Los parlamentarios británicos votaron ayer por 328 votos a favor y 301 en contra que el Parlamento puede tomar el control de la agenda para legislar sobre la prórroga del Brexit y frenar una salida de la Unión Europea sin acuerdo. En otra jornada crucial en Westminster, el primer ministro, Boris Johnson, perdió una votación clave y confirmó que convocará elecciones generales.

Por una mayoría de 27 votos, la Cámara pasa ahora a tomar todas las medidas necesarias para garantizar que el Reino Unido no abandone el bloque común el 31 de octubre sin un acuerdo de retirada y se pone en marcha un proyecto de ley, conocido popularmente como ley de Hilary Benn, que, de ser aprobado, obligaría al primer ministro a solicitar que se retrase el Brexit hasta el 31 de enero si no se llega a un acuerdo de salida a mediados de octubre.

El presidente de los Comunes, John Bercow, concedió a los parlamentarios la celebración de un debate de emergencia, que se extendió durante casi tres horas. Johnson condenó el plan de los parlamentarios destinado a retrasar el Brexit para evitar una salida sin acuerdo, calificándolo de ser una “ley de rendición” y defendió que si el líder laborista, Jeremy Corbyn, va a Bruselas, hará lo que quiere la UE.

“Ya es suficiente”, recalcó Johnson. “El país quiere que esto se haga y quieren que se respete el referéndum. Estamos negociando un acuerdo y, aunque estoy seguro de llegar a un acuerdo, nos iremos antes del 31 de octubre en todas las circunstancias. No habrá más demoras sin sentido”, puntualizó.

Johnson amenazó con echar a cualquier rebelde tory que respaldase el citado proyecto. Entre los afectados están el exministro de Economía, Philip Hammond, quien prometió al Número 10 de Downing Street “la pelea de su vida” si intentan expulsarlo del partido. El desafiante ministro del gobierno de May está dispuesto incluso a tomar acciones legales contra Johnson si cumple con su amenaza de echarles.

Sin embargo, otro conservador como Ken Clarke, el parlamentario con más años de experiencia a sus espaldas, le recordó a Johnson que el parlamento votó en contra de una salida de la UE sin ningún acuerdo y le reprochó que presentase un escenario en el que no debe haber ningún acuerdo: “Si el parlamento se deja de lado, el impacto que esto tendría en los futuros gobiernos podría ser horrendo”.

Mientras todo eso ocurría de puertas adentro, en los alrededores de Westminster continuaban las manifestaciones de partidarios ruidosos en contra del Brexit, llegando a bloquear las calles en algunos momentos “para defender la democracia” y tildando de “golpe de estado” la decisión del líder tory de cerrar el parlamento durante cinco semanas.

En una de sus intervenciones, Johnson se empeñó en defender que las negociaciones con Bruselas sobre el Brexit progresan bien, pero diputados como el laborista Gordon Marsden le recordaron que no hay ninguna evidencia de que el gobierno haya presentado planes nuevos a la Unión Europea y que eviten la salvaguarda irlandesa, el principal escollo del acuerdo y que ahora el primer ministro tilda de “antidemocrática”.

En una nueva jornada sin precedentes en Downing Street, se produjo la inesperada dimisión del diputado conservador Philip Lee, que se pasó ahora al banco de los liberaldemócratas. Con ella, Johnson perdió la mayoría que tenía en los Comunes de un solo diputado y que mantenía a flote con el apoyo de los diputados del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte (DUP, por sus siglas en inglés).

Planeado con el más mínimo detalle, cuando el primer ministro se dirigió a los Comunes para dar una actualización sobre su participación en la cumbre del G7 del mes pasado en Biarritz, Lee cruzó una sala abarrotada, para pasar a sentarse en los bancos liebraldemócratas. En concreto, junto a la que será su nueva líder, Jane Dodds.

Lee explicó en un comunicado que se había ido de filas conservadoras por la forma en la que Johnson estaba persiguiendo un “Brexit dañino”, que podría llegar a “poner en peligro las vidas y la integridad del Reino Unido”. De hecho, fue muy rotundo en sus palabras, denunciando cómo el gobierno conservador liderado por Johnson las últimas semanas desde que sustituyó a Theresa May, está persiguiendo “agresivamente” y “sin principios”.

“En concreto, está minando la economía, la democracia y el papel de nuestro país en el mundo. Está utilizando la manipulación política, la intimidación y las mentiras. Y está haciendo estas cosas de una manera deliberada y considerada”, le reprochó Lee a su ya ex jefe. Lee sigue así los pasos de la ex diputada tory Sarah Wollaston y el exdiputado laborista Chuka Umunna, quien también se unieron a los liberaldemócratas, que ahora cuentan con un total de 15 diputados.

Por su parte, Swinson se mostró encantada con la decisión de Lee y le dio la bienvenida en un momento tan crucial en la política británica. En su opinión, no solo aportará diez años de experiencia profesional y parlamentaria, sino que además comparte “su compromiso de frenar un Brexit desastroso sin acuerdo y detenerlo por completo”.