Miles de civiles de la asediada ciudad de Mariúpol, en la costa del mar de Azov, resisten los bombardeos de las tropas rusas refugiados en las instalaciones de la acería de Azovstal, una antigua planta metalúrgica creada en la década de 1930. "Civiles, entre ellos mujeres y niños, se refugian en las instalaciones de la planta de Azovstal", ha asegurado este lunes el jefe de la policía de Mariúpol, Mykhailo Vershynin, en declaraciones realizadas en un programa de la televisión local, según la agencia Ukrinform.

Vershynin ha realizado estos comentarios mientras dialogaba en el programa con el exministro del Interior ucraniano Arsen Avakov sobre la situación de esa ciudad, asediada por las tropas rusas desde hace semanas. Según Avakov, "hay muchas personas en los búnkeres de Azovstal: mujeres, ancianos, niños. Todos ellos (viven) en condiciones terribles, sin medicamentos, ni alimentos, ni agua".

Todas estas personas se han estado escondiendo de los bombardeos, que han destruido prácticamente toda la ciudad, en bodegas y grutas de estos antiguos altos hornos. El exministro ha denunciado que los rusos "para encubrir sus crímenes, utilizan a la población civil que queda en Mariúpol para desenterrar escombros, recolectar cuerpos y hacer fosas comunes".

"La gente trabaja por la comida" que puede obtener del ejército ruso, denuncia. Además, "los rusos están obligando a los civiles a usar un vendaje blanco, en la pierna derecha y el brazo izquierdo, como en el ejército de la Federación Rusa y la llamada 'República Popular de Donetsk' (región ucraniana prorrusa cuya soberanía ha sido reconocido por Moscú)".

De esta manera, obligan a los residentes locales a actuar como "combatientes y los envían intencionalmente a los puestos de tiro, donde la gente puede morir", agrega el exministro. La ciudad de Mariúpol llegó a contar con una población de medio millón de habitantes y en la actualidad solo quedan unos 100.000 residentes, que afrontan una catástrofe humanitaria, ya que no disponen de los servicios básicos. Moscú lanzó un ultimátum este fin de semana a los residentes y combatientes de la ciudad para que se rindieran, algo que Ucrania rechazó.