarle a Pedro Sánchez la posibilidad de repetir como presidente español. Ciudadanos confirmó ayer sin dejar ningún atisbo para la interpretación que no pactará con el socialista tras las elecciones generales del 28 de abril, y que piensa castigarlo por sus nueve meses de mandato apoyándose en los nacionalistas vascos y catalanes. Este veto supone, paradójicamente, arrojar a Sánchez otra vez en brazos del independentismo catalán y del PNV. Cada vez está más claro que Sánchez tendrá que volver a pactar con los partidos que lo apoyaron en la moción de censura. Pero ahí surge otro problema que enreda aún más el escenario. Sánchez ya no tendrá que negociar la investidura con el mismo PDeCAT que apoyó a cambio de nada su moción de censura. El expresident Carles Puigdemont ha maniobrado para copar las listas con sus afines y ha purgado a uno de los rostros más pragmáticos del Congreso de los Diputados, Carles Campuzano. Míriam Nogueras, en sintonía absoluta con los cuarteles de Waterloo, avisó ayer de que su plataforma se presenta a las elecciones “en clave absolutamente catalana” y que se deben al mandato independentista que arrojó el referéndum del 1 de octubre. ERC, por su parte, no quiso confirmar su sentido de voto en una hipotética investidura de Sánchez a la espera de que el socialista aclare su línea política.

Desde Ciudadanos, el candidato por Toledo, Juan Carlos Girauta, fue concluyente. “Lo diré con todas las letras, con mayúsculas, subrayado y en rojo: no gobernaremos nunca ni pactaremos nunca con el señor Sánchez ni con el PSOE después de estas elecciones. Por lo tanto, Sánchez solo puede gobernar con los separatistas”, zanjó en TVE. Sobrevuela la duda de si estos mensajes son simplemente una estrategia electoral para presentar a Ciudadanos como un voto útil para frenar a Sánchez. El partido de Albert Rivera ya tuvo que desdecirse en el pasado cuando prometió que no pactaría con Rajoy y finalmente se sumó a él. No obstante, en este momento la amenaza tiene verosimilitud porque la derecha está muy unida. En Nafarroa, UPN, PP y C’s se van a presentar juntos para las elecciones generales, y a ello se le suma el experimento andaluz entre los populares, los naranjas y Vox para desalojar a los socialistas de Susana Díaz. Los tres partidos volvieron a coincidir en la manifestación contra Sánchez en Madrid. El único clavo ardiendo al que se puede aferrar Sánchez es el escrúpulo que muestra C’s a la hora de pactar de manera clara con la ultraderecha de Vox.

Si se confirmara el veto de C’s, Sánchez tendría que apoyarse en JxCat, ERC y el PNV, además de contar con Compromís y Unidos Podemos, que no atraviesa por su mejor momento. Podemos ha experimentado las consecuencias de haber sido un partido excesivamente personalista desde el primer momento, y ha sufrido un vacío de poder tras las bajas de Pablo Iglesias e Irene Montero para cuidar de sus hijos. Espera que el regreso de Iglesias sea un revulsivo para una marca castigada por la división interna y el reciente divorcio de Iñigo Errejón. Con Podemos débil, las opciones de Sánchez se reducen.

En cuanto a JxCat, la plataforma aseguró que el bloqueo en el Estado es, en todo caso, responsabilidad de quienes “continúan sin escuchar, sin dar respuestas efectivas”. Nogueras colocó a Sánchez ante el brete de “ceder a un gobierno de derechas o escuchar a Catalunya”. Detrás de estas palabras, se encuentran los recelos que siempre mostró el entorno de Puigdemont a la hora de apoyar la moción de censura de Sánchez, frente al sector más pragmático que quería ser influyente y desplegar una política útil en el Congreso. Estas tensiones se saldaron con la caída de las Cuentas y el fin abrupto de la legislatura.