The Great ResignationThe Great Quit

La Harvard Business Review ha analizado este caso en profundidad, estudiando más de 9 millones de registros en más de 4.000 empresas. Las altas tasas de abandono laboral son un indicativo de la confianza de los trabajadores en su capacidad de obtener mejores condiciones de empleo, lo cual generalmente coincide con períodos de alta estabilidad económica, con elevadas tasas de ocupación y bajas tasas de desempleo. Pero ahora nos hallamos en tiempo de vacas flacas, lo cual no permite explicar el fenómeno con estas claves. Según el estudio, son los empleados de entre 30 y 45 años de edad los que han protagonizado las mayores tasas de abandono laboral: un aumento de más del 20% entre 2020 y 2021. Estos datos coinciden con un estudio elaborado por Adobe, según el cual el éxodo laboral está protagonizado por Millennials o Eco boomers (personas nacidas entre 1981 y 1995) y personas más jóvenes, pertenecientes a la Generación Z (1997-2012). Más de la mitad de las personas entrevistadas pertenecientes a esta generación declaró que abandonaría su empleo en 2022.

La Gran Renuncia al Empleo ha afectado más al viejo Sur, donde el 2,9% de la fuerza laboral abandonó sus puestos de trabajo en junio de 2021. En el Medio Oeste el índice es del 2,8% y del 2,6% aquí, en el Lejano Oeste. El Noreste es la región más estable: un 2% de los trabajadores renunció a sus empleos el pasado mes de junio.

Se han escrito miles de páginas estos últimos seis meses tratando de dar respuesta a dos grandes preguntas: ¿Por qué está renunciando la gente a sus empleos? y ¿qué se puede hacer para evitarlo...?

Según el estudio de la Harvard Business Review, el sector más sacudido por esta ola de abandono laboral ha sido el sector sanitario, con una tasa del 3,6%, y el sector tecnológico, donde las renuncias alcanzaron un 4,5%. Según los autores de este estudio, las tasas de abandono han sido más altas entre los empleados que trabajaban en campos que habían experimentado aumentos extremos en la demanda debido a la pandemia, lo que ha provocado un aumento de la carga laboral y el consiguiente agotamiento de los trabajadores. Paralelamente, el aumento del trabajo a distancia ha motivado que muchas empresas prefieran contratar a personas con más experiencia. Es asimismo posible que muchos de estos empleados con experiencia laboral hubiesen retrasado la transición a otros trabajos debido a la incertidumbre causada por la pandemia, lo que significaría que el aumento de las tasas de abandono laboral se deba a un efecto acumulativo. Por último, opinan los autores del estudio, la pandemia ha demostrado a muchos trabajadores que el teletrabajo ofrece mayor flexibilidad, y en efecto el acceso a trabajos remotos fue la razón principal para buscar un nuevo trabajo según el estudio de Bankrate de agosto de 2021. De hecho, restaurantes y hoteles e industrias que requieren interacciones en persona han sido los más afectados por la marejada de renuncias.

Para otros el problema es manifiesto: las directivas gubernamentales ordenando el cierre temporal de empresas durante los períodos de alta incidencia del covid-19 obligaron a muchos negocios a cerrar permanentemente y generaron la atmósfera de “nadie quiere trabajar más” debido a los beneficios de asistencia al desempleo extendidos a los trabajadores afectados. Lo dijo el gobernador de Missouri Mike Parson, “se ha incentivado a las personas a permanecer en el desempleo”. Hizo de Missouri uno de los primeros cuatro estados en detener las ayudas federales de la administración Biden y los gobernadores de 26 estados rojos y no tan rojos anunciaron que harían lo mismo. Es más, los defensores de estas ideas dormirán con la conciencia intacta.

Cuando estaba terminando de escribir este artículo di con la crónica que Liz Elting ha escrito para Forbes hace sólo tres días, y coincido con ella: no hay causas misteriosas e inefables detrás de este fenómeno sino una razón simple. Solo hay que volver la mirada a diciembre de 2019 para ver “la vieja normalidad”. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, ese mes se ofertaron 5,9 millones de plazas de trabajo, mientras que el número de desempleados era de aproximadamente 5,8 millones de personas. Hoy las cosas han cambiado, y todo lo que se necesita para explicar este fenómeno es un número: 3 millones. Esa cifra marca la diferencia entre el número de puestos de trabajo ofertados, 10,4 millones en agosto de 2021, y 7,4 millones, el número de trabajadores desempleados. Esto es, hay muchos más puestos vacantes que solicitudes de empleo. A diferencia de lo que venía ocurriendo, las empresas tienen que competir por los trabajadores, y éstos exigen horarios más flexibles, mejores condiciones sociales y salarios dignos. Y el contexto que lo hace posible es el vetusto y frío cálculo de la oferta y la demanda, algo que habitualmente no ha beneficiado al trabajador.

Es posible que muchos de estos empleados hayan abandonado sus puestos tras meses de altas cargas de trabajo, congelaciones salariales, ajustes de contratación y otras presiones, lo que les ha hecho reconsiderar sus objetivos laborales... y de vida. Y son precisamente los Millennials y las personas pertenecientes a la Generación Z las que tienen más probabilidades de estar insatisfechas con su trabajo. Esto explica que a pesar de las restricciones sociales de Parson en Missouri, la oleada de abandono laboral siga siendo muy alta. En suma, la empresa necesita más a los trabajadores que éstos a la empresa.

Estoy de acuerdo con Elting, se está tratando este tema como un problema de forma totalmente insustancial, tal como hacía la inmortal Cher Horowitz en la película de 1995 Clueless, hagamos “como si...” así fuera. Vivimos en una sociedad alérgica a pagar salarios dignos y proveer servicios sociales esenciales hasta el punto de tratar como una enfermedad (o un trastorno) el hecho de que los trabajadores tengan ventajas a la hora de obtener mejores condiciones laborales. ¿Realmente no hay una fórmula para conceptualizar las relaciones laborales que no implique reducciones salariales y recorte de beneficios sociales? Porque trabajar sin garantías sí que es el problema.

Si estamos dispuestos a contratar a buenos trabajadores, debemos estar dispuestos a formarlos debidamente, a pagarles lo que merecen y a dotarlos de los servicios sociales a los que tienen derecho.