LA carrera de Xabier Arzalluz en el PNV fue meteórica, impulsada por los años vertiginosos del final de la clandestinidad y por una gran capacidad de comunicación y organización. Así, su liderazgo en el partido se labró durante los primeros años 70, una vez que aparcó su vocación eclesiástica y docente para entrar de lleno en la política. Arzalluz fue en esa década, junto a Juan de Ajuriaguerra, el conductor del PNV hacia la legalidad, la entrada en las instituciones y la apertura al nuevo tiempo democrático que se dio por llamar Transición.

Pero no fue siempre la política su prioridad. Nacido en Azkoitia en 1932 y proveniente de una familia carlista, Arzalluz optó por la carrera religiosa, ingresó en los jesuitas y se licenció en Derecho y en Filosofía y Letras en Zaragoza. Fue en Alemania donde comenzó a interesarse por los avatares políticos, durante su estancia en Fráncfort para estudiar Teología, en la que coincidió con otros religiosos vascos. Aunque ya era cercano al nacionalismo, su compromiso con el PNV se produjo a raíz de los acontecimientos de 1968. Según relata el exportavoz en el Congreso, Iñaki Anasagasti, “Arzalluz quedó muy impresionado en el 68 con la invasión de Checoslovaquia” por parte de la URSS. “Se convenció de que había que mojarse contra la dictadura de Franco, entonces pidió la afiliación y Ajuriaguerra vio potencial en él”.

Niega sin embargo Anasagasti que, tal y como se ha publicado en alguna ocasión, Xabier Arzalluz intentara ingresar previamente en ETA. “Quizás tuvo alguna relación, pero él era todavía cura y no me lo imagino en esas actividades. Aquella ETA era muy incipiente, con escisiones y asambleas continuas, yo no le veo en eso”, afirma. Por la misma época, a finales de los 60, le conoció Josu Sagastagoitia -primer alcalde de Barakaldo de la democracia-. “Coincidí con él antes de que fuera militante del PNV, cuando todavía era jesuita y vivía en Zaragoza”, cuenta. Según Sagastagoitia, Arzalluz acostumbraba a reunirse con veteranos nacionalistas y “tenía avidez por aprender de los mayores”.

Ya en 1970 abandonó la Compañía de Jesús y recaló en Bilbao. En la capital vizcaina fue cuando coincidió con él Mitxel Unzueta. El histórico abogado y exsenador jeltzale, que entonces se encargaba de los procesos judiciales y los consejos de guerra contra los militantes del PNV, recuerda cómo fue su primer contacto con Arzalluz: “Era una época difícil, con continuos juicios y estados de excepción. Le dije a Ajuriaguerra que no podía solo con tanto trabajo, que además implicaba viajar mucho a Madrid, y me puso en contacto con Xabier Arzalluz. Nuestro primer encuentro se produjo en la plaza del Ensanche, junto a la zapatería Alonso. Era una época en la que había que tener mucho cuidado y era todo clandestino. Procuré ayudarle a que se situara en Bilbao, ciudad que no conocía”.

3 años en Madrid

En 1977, ya con Adolfo Suárez como presidente, llegó la legalización del PNV, la organización del partido a nivel territorial, las primeras elecciones generales y, con ellas, la entrada en las instituciones. Arzalluz obtuvo acta de diputado en Madrid y se fogueó en el Congreso durante tres años, en la legislatura constituyente. Según recuerda Anasagasti, uno de los primeros cargos de Arzalluz fue el de Bizkaia Buru Batzar y ya entonces podía haber aspirado al liderazgo del partido, pero prefirió optar por Carlos Garaikoetxea. “Prefirió que fuera al EBB, porque era navarro y euskaldunberri. Es más, Garaikoetxea fue una apuesta personal de Arzalluz”, asegura.

En Madrid, Xabier Arzalluz centró su lucha política en el proceso de elaboración de la Constitución de 1978, donde fue uno de los artífices de la introducción de la disposición adicional primera. También se involucró en la discusión del Estatuto de Autonomía de Gernika, que vio la luz al año siguiente. Sin embargo, en cuanto tuvo ocasión regresó a Euskadi. “No le gustaba la vida de Madrid, prefería estar con su familia”, reconoce Anasagasti. Así, y ya en 1980, Arzalluz aceptó sustituir a Garaikoetxea al frente del EBB, donde consolidó su liderazgo en el partido en las siguientes décadas.