BILBAO - La declaración de Mariano Rajoy en la que negaba a Iñigo Urkullu la condición de mediador entre el Gobierno español y el Govern catalán en los días previos al 26 de octubre de 2017 en los que el president Carles Puigdemont declaró la independencia de Catalunya y precipitó el artículo 155 pilló ayer al lehendakari en su vehículo oficial camino de Madrid, donde hoy por la mañana declara como testigo ante el tribunal que juzga a los 12 acusados de liderar el procés independentista catalán. Urkullu no salió a replicar al expresidente del Gobierno español. Lo hará hoy en el Tribunal Supremo. Pero previamente ya había movido ficha y se adelantó a la negativa de Rajoy. El lehendakari envió toda su documentación sobre aquellos días en los que Puigdemont y Rajoy tuvieron en vilo a Catalunya, Euskadi, España y la Europa comunitaria a tres archivos que en adelante guardarán los documentos clave para entender el papel de Urkullu en la crisis catalana tras el referéndum del 1-O.

El lehendakari ha elegido dos archivos de Euskadi y uno de Catalunya. En concreto, el Archivo Histórico de Euskadi y el Archivo de la Fundación Sabino Arana, ambos con sede en Bilbao, y el Archivo Tarradellas del Monasterio de Poblet, en Tarragona. En estos registros ha dejado depositadas varias cartas, correos electrónicos y otros mensajes manuscritos que intercambió con Puigdemont y Rajoy, así como con otros agentes y autoridades empresariales y de la Iglesia católica.

Esta abadía cisterciense declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco fue el lugar donde Urkullu se reunió a mediados de octubre de 2017 con el abad del monasterio de Montserrat, Josep María Soler, hombre cercano a Puigdemont que ante la deriva de los acontecimientos urgió al lehendakari a mediar ante el Estado español. En esa reunión también participó el abad Octavi Vila quien durante el encuentro recibió la llamada del propio Puigdemont que insistió en que no quería declarar la independencia en el pleno del Parlament que se iba a celebrar al día siguiente.

Antes del crítico mes de octubre, durante el verano, fue el propio Puigdemont el primero en reclamar los oficios del lehendakari para que intentara hacer todo lo posible para ayudarles con el presidente Rajoy. En septiembre hubo más peticiones en ese sentido y ya en octubre la relación -epistolar, por WhatsApp o Telegram, o incluso encuentros personales- fue intensa y permanente.

Las comunicaciones con Rajoy también fueron frecuentes, tanto en llamadas de Euskadi a Madrid, o al revés, a veces por teléfono o carta y otras con reuniones personales y discretas.