EL 11 de marzo de 2011 tuvo lugar el peor accidente nuclear desde Chernóbil. Ocurrió en Fukushima, Japón, tras el peor terremoto de la historia del país y un tsunami devastador. Durante el seísmo se dañó la red eléctrica y los reactores 1, 2 y 3 de la central se detuvieron automáticamente.

En este tipo de centrales nucleares se necesita red eléctrica para enfriar los reactores, así que empezaron a funcionar los motores diésel para generar esta electricidad, pero también se estropearon cuando llegó el tsunami. En este momento empezaron los problemas de refrigeración del núcleo del reactor con el riesgo de fusión del núcleo.

"Aunque se habían parado los reactores y no generaban el calor que se necesita para el vapor que mueve las turbinas, tienen un calor de decaimiento que es muy importante sobre todo al principio, y ese calor no se pudo disipar, lo que llevó a que se alcanzara la temperatura de fusión del combustible y eso generó una gran cantidad de productos de fisión que se expandieron. El edificio de contención falló y no fue capaz de retenerlos", explica el bilbaino Luis Echávarri, entonces director general de la Agencia Nuclear de la OCDE.

Más tarde se confirmó la fusión del núcleo en los reactores 1, 2 y 3. "El accidente fue una consecuencia de la falta de refrigeración de los reactores debido a la calidad del suministro eléctrico por el tsunami y anteriormente por el terremoto", resume.

Desde aquel día, la central nuclear de Fukushima está parada y en proceso de desmantelamiento, un trabajo que podría llevar entre 30 y 40 años. Echávarri, consultor en temas de energía nuclear, es uno de los tres expertos internacionales que está asesorando a Japón en esta labor. "La dificultad radica desde el principio en que todo el sitio estaba muy contaminado. Lógicamente, muchas zonas han tenido que limpiarse y descontaminarse antes para poder tener acceso. Se ha avanzado muchísimo y casi todo el sitio está descontaminado ya, se puede entrar, por supuesto con equipos de protección. Quedan los edificios donde estaban los cuatro reactores, tres de los cuales tuvieron la fusión del núcleo, ahí no hay ningún acceso", explica.

Por el momento, se ha logrado retirar el combustible de los reactores 3 y 4. "Con la unidad 1 y 2 no se ha comenzado todavía, es complicado porque los edificios están muy dañados. Todo eso es un proceso lentísimo y con un cuidado exquisito por la radiación que puede afectar a las personas que lo están haciendo", apunta el experto.

"El gran problema de Fukushima es el combustible fundido, el que se encuentra dentro de los reactores, reactores que se siguen refrigerando con agua y que su extracción es extremadamente difícil. Eso es lo que hace el instituto que yo asesoro, está precisamente centrado en ver con qué tecnologías se podría sacar el combustible fundido y desarrollar los robots que tengan acceso al interior para ir sacando el combustible. El compromiso del Gobierno japonés es ir dejando el sitio totalmente libre de radiactividad algún día. Este programa originalmente era de 30 o 40 años, hoy sigue siendo de 30 o 40 años. Va a ser un proceso muy lento de extracción", continúa Echávarri."El gran problema de Fukushima es el combustible fundido, el que se encuentra dentro de los reactores"

Además de la extracción del combustible, otra de las problemáticas es la cantidad de agua contaminada que hay en la central. El agua marina utilizada para enfriar los tres reactores dañados ya supera los 1,2 millones de toneladas almacenadas en un millar de tanques y a mediados de este año se agotará el espacio.

El plan de Japón es verter esta agua al mar, una decisión que ha sentado como un jarro de agua fría a los pescadores y agricultores de la zona. "La decisión del Gobierno va a ser echarla al mar después de que esté totalmente depurada, excepto el tritio. Tienen un sistema de depuración que elimina 62 isotopos radiactivos, pero el tritio no se puede eliminar. Habrá una descarga lenta, ser hará durante años, de tal forma que no tenga influencia en los niveles radiactivos del mar", explica el experto, tratando de tranquilizar a quienes han lanzado la voz de alarma sobre este plan. "Han estudiado cinco sistemas para eliminar el agua tritiada y parece que echarla al mar es la menos dañina", agrega.

Echávarri explica, asimismo, que "desde el principio ha ido mucha agua contaminada con productos de fisión al mar, no sólo con tirito como la que iría ahora". "Las fugas al mar se han reducido muchísimo con las dos barreras, la que se ha hecho al borde del mar y la barrera helada alrededor de los reactores", aclara.

Diez años después de aquel accidente, Echávarri tiene claras cuáles fueron los errores: "El primero, que la central no tenía suficiente respaldo eléctrico. Hay que montar unos generadores diésel que estén a prueba de incendios, inundaciones, tsunamis, terremotos, etc. Y, además, tener una serie de conexiones preparadas para que puedan venir equipos autónomos del exterior a ayudar con el suministro de energía eléctrica".

La segunda lección del accidente de Fukushima ha sido sobre los edificios de contención. "En la UE se hicieron stress test para comprobar que todos los equipos de seguridad de las centrales nucleares tenían suficiente capacidad para resistir accidentes de este tipo". Y, en tercer lugar, "se vio que todo el sistema de emergencias japonés no respondió con la debida prontitud y capacidad, y eso se ha tenido que revisar".