Bilbao- Mbuyi Kabunda, doctor el Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense y profesor en universidades de diversos países, se declara “panafricanista militante” y también “bilbaino”. Nacido en Kolwezi, en la República Democrática del Congo, considera que dos años de residencia en la capital vizcaina le facultan para autodenominarse bilbaino. Ayer, en una jornada de Sabino Arana Fundazioa, Mbuyi Kabunda aportó sus amplios conocimientos sobre África para desmontar prejuicios y miedos.

¿La cuestión migratoria distorsiona nuestra visión de África?

-Desgraciadamente es una visión estereotipada en la que salen tópicos heredados de épocas anteriores y que forman parte del inconsciente colectivo de Occidente. Consiste en ver África de una manera negativa: la pobreza, los grupos étnicos, los golpes de estado, las guerras, los conflictos crueles... África ha cambiado mucho pero esa visión simplista y simplificadora nos hace muchísimo daño. Es una visión, que yo tacharía de imperialismo cultural, que consiste no solo en ver África con las lentes del norte sino también en intentar imponer a los africanos su visión del mundo y sus valores.

¿Cree que parte de la labor de cooperación tendría que consistir en cambiar esa visión?

-Efectivamente. Para actuar en el marco de la cooperación al desarrollo y la educación en valores se debe desoccidentalizar la visión que se tiene de África, que no solo es totalmente equivocada y falsa, sino que además se fundamenta en prejuicios y no refleja la realidad. La educación en valores tiene que iniciarse en el norte, antes de ayudar a otros pueblos hay que empezar por cambiar las gafas y ver África como es.

¿Y cómo es realmente?

-Es un continente que tiene sus problemas, sus penas y alegrías, aunque eso se pasa por alto y se equipara todo con una especie de infierno. Pero en África existe la vida. Creo que en el caso de ser un infierno todos sus habitantes estarían en Ceuta y Melilla dispuestos a cruzar al otro lado. Pero no, hay 1.200 millones de personas que siguen viviendo en el continente.

No obstante tenemos la percepción de que hay mucha inmigración procedente de África.

-Se insiste mucho en la dimensión de la emigración sur/norte, pero existe cada vez más una emigración norte/sur. A raíz de la crisis económica internacional se ve, por ejemplo, que muchos portugueses van a Angola a buscar trabajo. También se pierde de vista que existe una emigración sur/sur muy importante, porque los africanos, ante el cierre de las fronteras europeas, ya no se dirigen hacia Europa, sino que van a países como Sudáfrica, que se ha convertido en una metrópoli de sustitución. El 30% de la población de Sudáfrica proviene de otros países africanos. También hay emigración africana hacia el golfo Pérsico y países latinoamericanos y del sudeste asiático. Occidente ya no tiene el monopolio de las migraciones. Todo lo contrario, existen unas migraciones sur/sur muy importantes.

¿El discurso del miedo ante la inmigración es interesado?

-Sí, políticamente es un discurso interesado que, sobre todo, consiste en la satanización y patologización de las migraciones, que se equiparan con delincuencia y terrorismo. Se trata de crear el rechazo dentro de la sociedad utilizando términos tan improcedentes e incorrectos como invasión o avalancha. La realidad es que muchos africanos se quedan en el continente, las migraciones son interafricanas, son más internas que externas.

¿Cómo se puede contribuir desde aquí al desarrollo de África?

-Considero que en nuestro caso el desarrollo es sobre todo ruptura, ruptura con la dependencia. En África no se produce para los mercados internos sino para satisfacer las demandas externas. Esto hace que África sea cada vez más dependiente, más orientada hacia el exterior. Ha llegado la hora de dar prioridad a los mercados internos e insistir en los aspectos que permitan la participación de la población y, por extrapolación, la democratización del desarrollo. El grave error que se ha cometido hasta ahora ha sido imponer en África modelos de desarrollo concebidos desde el exterior e impuestos desde la cumbre. El resultado es un fracaso.

¿Las potencias internacionales miran hacia África por interés en sus materias primas?

-Ningún país se ha desarrollado con la ayuda al desarrollo, ni con las materias primas y África está pagando el error de ser la reserva permanente, el granero de materias primas del resto del mundo. África dio al mundo sus brazos a través de la esclavitud y, desde la colonización hasta la actualidad, le ha dado sus materias primas. Por eso suelo decir que África ha dado muchísimo al mundo y también debe esperar muchísimo del mundo.

¿Cree que el Tratado de Libre Comercio Africano (AfCFTA), que ha entrado en vigor recientemente, es un paso positivo?

-Estamos ante otro mito. Cuando se creó el NEPAD (Nueva Alianza para el Desarrollo de África) hubo el mismo entusiasmo: se decía “el NEPAD va a resolver los problemas de África”. Cuando se creó la Unión Africana, igual. Y ahora el Área de Libre Comercio. ¿Acaso se han producido cambios estructurales? En África siguen las mismas economías de renta y de materias primas y se crea un mercado interno ¿para intercambiar, qué? Esto es empezar la casa por el tejado.

¿Tiene fe en el futuro de África?

-Completamente, soy un afro optimista, creo en el futuro de África. Me proclamé panafricanista militante y convencido, el misionero del africanismo. Al principio me costaba, porque aquí, desde la cuna hasta la universidad, se enseña todo lo malo de África y yo tengo que hacer lo más difícil: el desmontaje y desconstrucción de prejuicios. Creo en el futuro del continente por tres razones. En primer lugar, la juventud. El 70% de la población africana tiene menos de 20 años y este es el futuro, con la condición de facilitarle educación y sanidad. Además el continente africano tiene el 33% de los recursos naturales del mundo y el 60% de tierras fértiles. Así que me pregunto ¿qué nos falta para la felicidad?