Ayer por la mañana se creaba un nuevo grupo de WhatsApp. Uno más. Pero ese era el resultado de una cadena de favores. Se llama "De Bilbao a Alicante", y además se incluía un corazón en el nombre del grupo. Ese grupo auguraba algo bonito y esta es la historia.

Juliana tiene 94 años y desde que se jubiló su marido vive en Zamora, pero tres o cuatro meses al año huye del duro invierno rural y se va a Benidorm. "A ella le gusta mucho bailar, el buen tiempo y estar con gente, así que se pasa los duro meses de frío en Benidorm, en un hotel", explicaba en este grupo de WhatsApp Itxaso.

La otra nieta que forma parte de la cadena de favores es Itziar. Ambas viven en Bilbao, la ciudad en la que Juliana crió a sus tres hijos y vivió durante 40 años. "Ella es más de Bilbao que nadie, como le digas que no lo es, que es de Zamora, hasta se enfada", bromean sus nietas.

El coronavirus le ha pillado en ese periodo de tregua fuera del pueblo, en una de las visitas que a veces hace desde Benidorm a su hija Raquel en Alicante, y con tan mala suerte que después de unos días sintiéndose mal, y quedándoselos en casa de su hija por si acaso, Juliana tuvo que ingresar en el hospital universitario San Juan de Alicante. Su hija Raquel se quedaba en cuarentena en casa. Podía estar contagiada.

Juliana se quedaba así en una ciudad en la que le pilló de paso, y sin ningún tipo de compañía a sus 94 años. Ingresada sin visitas, como el resto de personas en la misma situación.

"Es una luchadora. Ha pasado por mucho y nos ha cuidado a todos siempre y ahora que es cuando nos necesita, nos sentimos impotentes porque no podemos cuidarla y lo que se nos ha ocurrido es hacerle llegar una carta, ya que no tiene fuerzas ni para cogernos el teléfono y las llamadas como mucho, duran un minuto", relata una de sus nietas.

El contacto para saber de ella es cuando la doctora llama a su tía Raquel a su casa. Nada más. Ni mensajes ni llamadas porque Juliana dice que "ya no tiene fuerzas y que no puede atender al teléfono".

Itxaso e Itziar no dudaron en hacer cuanto pudieran para mandarle un mensaje de ánimo a su amama. Y entonces se les ocurrió apelar a la magia de la redes sociales para acercarse a ella. Un grupo de whatsapp, otro grupo, otro grupo... ¿Alguien conoce a alguien que trabaje en el hospital universitario San Juan de Alicante para trasladar un mensaje a nuestra amama?

En uno de esos grupos alguien tenía la respuesta. Era Cristina. Mari Carmen, la ama de su amiga Melani trabaja justo en ese hospital. La cadena iba sumando eslabones y se iba haciendo férrea.

La carta no fue fácil de escribir. Mucha emoción y sentimientos para tener que plasmarlos en una carta que ni siquiera iban a poder dársela en mano, pero Itxaso e Itziar pusieron el alma en cada una de las líneas que escribían. Las lágrimas no iban a mojar el papel, porque la escribieron en el ordenador para que Melani la pudiera imprimir y dársela a su ama, pero ahí estaban€

En la tarde del sábado la madre de Melani fue a trabajar, cansada, porque las jornadas son exhaustas y el día día se hace duro y van pesando, pero algo le empujaba a ir a trabajar. Una emoción. Era portadora de buenas noticias para alguien que en su cuarentena, y a pesar de la distancia, iba a sentir muy cerca el abrazo de su familia.

Y así Juliana recibió de manos de Mari Carmen la carta que sus nietas le habían escrito. Una carta con un mensaje de ánimo, de que ella es una luchadora y de que la quieren como cuando pasaban los veranos con ella en Zamora.

Ahora a Juliana le toca seguir descansando, pero sin duda ella y la tercera planta sur de este pequeño y familiar hospital, al que la familia le agradece cuanto hace por su amama, han sido protagonistas de una bonita historia humana, de esas que también nos deja la cuarentena.