La acusación por tres cargos de corrupción no solo no parece haber castigado a Benjamín Netanyahu, sino que sale reforzado según los sondeos a pie de urna y se impondría a su rival, el centrista Beny Gantz, y rozaría la mayoría con su bloque de aliados, aunque sin tenerla garantizada. "Gracias", dijo Netanyahu tras conocerse los sondeos en su cuenta de Twitter, junto a un corazón rojo. Y añadió: "Una gran victoria para Israel". Pese a los previstos buenos resultados, que aún podrían variar en el escrutinio final como ha ocurrido en otras ocasiones pero que de momento le darían unos 37 escaños, entre cuatro y cinco más que los que consiguió el pasado septiembre, el que ha sido primer ministro más longevo del país no tiene garantizado aún seguir ostentando esa posición. Los asientos que conseguiría el Likud unidos a los de sus socios tradicionales, la ultraderecha (Yamina, 7 escaños) y los partidos ultraortodoxos (SHAS y Judaísmo Unido de la Torá, unos 9 y 7), podrían quedarse en 60, justo por debajo de los 61 diputados necesarios para crear un gobierno en una Cámara de 120.

Gantz, principal rival del apodado Bibi (Netanyahu), mantendría sus 33 escaños de septiembre, pero queda muy lejos de poder formar un gobierno con los partidos de izquierda (Labor-Guesher-Meretz, unos) y el apoyo externo de la Lista Unida (14), que engloba a la población árabe. Aunque no haya perdido muchos votantes, la situación resultante es un claro retroceso para Gantz, que analistas atribuyen a la floja campaña que ha hecho, en la que ha tenido que enfrentar ataques bajo la cintura del entorno del Likud.

La Lista Unida, alianza que representa al sector árabe de la población, logra según las encuestas a pie de urna subir entre uno y dos escaños, manteniendo el puesto de tercera fuerza política con entre 14 y 15. Una muestra más de que la unidad de los partidos árabes les beneficia en el voto.

Sin embargo, estos resultados provisionales no garantizan el Ejecutivo a Netanyahu. El mayor obstáculo que tendrá que enfrentar será lograr superar el umbral de los 60, para poder ser elegido. Pero hay otra cuestión previa que puede impedirle siquiera llegar a ese punto.

Si una mayoría de facciones le recomienda al presidente, Reuvén Rivlin, para que le encargue la formación de Gobierno, el Tribunal Supremo tendrá que enfrentar una deliberación que ha evitado hasta ahora: deberá decidir si un acusado de un delito grave puede recibir este encargo. Es la primera vez que un acusado está en posición de recibir este encargo y la letra de la ley no es clara. Si bien prohíbe a los ministros seguir en el puesto cuando son acusados formalmente, sí se lo permite al jefe del Ejecutivo, pero no existen disposiciones en lo referente a formar un gobierno cuando está uno obligado a sentarse en el banquillo.

a juicio En el caso de Bibi, ya hay incluso fecha para el inicio del juicio, el próximo 17 de marzo. Deberá defenderse de las acusaciones de fraude, abuso de confianza y cohecho, tras dos años de investigaciones policiales y de la Fiscalía y horas y horas de interrogatorios a él, sus socios, asesores y familiares.

Con los datos que se tienen, la posible alianza entre dos históricos partidos de izquierda y centroderecha (Laborismo-Guesher-Meretz) con Azul y Blanco no superaría los 40 diputados, por lo que ni siquiera sería suficiente para gobernar el apoyo externo de la Liga Árabe. Necesitaría también el del ultraderechista laico Israel Nuestro Hogar, de Avigdor Lieberman, que ya ha asegurado que quiere un Ejecutivo "liberal sionista", lo que excluiría a los árabes. Lieberman tampoco quiere que estén en el gobierno los ultraortodoxos y ha apostado hasta ahora por forzar un ejecutivo de unidad entre Likud y Azul y Blanco, algo improbable mientras Netanyahu se mantenga como líder indiscutible del primero.