Akçakale - Con nueve civiles muertos en Turquía por fuego de morteros desde Siria, el tercer día de la ofensiva turca contra las milicias kurdas en el noreste del país vecino ha dejado claro que esa operación militar, llamada Fuente de Paz por Ankara, no es ni será un simple paseo militar. Mientras continuaban los bombardeos muy cerca de la frontera, el Ministerio de Defensa turco confirmó ayer la muerte de dos soldados, una de ellas ocurrida ayer, pero sin dar más detalles.

Otros dos soldados turcos murieron en un ataque con morteros contra la base militar turca en Azaz (Siria), a más de 150 kilómetros al oeste de la zona de combates, en un territorio que Turquía domina desde 2016, según ha informado la cadena turca NTV, que atribuye el ataque a unidades infiltradas de las milicias kurdas. El parte militar de ayer viernes aseguraba que las Fuerzas Armadas turcas han tomado ya 13 pueblos en la periferia de Tal Abiad y Ras al Ain, las dos ciudades sirias fronterizas en las que se concentra, de momento, la ofensiva turca.

Pero las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), las milicias kurdas de Siria que dominan esta región desde 2015, año en el que expulsaron de ella a grupos armados yihadistas como el terrorista Estado Islámico, están oponiendo una fiera resistencia y han contraatacado con morteros.

Por su parte, las Fuerzas Armadas turcas aseveraron haber “neutralizado” -es decir, abatido, herido o capturado- a 342 miembros de las YPG, cifra imposible de verificar.

Desde el inicio de la ofensiva el miércoles por la tarde, numerosos proyectiles disparados desde Siria han caído en municipios cercanos a la frontera turca y se ha contabilizado un total de nueve civiles muertos. Dos de esas víctimas fallecieron ayer en el municipio de Suruç, frente a la ciudad kurda de Kobani, según la agencia turca Anadolu. Otras tres -una mujer y sus dos hijas adolescentes- perecieron ayer en Nusaybin, ciudad turca en el extremo este de la frontera turco-siria, donde ayer impactó otro obús, que causó numerosos heridos.

Funeral Entre grandes medidas de seguridad, se dio ayer sepultura al bebé de 9 meses de una familia siria refugiada en Turquía que murió a causa del impacto de un proyectil caído en el centro de la ciudad turca de Akçakale. El pequeño fue enterrado con honores de “mártir”, a saber, de soldado caído por la patria: con la bandera turca cubriendo el ataúd y la presencia del alcalde, Mehmet Yalçinkaya. Las ciudades de Akçakale, en el lado turco, y Tal Abiad, en el sirio, están separadas apenas por una antigua vía de tren, un muro reciente de hormigón y unas alambradas. Sin embargo, la población a ambos lados, en su mayoría de habla árabe, mantiene muchos vínculos familiares a través de la frontera, según confirmaron vecinos de un barrio fronterizo. El antaño lucrativo comercio transfronterizo se acabó cuando en 2015 Turquía cerró la aduana tras tomar las YPG el control del lado sirio y expulsar a las milicias yihadistas.

Ayer mismo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, expresó en la ciudad turca de Estambul su preocupación por una posible escalada de tensiones. “Quiero expresar nuestra seria preocupación por la operación turca en el noreste de Siria. Por los riesgos de inestabilidad que puede causar en la región y el riesgo de que afecte a los civiles”, dijo Stoltenberg en una rueda de prensa conjunta con el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu.

Por su parte, el presidente de EE.UU., Donald Trump, ordenó ayer preparar sanciones “significativas” a Turquía para “disuadirla” de continuar con su ofensiva en el norte de Siria, ante la posibilidad de que haya ataques “indiscriminados” a civiles o de que se “deje escapar” a presos del grupo yihadista Estado Islámico (EI). “El presidente ha autorizado y firmará una nueva orden ejecutiva que da al Departamento del Tesoro (el poder de imponer) sanciones nuevas muy significativas que pueden dirigirse contra cualquier persona vinculada al Gobierno de Turquía”, anunció el secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin, tras reunirse con Trump en la Casa Blanca. Las sanciones no se activarán de inmediato, y su objetivo es “disuadir a Turquía de seguir con su acción militar”. “Estas son sanciones muy poderosas, esperamos no tener que usarlas”, precisó el Departamento del Tesoro en un comunicado.