Una carpeta histórica custodiada por el PNV en París revela cómo murió el comandante del Eusko Gudarostea, Cándido Saseta, en la batalla de Areces (Asturias), donde cientos de gudaris y milicianos vascos acudieron de forma solidaria a luchar contra el fascismo en febrero de 1937. DEIA ha tenido acceso a estos documentos en los que, por ejemplo, en un parte de guerra se comunica cómo un enlace del batallón Eusko Indarra, de ANV, apellidado Lartitegi Arrazola, encontró en el fragor de la lucha al de Hondarribia tendido en el suelo con una herida sangrante cerca del oído y, “asegurado de que era cadáver”, el compañero le tomó su pistola y se retiró a Premoño.

Instantes antes, ambos se comunicaron en euskera con un “soatz” (en referencia al término zoaz, vete) que le hizo saber Saseta a Lartitegi Arrazola. Ocurrió el 23 de febrero de aquel sangriento año y en plena retirada, cuando solo quedaban en aquellos prados -conocidos ya como El pradón de los vascos- aquel soldado y el malogrado guipuzcoano. “El comandante Saseta, según testimonio de un teniente del Batallón Amayur, comunicó al Estado Mayor que la situación de aquel pueblo, batido por tres flancos, con fuego de ametralladoras y fusil, atacado con artillería y mortero, era completamente insostenible y seguramente, en vista de que no llegaban refuerzos, dispuso de la retirada, haciendo salir a las fuerzas ordenadamente”, matizan las credenciales.

Datos como estos son, al parecer, inéditos y arrojan luz, impresos en documentos originales de Presidencia de “Euzkadi’ko Jaurlaritza”, como detalla con exquisito arte toda la papelería oficial de la época. En concreto, hay un epígrafe titulado La muerte del Comandante Saseta, escrito a máquina bajo el título Las operaciones de Asturias. Las brigadas vascas. Información del Secretario General de Defensa.

En las diez páginas de este informe, se da a conocer en párrafos previos que el retroceso finalizó “hacia las dos de la tarde”, salvo el grupo que mandaba el comandante del Batallón Amayur, “que quedó en el camino de Areces a Premoño”. Este cargo observó que “estaba solo”, por lo que dispuso que también se retirara su unidad, “recogiendo las prendas y efectos que se hallaban a su paso”.

Entretanto, las noticias que llegaban del comandante Saseta, “Jefe de la Brigada” y sus hombres “eran cada vez más inquietantes, hasta que un enlace del batallón de ANV, apellidado Lartitegi Arrazola, le entregó “la pistola de dicho comandante”, a la vez que les comunicaba “que este había fallecido”, detallaba el secretario general de Defensa.

La carpeta aportada a este periódico por el político Iñaki Anasagasti es una continua sorpresa y podría culminar su periplo por la historia como libro 78 años después de aquel suceso del que tanto se ha escrito, aunque ahora aparezcan estos datos inéditos. Además, el caso llegó a manos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que continuó exhumando en busca de una supuesta fosa común de los gudaris y milicianos muertos en primera línea.

Para conocer en qué momento se encuentra esa investigación, hemos recurrido al forense Francisco Etxeberria, que nos responde desde Colombia. “Publicamos un libro y un DVD que fue presentado en la Diputación de Gipuzkoa considerando por el momento imposible recuperar los restos ya que no parece que se encuentren en una fosa en un lugar concreto, sino dispersos en el territorio”, constata.

Quijotada Lo que sí se puede seguir exhumando es la verdad con estos telegramas originales -uno certifica la muerte del comandante-, partes de guerra, algún dibujo a modo de mapa, cartas curiosas como una paradójica respuesta que da el EBB del PNV a Saseta, fechada un día después de la muerte del comandante. Nunca pudo saber lo que le comunicaban. “Esta carpeta de documentos inédita demuestra que fue una quijotada ir a Asturias a morir para evitar que a los vascos les tildaran de antisolidarios en el curso de la Guerra Civil”, analiza Anasagasti.

Estos papeles de Asturias cuentan también con comunicaciones del Departamento de Obras Públicas del consejero comunista Juan Astigarrabia o el documento firmado por cada uno de los comandantes jefes de los seis batallones de la Columnna Vasca Expedicionaria en Asturias que estimaron “necesaria su vuelta a Euzkadi” el 8 de marzo de 1937. Así se lo hacían saber al consejero de defensa vasco los mandos de las siguientes unidades: Euzko Indarra (ANV), Amayur (PNV), Perezagua (PC), Rusia (JSU), CNT3 Isaac Puente y del UGT2 Indalecio Prieto.

Los documentos también facilitan números de bajas en las unidades vascas, así como informes de la Jefatura Superior de Sanidad Militar. Informan de que se movilizó a Asturias, a doce médicos y dos enfermeras, catorce ambulancias, una farmacia ambulante y un gabinete odontológico. Cifraron en “6.000 camas a poder organizar, de las que 2.600 ya había cuando se hizo la visita”, indicaba Fernando Unceta, jefe superior de Sanidad Militar.

Todos estos datos de incalculable valor histórico y para la verdad de aquel episodio podrían ver la luz en formato de libro.