ERA un hombre que en las distancias cortas ganaba mucho, un hombre sencillo pero muy inteligente”. En una consulta de urgencia, son muchas las figuras de la sociedad vasca de diferentes credos e ideologías en los que la persona prevalece por encima del político y un pequeño rosario de anécdotas brota a voz de pronto. Muy afectado se mostraba ayer Enrique Thate, hostelero y charcutero bilbaino. “Me ha dado mucha pena el fallecimiento de Xabier porque le conocía mucho, así como a toda la familia. Pero con él tenía una relación especial por el tema alemán. Es un hombre, que a mí personalmente, me ha enseñado mucho cómo es la vida, un hombre cabal que nunca se ha salido de su carril y muy importante para Euskadi”. “En el año 1977, estaba, con 15 años, en la Selva Negra trabajando y estudiando. Entonces dieron un reportaje del Alderdi Eguna y apareció Arzalluz. El rótulo ponía presidente del PNV, y me chocó cuando el reportero de la televisión alemana le preguntó y él contestó en alemán. Luego volví a Bilbao y él tenía su bufete justo enfrente de donde teníamos nosotros la charcutería y un día estando yo en la tienda con 16 años o así, ayudando a mi aita, entró. Yo le reconocí y le pregunté en alemán: ¿Es usted el presidente del Partido Nacionalista Vasco? Y el me contestó: Ja, ich bin (sí, yo soy)”. A partir de ahí se forjó una estrecha relación “porque él solía pasar por la tienda y le gustaba mucho hablar en alemán y quería que cuando viniesen alemanes a Bilbao, se los llevase a Sabin Etxea simplemente para hablar con ellos”, subraya Thate. “Me ha enseñado muchas cosas y recuerdo una frase que me decía cuando yo andaba algo preocupado por cómo iba el negocio. Ni el éxito ni el fracaso producen estrés. Lo que lo causa es la incertidumbre”.

En el aspecto humano también incide Juan Antonio Sarasketa, presidente de Adecap, la Asociación para la defensa del Cazador y Pescador. “Sé tantas cosas de él que no me atrevo ni a decir”, confiesa atribulado. “Déjame que piense si te lo digo, eh... porque son importantes ”, desconcierta a su interlocutora. Sarasketa, sin embargo, no tiene ningún problema en revelar es que “era un hombre interesado y involucrado en el mundo de la caza”. “Nos visitó en Dima en el día del cazador y me acuerdo que dijo: ¿Qué es esto? ¿Cómo se puede traer aquí a tanta gente, cuando nosotros los políticos para agrupar a un número más pequeño tenemos que movilizar todas nuestras estructuras?”.

A la magistrada Garbiñe Biurrun se le ha quedado una idea fija de la figura de Arzalluz. “Yo lo recuerdo perfectamente en los años 1976-1977 en un mitin de Tolosa. Recuerdo a un Arzalluz joven y pletórico, con un lema central en su mitin: Batasuna eta indarra. Yo creo que eso define muy bien sus objetivos políticos para su partido y para este país. Me pareció siempre una figura honesta pero muy incomprendida. Y creo que era una persona que tenía la grandísima virtud de decir las cosas como las pensaba con un enorme contenido político”, destaca.

Por su parte, la catedrática de la Universidad de Deusto María Jesús Cava tuvo la oportunidad de conocerle en la Universidad cuando él era profesor e impartía clases en euskera. “Hemos hablado porque su hija Miren fue alumna mía”, dice la actual mentora académica de Miren Arzalluz y directora de su tesis. “He seguido su trayectoria. Me ha parecido siempre un hombre de gran talento, con una formación muy sólida. La última oportunidad de hablar con él fue a raíz de mi publicación sobre la biografía de Dolores Ibarruri porque él asistió a su funeral y le pregunté cuál fue la razón que le llevó a asistir al funeral que en años muy duros de la Transición se organizó en Madrid y me dijo que la consideraba una vasca universal, una mujer de gran valor y muy coherente con sus ideas. Me parece que Arzalluz ha marcado una época histórica en Euskadi y en la política nacional y que, sin duda, la huella de su mandato y la influencia de su pensamiento forma parte de la historia reciente”.

También habla con mucho cariño un histórico del Ayuntamiento de Bilbao, Ibon Areso, con 24 años como cargo electo en el Consistorio. “Era un gran político y una persona a la que yo respetaba mucho y para mí era tal vez el paradigma del concepto de líder. Se habla muchas veces de liderazgo y Arzalluz encarna muy bien ese criterio”, reconoce admitiendo haber mantenido con él “una relación cariñosa y simpática, pero ocasional”.

Otro denominador recurrente es que en los tiempos de lo políticamente correcto, a Arzalluz siempre le ha caracterizado su transparencia. Da fe Txuscan Coteron, presidente de la Asociación de Periodistas Vascos, asegurando que es un “personaje político histórico que ha marcado una época decisiva en tiempos muy difíciles. Arzalluz hablaba muy claro. Planteaba las cosas tal y como eran en una época con cuestiones como el Estatuto de Autonomía que defendió contra viento y marea. Cuestiones en las que él decía lo que pensaba y lo que creía que era bueno para su partido y para el País Vasco”.