El fuerte despliegue policial de primera hora del miércoles contrastaba con la debilidad mostrada el martes, cuando los agentes se vieron sobrepasados por las hordas de trumpistas que, enardecidas por la escasa resistencia, derribaron vallas, escalaron andamios y rompieron ventanas para acceder al Legislativo. Cuando el sol despuntaba, la escena dejaba entrever las cicatrices de la batalla del día anterior, y todavía se podían ver arrugadas pancartas de apoyo a Trump y alguna pintada contra los demócratas y los medios de comunicación.

“Fue algo muy lamentable”, explicó a Efe Freddy, un limpiador de origen dominicano, mientras trabajaba en la escalinata Este del Capitolio. “Nunca, nunca había visto algo por el estilo. Bastante basura, todo desordenado, nada bonito”, agregó al buscar algo comparable en sus más de quince años en el Congreso.

Dentro, en los pasillos del Capitolio, solo se veían los carros de los servicios de limpieza y a funcionarios haciendo inventario de los destrozos, entre ellos sillas y mesas rotas. Ni rastro de los congresistas y senadores que tuvieron que ser evacuados en un primer momento ante la amenaza los asaltantes y que regresaron por la noche para culminar el proceso de certificación de los votos y declarar así oficialmente al demócrata Joe Biden como próximo presidente de EE.UU.

En medio del caos del martes, la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, decretó el toque de queda entre las seis de la tarde y las seis de la mañana, y ayer anunció la extensión de la medida hasta el próximo 21 de enero, un día después que tome posesión Biden.

El asalto sin precedentes a la casa de la democracia estadounidense ha dejado estupefacto al país, que no había visto un hecho similar en sus casi 250 años de historia.

Mitch McConnell, líder de la mayoría en el Senado y el republicano más poderoso en el Congreso, calificó lo sucedido como una “insurrección fallida”. La jornada quedará grabada en la memoria de los estadounidenses y supondrá el triste final del mandato del presidente Donald Trump, quien pese a lo sucedido siguió mandando mensajes de apoyo a sus seguidores. Aunque, en una medida insólita, la red social decidió bloquear desde anoche la cuenta de Trump por 12 horas para evitar la difusión de falsedades.

“A pesar de que estoy totalmente en desacuerdo con el resultado de las elecciones, y los hechos están de mi lado, habrá una transición ordenada el 20 de enero”, dijo en un comunicado distribuido de madrugada en Twitter por uno de sus principales asesores, Dan Scavino.

Esa frase es lo más cerca que parece que el mandatario saliente, a quien aún le restan dos semanas en la Casa Blanca, estará de reconocer su derrota.

La jornada quedará grabada en la memoria de los estadounidenses y supondrá un triste final del mandato de Donald Trump