Bilbao - “Llámenme clásico, pero sin presupuestos no se puede gobernar”. Es el epitafio elegido por Pedro Sánchez para justificar el final anticipado de su mandato después de que el independentismo catalán tumbará sus cuentas el pasado miércoles y precipitara el adelanto electoral. El presidente del Gobierno español anunció ayer la convocatoria de elecciones generales el próximo 28 de abril y da el pistoletazo a la carrera electoral en la que ya todos los partidos se han vestido el traje de campaña.

El Gobierno español ha mantenido en los últimos meses una posición errática sobre la posibilidad de agotar la legislatura o acortarla dependiendo de la aprobación de los Presupuestos. En las últimas semanas se ha ido imponiendo la posición de quienes defendían que no se puede seguir en Moncloa con las cuentas de Mariano Rajoy prorrogadas, aunque antes el mismo Sánchez había ratificado en más de una ocasión ante la ejecutiva del PSOE que agotaría la legislatura y que seguiría adelante con su “agenda social”, gobernando y aprobando las mejoras “con o sin Presupuestos” Generales del Estado.

Ahora, sin embargo, Sánchez ha decidido lo contrario, alentado por un nuevo contexto político y demoscópico que le permite albergar esperanzas de salir muy bien parado en unas inminentes elecciones. Con Podemos en sus horas más bajas según las encuestas y la derecha unida en un eje, Sánchez piensa que es el momento para movilizar al electorado de izquierda en torno a las siglas del PSOE.

La elección de la fecha es arriesgada, ya que un fracaso en las generales influiría negativamente en las expectativas de las municipales, europeas y autonómicas que se celebrarán tan solo un mes después, el 26 de mayo (en Euskadi, Catalunya y Galicia no se celebrarán las autonómicas). De ahí que los barones socialistas, los presidentes territoriales y muchos alcaldes hayan sido tan refractarios al adelanto electoral y prefirieran postergar la cita con las urnas hasta después de verano. Pero finalmente se han impuesto las tesis de la influyente Carmen Calvo y de Iván Redondo, el gurü de Moncloa, al igual que la vicepresidenta española también de la máxima confianza del presidente.

La fecha elegida por Sánchez depara dos meses políticamente endiablados y desde el punto de vista de la ciudadanía bastante embarullados. La campaña electoral para las generales salpicará de lleno las vacaciones de Semana Santa que serán testigo de un rosario de mitines y actos políticos electorales. También pilla de lleno el Aberri Eguna que se celebra el domingo de Pascua (21 de abril) y que este año tendrá una dosis política extra. Además, el mismo día de las elecciones en Araba se celebra la fiesta de San Prudencio que enlaza con el puente del 1 de mayo en el que muchos alaveses aprovechan para unas minivacaciones y que, previsiblemente, incrementará el voto por correo.

Además, la campaña electoral se solapará con el juicio al procés catalán que desde esta semana y en principio hasta mediados de mayo celebrará sus sesiones todos los martes, miércoles y jueves. Para abril ya habrán declarado los doce acusados y probablemente esos días declararán los testigos llamados por las partes, entre ellos el lehendakari Iñigo Urkullu y el expresidente del Gobierno español Mariano Rajoy.

euskadi El lehendakari y el PNV han afeado a Sánchez su decisión de adelantar las elecciones, aunque no tanto como a los soberanistas catalanes por dejarle caer. Con todo lo que había costado que un Gobierno español, después de 40 años desde el Estatuto de Gernika, se aprestara calendario incluido a traspasar todas, salvo la de la Seguridad Social, las competencias pendientes, de la noche a la mañana se queda el empeño en agua de borrajas. En estos dos meses de gobierno interino el Gobierno vasco intentará salvar al menos unas pocas transferencias que ya se están negociando y, como dijo ayer el portavoz parlamentario del PNV en el Congreso Aitor Esteban, se lo recordará todos los días hasta entonces, en pago a lo acordado y a la lealtad de los jeltzales hacia Sánchez hasta su caída final.

El de Sánchez ha sido el mandato más breve de la democracia española que ya ha conocido ocho adelantos electorales en 40 años. Pero su renuncia a mantenerse en Moncloa no es más que una estación intermedia para preparar de nuevo el asalto al poder. Sin esperar un minuto se puso mirando al 26 de abril y convirtió el anuncio de su final en esta legislatura en el primer mitin de una campaña que va a durar tres meses. Alimentó su munición electoral haciendo un pliego de descargo de toda su acción de gobierno, del que destacó su profusa actividad económica y de recuperación del empleo, sus reformas sociales y su producción legislativa (y de decretos ley) a pesar de haber gobernado sin presupuestos.

Sánchez dejó claro cuál va a ser su estrategia para esta campaña, la de presentarse como la opción “moderada” frente la “crispación” de las derechas plasmada en la ya famosa “foto de Colón”, la que unió a los líderes del PP, Ciudadanos y Vox en una manifestación contra él y su diálogo con el independentismo. No quiso especular sobre con quién está dispuesto a pactar tras los comicios si quiere volver a la Moncloa, pero sí reprochó -en un mensaje implícito a C’s- que haya quien le ponga un cordón sanitario a él y no a la ultraderecha.