Bilbao - La estrategia de la líder de Ciudadanos en Catalunya, Inés Arrimadas, de trasladarse mañana a Waterloo (Bélgica) para confrontar con Carles Puigdemont provocó ayer el efecto más insospechado, al contar con el visto bueno del president cesado de la Generalitat, que aceptó de buen grado la visita de la dirigente naranja y la invitó a mantener una “entrevista cordial”.

El plan original de Arrimadas era decirle a la cara que “la república no existe” y que es “un fugado de la justicia” -el expresident reside en Bélgica desde octubre de 2017-. Una iniciativa que fue saludada por los soberanistas catalanes y criticada por los partidos constitucionalistas, por considerar que legitima a los independentistas y contribuye a internacionalizar el conflicto.

Fuentes de Ciudadanos salieron incluso ayer a la palestra para aclarar que Arrimadas no tiene intención de reunirse con Puigdemont. El mismo jueves, el principal impulsor de la Crida Nacional per la República tiró de ironía y recordó que “la última diputada de su partido que me vino a ver a la Casa de la República acabó siendo expulsada de C’s justamente por haberse reunido conmigo”, en referencia a la eurodiputada Carolina Punset.

En otro mensaje en Twitter, ayer planteó: “¿Y si habláramos como dos personas que representamos a ciudadanos de Catalunya y tenemos opiniones diferentes?”. Dirigentes de C’s salieron en tromba a rechazar esta posibilidad, y así la portavoz adjunta en el Congreso, Melisa Rodríguez, confirmó que no se trata de una “reunión concertada”. Le retó además a ser “valiente por primera vez y abrir la puerta” de su casa en Waterloo para que Arrimadas le diga “todo lo que Pedro Sánchez no ha sido capaz: que se entregue a la Justicia española”.

Rodríguez calificó esta visita de “hito histórico”, ya que su compañera de partido ha demostrado “valentía, todo lo contrario” que Puigdemont. Este recurrió de nuevo a Twitter para preguntarse con sorna: “¿Y cómo me lo quiere decir, por telepatía, por megafonía? Mira que es raro esto de recorrer 1.300 kilómetros para ir a un sitio que no existe para decirle que no existe”.

Política de confrontación La portavoz del Gobierno español, Isabel Celaá, fue especialmente dura y valoró al respecto que “ahora que el Tribunal Supremo está haciendo su tarea, no es sensato anunciar un viaje a Waterloo para insistir en una política de confrontación que solo beneficia a los radicales”. Agregó que este acto contribuye a “internacionalizar la tensión y el daño causado por el independentismo”, lo cual le parece “una insensatez”.

La portavoz del PP en el Congreso, Dolor Montserrat, censuró que “Arrimadas va a Waterloo a decirle a Puigdemont que la república no existe, pero no se atrevió a presentarse a la investidura ni a presentar una moción de censura contra Torra” tras ganar las últimas elecciones en Catalunya. El presidente del PPC, Alejandro Fernández, la acusó de “legitimar a un prófugo de la Justicia”, lo que calificó de “barbaridad” y “despropósito”.

Muy al contrario, el consejero de Acción Exterior de la Generalitat, Alfred Bosch, aseguró que la convocatoria de mañana servirá para “contribuir a que se sepa todavía más que hay exiliados y presos políticos”. “Si quieren internacionalizar aún más esta situación injusta en la que se encuentran muchas personas, no me parece mal”, agregó.